Gente

La Campos y Jorge Javier Vázquez han roto

Aunque cabe esperar que todo quede en especulación, rumor, bulo o chascarrillo. Cuesta creer que se deshaga así una relación de años

Mª Teresa Campos y Jorge Javier, en el plató de «Sálvame»
Mª Teresa Campos y Jorge Javier, en el plató de «Sálvame»larazon

O tal parece, aunque cabe esperar que todo quede en especulación, rumor, bulo o chascarrillo. Cuesta creer que se deshaga así una relación de años. Me cuesta imaginarlo y atribuyo el supuesto roce al excesivo temperamento que ambos tienen. A veces incontrolable. Les puede. Suerte que luego recapacitan, que vuelva la paz y quedemos tranquilos. ¡Uf! Aunque lo de ahora parece más serio y hay que darle tiempo al tiempo. Que puedan meditar y corregir tal incontenible exceso. Que digan pelillos a la mar y volvamos a lo de siempre. Ojalá. Tranquilidad y paciencia que no estamos para traumas.

Pero lo que realmente me apena es la muerte en Barcelona de Javier Escobar. Tenía 66 años. Fue un relaciones públicas excepcional y logró montar un desfile como apertura de los Juegos Olímpicos catalanes. Impactó porque fue el primero dedicado a la moda, con prestigio europeo y, siendo Rey, Juan Carlos lo consideraba mucho. Lo conoció en organizaciones regateras de Palma, también en la ya parece que irrepetible Expo sevillana que marcó un hito. Escobar todo lo montaba exquisitamente: con gusto, mimo y perfección, y a eso añadía su trato y elegancia personal siempre muy sobresaliente. Creó escuela pero pocos la siguieron, ¡ay! Pasmaba a los extranjeros en Gaudí o Cibeles y la mallorquina Copa del Rey, hoy ya ni sombra de lo que fue cuando la patrocinaban los Perfumes Puig con el risueño Enrique al frente.

Javier Escobar
Javier EscobarLa RazónLa Razón

Tiempos aquellos que, como canta la zarzuela, no volverán. Impresionó en los Juegos Olímpicos, aquí la nostalgia no es un error. Pero causa melancolía de una España mejor. Escobar perteneció a ella y lo mismo cautivó a Lacroix que, con solo veinte años en Ibiza, deslumbró a Armani quien, seducido físicamente, intentó ficharlo y llevárselo para más que consejero. No lo consiguió porque Javier era feliz, ya tenía lo suyo y vivía para él. Rechazó el ir y venir mundo adelante, de París a Nueva York donde, sin embargo, llevaba las propuestas de una moda refinada y única desconocida fuera de aquí, salvo los excepcionales casos de Pertegaz. Impactó en América. Fue nuestro primer modista en crearlo. Hasta en eso innovó mientras vestía con hasta veinte modelos cada temporada a Bibis Salisachs. A Pertegaz quisieron llevárselo a Nueva York y México pero prefirió no moverse. Escobar tampoco se movió de la Ciudad Condal aunque colaboró en la organización de eventos mundiales.