Gente
Así es Alejandro Altaba, el hijo mayor y desconocido de Chábeli Iglesias
Acaba de cumplir 18 años y el año que viene ingresará en la universidad para estudiar «business».
Cada uno de los miembros de la saga Preysler en todas las variaciones (Iglesias, Falcó, Boyer) han sido famosos desde la cuna. No pudieron elegir si querían esa repercusión mediática hasta que fueron mayores. Cada uno buscó su camino y la manera de rentabilizar los apellidos. Salvo Enrique, que ha triunfado sin la ayuda que le podía brindar el ser hijo de Julio Iglesias, el resto lo han hecho con mayor o menor repercusión desde que cumplieron la mayoría de edad. Ahora ha pasado lo mismo con Alejandro el hijo mayor de Chábeli y Christian Altaba. Ha cumplido la mayoría de edad y por lo que se vislumbra quiere seguir manteniendo un perfil casi invisible. Desde que nació hasta los doce años aparecía en reportajes familiares con sus padres en Estados Unidos y con su abuela Preysler cuando viajaban en familia a Madrid para pasar las Navidades en la mansión de Puerta de Hierro. Una de sus últimas apariciones, cuando aún era un adolescente, fue con su hermana Sofía que ahora tiene 8 años y su madre en la casa de Miami. Después no se supo más hasta que acudió a la boda de su tía Ana Boyer con Fernando Verdasco, hace dos años.
Genética paterna
En la foto familiar asoma en segunda fila y con pocas ganas de ser protagonista colateral. Al menos con respecto a otros invitados que tuvieron más relevancia. Para la familia Verdasco hasta que no se lo presentaron no sabían quién era el muchacho alto que procuraba escabullirse. La única referencia que tenían del joven era como la del resto de los seguidores de la «tribu» Preysler. Un niño pequeño con flequillo y con una genética más parecida a la paterna que a la materna que desde su nacimiento había sido portada de la revista «¡Hola!», a la que Tamara Falcó llama «nuestros álbum».
«Se le veía muy tímido. Muy pendiente de su madre y de su hermana pequeña y un tanto desubicado. Estaba claro que no le gustaba llamar la atención», recuerdan invitados de la parte del tenista que acudieron a la boda en Moustique. Efectivamente, Alejandro Altaba no quiere ser famoso. Al menos por ahora. Lo que sí parece estar muy claro es que su vida va a ser muy diferente a la de su madre, cuya presencia en los medios era hasta ahace unos años cíclica. De vez en cuando regresaba a Madrid para ser imagen del algún producto pero nunca llegó a conectar con la Prensa como si lo hacían (y hacen) Tamara y Julio José. Su trayectoria ha sido a la inversa que las de sus hermanos. Mientras ellos quieren mantenerse en el circuito público, la primogénita del cantante ha desandado el camino. Y no solo ella sino también Alejandro y la pequeña Sofía de la que tampoco se sabe mucho.
De la hornada Preysler la primera que se dio cuenta de lo que significaba haber nacido en cuna de oro fue Chábeli y lo aprovechó al máximo. La niña se convirtió en mujer y fue la protagonista de uno de los discos más vendidos de su padre. Su trayectoria hasta 2020 ha sido una montaña rusa. Numerosos vaivenes afectivos, una boda que no se deberían haber celebrado nunca como fue la primera con Ricardo Bofill, del que se divorció enseguida. Y de nuevo amores sin final feliz hasta que conoció a Christian Altaba con el que encontró la estabilidad.
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