Éxito
Descubrimos los planes de Ana Obregón para 2021
La noche de este 31 de diciembre supone el principio de su nueva vida.
Emotiva y nerviosa. Ana Obregón fue un puro homenaje a su hijo Aless en sus Campanadas más tristes, pero, al mismo tiempo, más entrañables.
La inolvidable Mari Carrillo, una señora de la escena, me dijo en una ocasión que “no hay mayor tragedia para una madre que sobrevivir a un hijo”. Bien sabía ella lo que decía, porque, desgraciadamente, tuvo que superar la muerte de una hija.
A Ana le costó entender que debía salir del abismo tras el prematuro adiós de su vástago con apenas 27 años. El cáncer no conoce edades.
Por eso, la noche de este 31 de diciembre supone el principio de su nueva vida. Fue su mejor amiga y representante, Susana Uribarri, quien le convenció para esta reaparición mediática tan esperada. Y hoy confiesa que “veo un rayo de luz en la mirada de Ana, me siento orgullosa de ella, de su fortaleza y del amor que guarda hacia Aless. El duelo sigue presente, pero el ánimo empieza a salir y le ayuda a encarar este 2021 con la convicción de que hay que recuperar la ilusión por la vida”.
En este sentido, las ofertas profesionales no le faltan, desde una obra de teatro a una serie de televisión.
Me desvelan que ya tiene decidido recuperar su carrera de actriz en la pequeña pantalla, pero es un secreto bien guardado. Será la próxima semana cuando Susana comience las negociaciones con TVE. Y es posible que en las reuniones también se hable de presentar un programa de variedades.
Pero quiero volver a las Campanadas de una noche marcada por el contagio de las lágrimas de Ana a una audiencia entregada y… enternecida.
No se me olvidarán nunca sus sentidas palabras, sus frases convertidas en homenaje a ese hijo que nunca volverá: “en anteriores ocasiones, siempre que presenté las Campanadas, dedicaba un beso a Aless, que me veía desde casa, hoy le mando ese beso hacia el cielo. El me decía que lo más importante es dedicar tiempo y amor a las personas a las que más quieres, porque, cuando te vas, es lo que te llevas.”
Su rostro ensombrecido por el recuerdo, sus ojos luchando contra las ganas de derramar lágrimas, y un mensaje a “todos aquellos que han perdido un ser querido en este año que hoy nos deja. Pido que se destine más dinero a la investigación contra el cáncer. Dejamos atrás un año en el que toda España se ha volcado, mi padre dice que lo mejor de este país son los españoles.”
Enfundada en un vestido blanco diseñado por Alejandro de Miguel, Ana ha recordado que este color es de luto en algunas culturas. Y su compañera en este fin de año televisivo, Anne Igartiburu, agarrándola de la mano y unida a su inmenso dolor con gestos de cariño, se sumaba así al deseo de todos de recuperar a la Ana de siempre, a esa mujer de la eterna sonrisa.
Fueron las “CampaAnas”, como ambas las definieron. Eran las nueve de la noche del último día del año cuando Obregón aparecía en el piso de la madrileña Puerta del Sol. No iba sola. A su lado Susana Uribarri y alguien muy especial en su vida, su fiel e incondicional amigo y confidente, Raúl Castillo, Ra, presente siempre en sus alegrías y, sobre todo en sus tristezas.
La vida ha sido cruel con Ana Obregón, nadie lo duda, pero el futuro que le espera está lleno de proyectos que le ayudarán a salvar el precipicio.
✕
Accede a tu cuenta para comentar