Casa Real
Máxima de Holanda cumple 50 años en su peor momento
Una biografía no autorizada la presenta como una mujer producto de la sociedad argentina más clasista que solo ansiaba «casarse bien»
Hoy la reina Máxima de los Países Bajos cumple 50 años siendo uno de los miembros más queridos y admirados de la Casa Real holandesa, aunque con un descenso de su popularidad tras el viaje realizado en plena pandemia por parte de los soberanos a su casa de veraneo en Grecia en octubre del año pasado. El último sondeo del mes de abril muestra una caída notable de la aprobación de los holandeses hacía la argentina que ha pasado de un 83% a un 68%. Cuatro de cada diez encuestados cree que el matrimonio real “no sabe bien lo que ocurre en la sociedad durante la pandemia”.
Coincidiendo con su cumpleaños, varias biografías no autorizadas hacen repaso de la vida de la actual Reina y dan una imagen de ella algo menos idílica de la acostumbrada. El mejicano Rodolfo Vera Calderón y la argentina Paula Galloni presentan en su libro: “Máxima. La construcción de una reina” a una mujer aleccionada desde niña por su padre para “casarse bien”. Según los autores la actual soberana es una mujer con grandes habilidades sociales: natural, simpática y divertida, un auténtica encantadora de serpientes que ha utilizado estas dotes para conseguir todo aquello que siempre se ha propuesto. Pero como demuestra el reciente viaje a la península del Peloponeso (Grecia), “ella es muy simpática, pero no siempre es empática”, según asegura a La Razón Vera Calderón. La soberana no siempre ha interiorizado el sentido del deber que caracteriza a las monarquías.
Más que una mujer interesada o una trepadora social, Máxima es producto de su familia y sus circunstancias. “En América Latina las sociedades son muy clasistas. Para ascender o avanzar económica o socialmente tienes que aprender a relacionarte. En estas sociedades tristemente no hay una igualdad de oportunidades para todo el mundo”, explica Vera Calderón para quien el padre de Máxima tenía “esa escuela” cuando se casa con “una mujer de dinero, con tierras. A través de ella entra en el círculo de los terratenientes que en Argentina son familias poderosas. Aunque él nunca fue un terrateniente, lo fueron acercando al poder político y se convirtió en secretario de Agricultura de un dictador”.
Precisamente el vínculo de su progenitor con el dictador argentino Jorge Rafael Videla hizo que los padres de Máxima no pudieran acudir a la boda de su hija con el entonces príncipe Guillermo celebrada en 2002 en Ámsterdam. El parlamento del país realizó un informe en el que aseguraba que si bien Jorge Zorreguieta no estuvo directamente implicado en las desapariciones y asesinatos de la dictadura era muy difícil de creer que no supiera lo que estaba pasando. A pesar de este negro capítulo, durante la ceremonia de la boda, Máxima fue homenajeada con la interpretación de un tango. Embargada por la emoción al acordarse de sus familia, rompió a llorar. Aunque en las familias reales mostrar los sentimientos en público suele ser considerado un síntoma de debilidad de carácter, este gesto aumentó su popularidad entre los holandeses que vieron en la futura reina a una mujer injustamente castigada. Una vez más, el carácter extrovertido de Máxima hizo que desapareciera cualquier posible prejuicio en su contra.
En realidad y debido a este ascenso progresivo de sus padres en la escala social, Máxima Zorreguieta siempre formó parte de círculos exclusivos, aunque su familia era de clase media, no rica. En cierta forma la actual reina siempre fue una desclasada, con una gran habilidad para adaptarse a diferentes ambientes. Sus padres no pudieron acceder a que estudiara en un colegio católico ya que no podían presentar un libro de familia. El padre de Máxima estaba casado con su primera mujer cuando conoció a la madre de la actual reina y en esos momentos los proceso de divorcio eran muy complicados. Esta separación matrimonial ocasionó bastante revuelo en al conservadora sociedad del momento. Al final, Zorreguieta acabó ingresando en la escuela de Northlands, una de las más elitistas del país, a pesar de su carácter laico.
Tras estudiar Economía en Argentina y tener sus primeros empleos en entidades financieras, Máxima partió rumbo a Nueva York sin tener trabajo. Nada más llegar, su amistad con Raúl Sánchez Elía, emparentado con los Botín, hizo que se codeara con otros jóvenes latinoamericanos de familias ricas. A pesar de que Máxima no tenía estudios en ninguna de las grandes universidades norteamericanas, fue poco a poco haciéndose un hueco con trabajos en diversas entidades financieras y disfrutando de la dolce vita newyorkina. Fue una vieja compañera del colegio a la que se reencontró en Manhattan la que organizó un cita de dobles de parejas, con un viaje a la Feria de Sevilla en la que las dos jóvenes argentinas tendrían de acompañantes a Guillermo de Holanda y Federico de Dinamarca.
Nada más conocerla, el joven príncipe se enamoró locamente de Máxima y semanas después fue a visitarla a Nueva York. A pesar de la obsesión de Máxima por “casarse bien”, nadie niega que la relación entre los actuales soberanos haya sido un amor auténtico. Tras desvelarse el idilio y tras comprobar que la relación iba el serio, la actual reina pidió un traslado a Bruselas para seguir trabajando en la banca. En realidad, en la capital comunitaria comenzó su preparación como futura reina de la Casa Orange: estudió holandés durante 8 horas el día y consiguió dominarlo en seis meses, lo que conquistó a los holandeses.
“Llegó a dónde quiso llegar”
“Fue muy perseverante, es una mujer muy resiliente. Máxima con sus luces y sus sombras es una ganadora, es una mujer que llegó a dónde quiso llegar, superó con creces las expectativas de sus padres”, explica el autor de libro.
Como princesa y después reina, Máxima ha sabido construirse a sí misma a base de naturalidad y sonrisas. En ningún momento se le ve incómoda o envarada por ser el centro de atención y ha sabido reinterpretar el boato de la monarquía con sus atuendos coloridos y quizás algo extravagantes.
A pesar de esto, la reina ha cometido importantes errores como asesora de su marido. Aunque no se ha criado en palacio, no siempre parece entender el pulso de la calle. Antes de su polémico viaje a Grecia, sus planes iniciales de comprar una segunda residencia en Mozambique (África) acabaron siendo abortados ante la oposición del país por los altos costes de la vivienda y desplazamientos. También ocasionó polvareda la multimillonaria remodelación de su residencia habitual. Pero hasta el momento, la amplia sonrisa de Máxima había conseguido eclipsar cualquier patinazo.
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