Cantora
Isabel Pantoja encuentra consuelo entre los gatos
El estado de desánimo es total, ha dado permiso a los trabajadores de “Cantora” para que no haya filtraciones pero está dispuesta a dar la batalla frente a las acusaciones
Las deudas agobian su economía, una generosa admiradora le reclama cien mil euros que le prestó hace tiempo, lleva meses sin pagar las cuotas de la hipoteca de Cantora, su hijo Kiko la considera una «estafadora», su madre, enferma de Alzhéimer, ya no la reconoce, y su prima Silvia arremete contra ella sin piedad en la tercera entrega de «La herencia envenenada» en Telecinco.
Una persona cercana a la tonadillera nos desvela su estado de desánimo, pero también sus intenciones de «morir matando. No reconoce sus errores, y su obsesión por el dinero la empuja a enfrentarse contra quien sea, incluyendo a su propio hijo, en los tribunales. No es consciente de que en esta pelea tiene todas las papeletas para sufrir un KO».
Un repartidor que estuvo hace unos días en la finca presenció una escena muy curiosa: «La señora Pantoja paseaba por el campo y jugaba, y hablaba, con sus gatos. Estaba sola y se le notaba preocupada, sin la sonrisa que suele exhibir...». Le llueven las críticas y cuando el hermanísimo le pone al tanto de todo lo que hablan de ella pone el grito en el cielo. Es lo que sucedió el pasado viernes al enterarse de que su prima pequeña se refería a ella con total desprecio. Ya piensa en demandarla.
Pero sus fans más extremas están dispuestas a salir al rescate, esas que hicieron donaciones para los trabajos de rehabilitación de Cantora, la adquisición de una máquina de coser y una Thermomix, o que le llenaban de alimentos los carros del supermercado. Es la fuerza de choque pantojil, las que no la abandonan en lo malo, esas que pagaron doscientos euros por cabeza par asistir a una fiesta de cumpleaños de su «diosa». Isabel confía en ellas plenamente, y Celeste y Mari Ángeles son las abanderadas, las que actúan de intermediarias entre la cantante y sus admiradoras.
Hoy, Isabel no encuentra otros apoyos, recluida en la finca, sin ganas de nada, volcada en su madre y malaconsejada por su hermano, echa de menos a sus nietos, aunque no hace nada por verlos. Los gatos no entienden de conflictos, oyen las palabras de su dueña pero ni contestan, se limitan a jugar con ella en una parcela en la que ya no se celebran las fiestas familiares del pasado. Prefiere a los mininos, que no pueden llevarle la contraria.
El «mayordomo» perfecto
Isabel Pantoja se siente sola, muy sola, pero no está dispuesta a dar su brazo a torcer y priorizar el diálogo para resolver sus diferencias. No quiere que existan filtraciones sobre su estado anímico y ha dado permiso a sus trabajadores en estos días tan convulsos, prescinde de testigos; así, el Tito Agustin es su chico para todo, hace la compra, limpia, es el paño de lágrimas de la artista, incluso cocina. El «mayordomo» perfecto.
El abogado de los hermanos Rivera, de Fran y Cayetano, intentará esta semana llegar a un acuerdo con Isabel Pantoja para que devuelva de una vez por todas las pertenencias que Paquirri dejó a sus hijos mayores. Y como Pantoja asegura que no recuerda haber firmado un documento reconociendo dicho legado, el letrado, Joaquín Moecker, le envió el pasado jueves una copia de dicho documento al que LA RAZÓN tuvo acceso y que publicó.
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