Drogas

Mi hijo adolescente ha llegado a casa borracho, ¿qué puedo hacer?

Mi hijo adolescente ha llegado a casa borracho, ¿qué puedo hacer?
Mi hijo adolescente ha llegado a casa borracho, ¿qué puedo hacer?larazon

Afrontar la situación de la llegada de un hijo adolescente a casa en un estado de embriaguez supone un reto para los padres, debido a la preocupación que produce y las diversas consecuencias negativas del consumo de alcohol en los jóvenes. Carla Valverde García y Carmen Medrano Arana, Psicólogas clínicas de Grupo Laberinto Psicoterapia para la Salud nos ofrecen unos válidos consejos que podemos poner en práctica siempre pero que en estas fechas tan especiales donde el alcohol está más presente, nos pueden venir muy bien a los padres.

Según datos de la encuesta ESTUDES, publicada por el Plan Nacional Sobre Drogas, relativa al periodo 2014-2015, el inicio en el consumo de alcohol en los adolescentes se encuentra en torno a los 13 años, habiéndose incrementado la cantidad de alcohol consumida por los jóvenes, así como el consumo por “atracón” o "binge drinking", consistente en beber grandes cantidades de alcohol en poco tiempo, llegando a un estado de embriaguez, especialmente los fines de semana.

Son muchos los posibles perjuicios del consumo de alcohol en los adolescentes, tanto sobre la salud (en el crecimiento, funciones cognitivas, desarrollo de patologías orgánicas, futura dependencia), como a nivel social (relaciones sexuales no seguras, implicación en peleas u actos violentos, conducción de vehículos en estado de embriaguez), familiar (incremento de tensiones en el entorno familiar), personal (abandono de actividades del estudio y hábitos de vida saludables) y psicológico (desarrollo de trastornos emocionales depresivos, de ansiedad, comportamentales, etc).

¿Por qué mi hijo bebe?

En primer lugar, es importante conocer las razones por las que nuestros hijos consumen alcohol y los motivos por los cuales dicho consumo puede volverse problemático. La diversión, la búsqueda de sensaciones nuevas o placenteras, la desinhibición, la presión grupal y el deseo de sentirse identificado y socializarse con el grupo y la falta de recursos personales asertivos para “decir no” frente a los deseos de los otros, son algunas de las razones por las que los adolescentes consumen alcohol.

Ser adolescente no es fácil. Muchas veces, la inseguridad, las dudas sobre la propia identidad, el miedo, la angustia o la necesidad de evadirse de las presiones del entorno se convierten en factores implicados. La adolescencia supone un periodo en el que los chicos/as necesitan dejar de sentirse niños e identificarse con comportamientos típicamente adultos. Suelen cuestionar y oponerse a las normas imperantes de la infancia para poder diferenciarse de sus padres en la transición a la vida adulta. La necesidad de sentirse seguros les lleva a minimizar la percepción del riesgo y asumir, en ocasiones, una actitud de “omnipotencia” y falsa sensación de control, también respecto al consumo.

Como factores externos se encuentran la falta de alternativas de ocio saludables, de información o de una adecuada educación para la salud.

Qué podemos hacer los padres

Por todo esto, es importante que los padres aborden la situación de encontrarse a su hijo en estado de embriaguez evitando actitudes tanto autoritarias como excesivamente permisivas o negadoras de la realidad con pensamientos del tipo, “es normal a esta edad”, “todos los chicos lo hacen”, “disminuirá según vaya creciendo”, etc. Las actitudes alarmistas, tendentes a la dramatización, o un exceso de protección tampoco ayudan, ya que solo contribuirán a un incremento de la angustia en los adolescentes.

La imposición, los castigos o la catastrofización, pueden contribuir a aumentar las conductas de oposición y rebeldía, la ocultación e incremento del consumo, minimizando la propia responsabilización frente al mismo. La mejor opción consistirá en mantener la calma, no dejándonos llevar por la reacción emocional que nos suscita el hecho del consumo, y favorecer el diálogo con nuestro hijo/a, buscando un momento óptimo para hablar de lo ocurrido, mientras mantenemos una actitud receptiva y tratamos de analizar cuáles han sido las razones que han llevado a nuestro hijo a consumir alcohol. Escucharle de forma abierta y sincera, poniéndonos en su lugar, se tornará fundamental para mantener la alianza, el sentimiento de confianza y poder afrontar juntos situaciones difíciles.

Esto nos permitirá diferenciar si se trata de un comportamiento puntual o aislado, o de una conducta repetitiva que pueda estar resultando perjudicial, así como abordar las causas que subyacen al consumo.

Claves para la prevención

Un apego seguro y la buena vinculación padres e hijos, así como el nivel de cohesión y comunicación familiar son claves para la prevención del consumo y el desarrollo sano de los adolescentes.

Será necesario hacerle ver que reprobamos el comportamiento de haber consumido alcohol de forma excesiva, poniendo un límite claro, sincero y coherente. Los límites aportan seguridad y estructura a nuestros hijos, ya que, aunque los cuestionen, suponen una guía imprescindible para ellos. Es necesario concretarles lo que esperamos en relación al consumo y otras conductas cuando salgan con sus amigos (horario de llegada, qué cosas pueden hacer y cuales no se permiten, dónde es apropiado estar, etc.), tratando de que estas normas sean consensuadas y negociadas, para favorecer su aceptación y cumplimiento.

Desaprobar su conducta con respecto al consumo no significa que hayamos dejado de confiar en ellos/as. Es muy importante reforzar otros aspectos de su personalidad o de su comportamiento de los que nos sintamos orgullosos. Esto le ayudará a saber que valoramos su esfuerzo en otras áreas y aumentará su motivación para desarrollar comportamientos adecuados.

Dejar que en casa exprese sus propias opiniones y tolerar el desacuerdo en algunos temas contribuirá a que fuera pueda expresar su opinión aunque sea diferente a la de los demás, incluso si esto implica decir “no” al alcohol.

Otras actuaciones convenientes pueden ser conocer sus amistades, los entornos en los que se mueve y el tipo de actividades que realiza en los momentos de ocio. Esto nos ayudará a asegurarnos de que sean saludables, si bien debemos evitar las actitudes excesivamente proteccionistas o invasivas, ya que éstas podrían contribuir a incrementar los sentimientos de invasión de los chicos/as y tender al distanciamiento y ocultación de su comportamiento. Una actitud abierta y de aceptación será la mejor opción para que puedan mostrarnos su mundo y ser receptivos a nuestras sugerencias y consejos.

Dar ejemplo

Ofrecer un modelo de consumo apropiado es, a su vez fundamental, ya que como referentes suponemos una guía para el comportamiento de nuestros hijos y no podemos esperar que realicen un consumo responsable si no lo hacemos nosotros. Crear alternativas de ocio saludable, deportivas o culturales, y pasar tiempo en familia, así como trasmitir valores e incentivar las actividades sanas de forma precoz, suponen el mejor protector ante los consumos problemáticos.

Es primordial sentar estas bases en la infancia y favorecer la prevención, para evitar que se desarrolle un problema en un periodo crítico como es la adolescencia.

¿Tiene mi hijo un problema?

Cuando todo esto no sea suficiente, o evidenciemos que no se trata de un hecho aislado, sino que encontramos otros signos de alarma que nos puedan indicar que el consumo es problemático como puede ser un consumo repetitivo, abandono de los estudios y/o fracaso escolar, cambios en el estado de ánimo, actividades consideradas de riesgo, amistades problemáticas, consumo de otras sustancias, etc, es importante plantearnos tomar medidas adicionales.

Buscar información sobre los riesgos del consumo y facilitársela a nuestro hijo, acudir al centro de salud y consultar con nuestro profesional de referencia, buscar ayuda especializada como asistencia psicológica o especialistas en el ámbito del consumo de sustancias, pueden evitar el desarrollo de una dependencia y de las consecuencias nocivas que implica el consumo perjudicial de alcohol.