Opinión

Voy a ser muy claro

Habrá que hacer algo para evitar que se diga que quienes mantienen a los corruptos son también corruptos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezFrancisco J. OlmoEuropa Press

Como diría Yolanda Díaz, voy a ser claro (en su caso, clara): los que mantienen a los corruptos son también corruptos. Corruptos políticos, se entiende. Corruptos porque corrompen su ideología por un plato de lentejas corrompidas.

Por ejemplo, el PNV. Votó contra Mariano Rajoy porque le afectaba un caso de corrupción, y ahora que la descomposición asedia a Sánchez, mira para otro lado. Muy bien por Aitor Esteban. A eso se le llama coherencia. O se le llama asentimiento, como ha señalado en Vitoria Javier de Andrés, líder de los populares vascos: hay un personaje del PNV, llamado Iñaki Alzaga, «hombre de la máxima confianza del EBB», que participa en una sociedad con Antxon Alonso, presunto socio de Santos en el «caso Koldábalos», y considerado por algunos el testaferro de Santos Cerdán. Antxon está citado a declarar la próxima semana, a ver qué dice. Santos dijo que Antxon Alonso Egurrola era su contacto con el PNV de Aitor Esteban, y resulta que Antxon también era socio del peneuvista Alzaga. Dios los cría y ellos se asocian. Y Aitor mirando para otro lado, no vaya a ser que tenga que ver lo que no quiere oler. O sea, no quiere ver ni oler la corrupción, porque de verla, y no hacer nada, sería cómplice de esa misma corrupción. Con lo ofendido que se puso cuándo le quisieron tildar de socio de Rajoy.

Los peneuvistas, como los puigdemones, están pasando unos días complicados. Tienen que pedir transparencia a Sánchez, pero votando opacidad. Ya vemos que, en el caso vasco hay un Alzaga encerrado, y de ahí el mutismo de Esteban. Mejor que no salga nada más, no vaya a ser que lo del «cupo Cerdán», y su asociado Antxon Egurrola, salpique también a los jeltzales.

Antxon era íntimo de Vicente Fernández Guerrero, asesor áulico de ServiNavar y tapado in aeternum de MariChus Montero para la Sepi. Vicente ha dicho que Antxon y él eran íntimos, y por eso lo colocó de asesor áulico en Serbinavar.

Vicente era a su vez íntimo de MariChús. Cerdán y MariChús hacían piña, aunque no tanto como la piña de Pedro Sánchez con Cerdán, de quien dijo nuestro presi, hace nada: «Es un buen socialista, un gran secretario de organización, un extraordinario y eficaz negociador, una persona que me ha acompañado desde siempre, que tiene toda mi confianza y es uno de mis más estrechos colaboradores».

O sea que Sánchez no pudo ser más claro. Infinitamente más que Yolanda, pese a que ayer le dijo esta a Alsina que «estoy siendo muy clara». Muy clara-oscura, habría que matizar, porque en estas horas aún no sabemos qué quiere hacer la lideresa con Sánchez, si echarlo, sustituirlo y casarse con él de nuevo. Parece que quiere echarlo, pero no se atreve a decirlo, y entonces insinúa lo de sustituirlo, pero sin decirlo tampoco. Luego claridad, ninguna. Más bien borrosidad y humo. Se trata de quedar bien ante la progresía mermada de Sumar, tras la huida de Compromís y de la Chunta. Sin llegar nunca al radicalismo de Podemos. Imitando más bien a Otegi y Rufián, un día en contra y otro no sabemos. Poniéndose muy digna diciendo que «nuestros ministros no roban (voy a ser clara)».

Pero no sólo vale con denunciar la corrupción del ladrón: habrá que hacer algo para evitar que se diga que quienes mantienen a los corruptos son también corruptos (políticos), que es lo que se empieza a comentar ya sobre Sumar y el PNV de Aitor y Alzaga (socio de Antxon, presunto de Cerdán), lo mismo que de Rufián, Otegi, Puigdemont. Todos mirando para el PP, como Abascal, cuando deberían mirar a Sánchez.