Mentiras, victimismo y agresiones
Así fue el matrimonio de Rocío Carrasco y Antonio David Flores
Todos los detalles del episodio más oscuro de la vida de la hija de Rocío Jurado
“Lo conocí en el verano de 1994 en Chipiona. Nada mas llegar me fui a la playa y allí, me lo presentó un amigo. Él le dijo “mira es Rocío, la hija de Rocío Jurado” y lo primero que me dijo es “¡Ah!, ¿sí?, yo no te conocía”. Fue su primera mentira, de un periplo de veinte años. Lo descubrí cuando fui a su casa a Málaga porque la madre era fan de la Jurado y tenía todas las revistas en las que salía mi madre y también yo. Estaba destinado en Chipiona y vivía en un piso alquilado al dueño de un bar que era amigo de mis padres. Yo me iba con un paquete de pipas al cuartel a estar con él y sus compañeros. El primer beso fue en la piscina del Hotel Brasilia, que es de una prima mía, y nos hacen unas fotos. Así es como se entera mi madre, viendo la revista. Mi madre me preguntó por él y se lo presenté. Fue el año que a mi madre le pusieron el monumento en Chipiona y yo se lo presenté ahí incluso. Yo en ese momento, pensaba que me estaba enamorando y eso, ahora que lo sé, no lo era, era la ilusión de una cría de 17 años.”
Del internado a Argentona por amor.
“Yo supongo que ella se creería que eso se iba a quedar ahí, que era un noviete de verano y que me iría a Madrid y ya. A mí, al internado, me llegaban noticias, que si estaba con una motera, con una ex de él...Pero en aquella época quieres creer a la otra persona que lo justificaba diciendo que no quieren que tú, la hija de Rocío Jurado, estés con un Guardia Civil. Nos contactábamos por carta y por teléfono. Luego las cartas las utilizó en prensa y las vendió”.
“Cuando nos separamos, él se llevó un montón de documentación de mi casa, entre ella, estaban las cartas, las suyas y las mías. En el internado me lo pasé muy bien. Tengo grandes amigos aún, tanto de los alumnos como de profesores. Yo me quedaba allí y veía a lo lejos el tejado de mi casa de La Moraleja. Si durante la semana no sacabas una nota media no te dejaban salir el fin de semana y a él lo cambian de Jerez a Argentona. Le prometo a mi madre que voy a sacar buenas notas y que quería ir a verlo. Ella me dice que tengo que ir con Juan, el secretario de mi madre que era como de la familia. No me dejó ir sola y ahí decidí que cuando cumpliera los 18 me iba”.
Mi madre me suplicó de rodillas y llorando: No te vayas, va a ser tu perdición“
“Mi madre ya se había casado con Jose y yo fui con él a la boda. Se lo presentaba a todo el mundo y él estaba encantado. Ese día lloré lo indecible cuando la vi vestida de novia. Pero viéndola a ella feliz, yo era feliz. Ahí veníamos de la cornada de Cartagena de Indias que Jose estuvo a punto de morir. Yo a José Ortega Cano le he tenido siempre mucho cariño, ahora los sentimientos son diferentes. No creo que fuese una decisión acertada para ella, la de casarse.”
“El día que cumplo los 18, dejo el curso, me cogí un avión y me fui a Barcelona. Dejé a mi madre llorando en el suelo, de rodillas. Me decía “te vas a arrepentir, va a ser tu perdición”. Y me fui. Es una de las cosas que más me arrepiento en la vida, de haberle hecho eso, así, de esa manera. Mi padre me dijo:” te vas a arruinar la vida y vas a volver con una barriga, porque es lo que él quiere”. No se equivocaron ninguno de los dos”.
“Es culpa mía y yo tengo que asumir mi responsabilidad. Llego a Argentona y me voy a una casa con tres guardias civiles. Yo no tenía trabajo, ni familia, ni nada de nada. Vienes de una casa en la que tienes chofer, te ponen el desayuno, que no tienes nada que hacer, excepto ordenar tu cuarto. Yo no había hecho un huevo frito en mi vida y allí hacía la comida para todos. Nadie me controlaba y hacía lo que yo quería. Me sentía mayor, estoy con la persona que quiero, me sentía feliz. La convivencia empieza bien pero muy pronto me doy cuenta que, las cosas que me decían, podían ser verdad. Desaparecía y aparecía con la novia de un compañero, Cori, o con otra, una profesora de fitness que era impresionante...y te vas escamando”.
Antonio David es detenido por quedarse 25.000 pesetas de una multa.
“Yo se lo decía y él lloraba, utilizaba el victimismo, lo que se ve ahora en la televisión. Me había ido por mis cojones y no quieres admitir que había metido la pata. Yo no contaba mis problemas y tenía que asumir lo que me venga. Me acuerdo que les vi a los dos en la calle, muy juntos, y me dio la sensación de qué esta pasando, pero yo no me iba a ir a mi casa. Era una forma de defensa contigo misma. Aquí era la marabunta, la hija de Rocío Jurado se ha ido a vivir, con 18 años, con un guardia civil a un pueblo. Luego ocurre lo de la multa y aquello ya fue...
“Yo estaba en la casa y suena el teléfono y esta persona coge el teléfono y se queda como de piedra y me dice “que me tengo que ir al cuartel”. Pasan horas y no regresa. Yo me enteré que le habían detenido y cuando regresa a casa me dice que ha sido por error, que le han denunciado porque su compañero ha parado a un conductor y éste les denuncia. Yo le creo y me dice que todo es porque es mi novio, que no permiten que sea personaje porque era Guardia Civil. Creo que es la primera vez que le aparece una mano negra. Me dice de todo, en vez de decirme la verdad: que hemos multado a uno y yo me he quedado con 25.000 pesetas y mi compañero, creo que se llamaba Héctor, con las otras 25.000. Y yo a muerte con él y me partía la cara con quien fuera”.
Se emiten las imágenes de una bronca mítica de Rocío jurado y Ortega Cano con la prensa en el aeropuerto. “¡Sois destructores!” grita la Jurado a los fotógrafos, mientras el torero arremete contra ellos cuando les preguntan su opinión por la noticia que afectaba a Antonio David. Rocío Carrasco recuerda aquello: “Mi madre, que siempre ha tenido una buenísima relación con la prensa, de respeto mutuo, y no entendía por qué esa relación se había quebrado por parte de la prensa. Creo que se puede preguntar de todo pero es la forma en qué se pregunta. Mi madre me pregunta: “¿Tú qué piensas?”. Ella me creía a mí y yo, le creía a él.”
“Estábamos acostumbrados a que la casa ardiera pero que no saliera el humo”.
“Mi madre no permitía que su vida se convirtiera en un chisme. Los temas de casa se trataban en casa y estábamos acostumbrados a que la casa ardiera pero que no saliera el humo. A él lo ponen en arresto domiciliario y le suspenden de empleo y sueldo hasta el juicio. Arresto que él se salta varias veces. Nos fuimos a comer y unos chavales le llaman “chorizo”, “ladrón” y él se va a por ellos. Yo veo que son niños y trato de pararle, pero él les agrede fisicamente con la mala suerte que al que agrede es el hijo de su cabo del cuartel de la Guardia Civil y hay un juicio y le vuelven a arrestar. Él dice “a mi no me echaron”, y no le echaron por diez minutos, porque yo le dije causa baja y vete porque te van a echar mañana. Seguramente no fue la primera vez que se quedaba con el dinero de una multa. Pero, ese ciudadano que le denunció es intimo amigo de un teniente coronel de Barcelona. Mientras dura el proceso de instrucción, pasan muchas cosas, la prensa estaba muy encima y teníamos mucha presión. Vendiésemos o no exclusivas, íbamos a salir igual y me dije aquí todo el mundo gana dinero menos yo.
Tras un grave accidente de moto, comienza el maltrato verbal y físico.
“Un día me voy con una amiga, Angélica, en moto a Mataró. Había un Nissan Terrano parado en el semáforo y cuando pasamos, se abre la puerta y me lanza de la moto. Caí en la acera y cuando me fui a levantar, vi que mi pierna estaba suelta y se me salía un hueso. Me llevaron urgencias y me trasladaron después de Mataró a Barcelona para operarme. Vino esta persona (David) con mi madre. Estuve un año con una bota ortopédica y la convalecencia como no me podía mover con soltura, necesitaba a alguien para ayudarme. Unos amigos que eran pareja nos dijeron que nos quedáramos con ellos en su casa. En esa casa ya hay algún episodio de agresión verbal de él hacia mí. Le daba igual quién estuviera delante. Me decía inútil, no vales para nada, estas gorda, pareces tonta...no es la palabra, era la forma. El tenía una cara de puertas para dentro, prepotente, él lo sabía todo y la otra, cuando había cámaras, y era todo besos, que guapa...Cuando te ibas a la cama, en intimidad, me decía que yo te quiero, que hago esto por tu bien, que si haces eso o dices, la gente qué va a pensar y no te dabas cuenta de la gravedad que eso tiene. Llega un momento en que lo normalizas. Hubo una o dos veces, estando en casa de Cristina Cárdenas, que la cosa llegó a mayores: un tirón de pelo que no recuerdo el por qué, y siento que me tengo que ir pero sé que no lo voy a hacer, y por otro lado, estoy aquí que no me puedo mover pero lo reviento. No hice ninguna de las dos cosas”.
“Hay muchos episodios de esa época que, igual por defensa emocional, los he olvidado. Otros que justificaba y los dejaba pasar. Después de eso llega un llanto, estoy nervioso, cosas que justifico, creo y disculpo. Entonces lo veía normal. Ahora pienso que poco sabía yo entonces que iba a ser mi verdugo.
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