Cambiar de rumbo

Roberto Coin, de hotelero a joyero

“Yo siempre he sido rico, aunque cuando no tenía nada”

La historia de Roberto Coín no es una cualquiera, él tampoco es una persona más, de esas que no tienen nada que contar, sino todo lo contrario. Es posible que al haber perdido a sus padres de pequeño, le dió el ímpetu que a sus ...equis años, aún conserva y de qué manera. Tanto es así, que preguntarle sobre su jubilación, resulta inútil.

Tranquilamente suelta, durante la entrevista, que actualmente inventa, crea y produce cerca de seiscientas joyas anuales, las vende en más de sesenta países y tiene ochenta y tantos puntos de venta en todo el mundo. Cuando lo dice no se inmuta, lo dice como quien dijera tengo una joyería y estoy abriendo otra...Hablamos de una persona que durante su época de hotelero fue felíz y triunfó. Para disfrutar cada minuto de la vida se nace, es un carácter, pero la felicidad no llega sentado en un sofá, no, para nada. La inquietud permanente de Roberto es alucinante, con todo lo que contó olvidé preguntarle cuántas horas duerme, seguro que pocas.

Nacer en Venecia da un punto especial, no sé si calificarlo de exótico, pero de lo que sí estoy segura, es de la visión comercial que tienen los venecianos dentro y fuera de los confines de su patria. Ellos, que han vivido, desde que existen, creando, vendiendo, exportando e importando, nunca nada ni nadie, les ha detenido. Tienen sangre de emprendedores, son buenos negociantes y además son “solares” como se dice en italiano, es decir, tienen luz en sus caras y en sus miradas, en sus vidas. Tienen un aura que se ve de lejos, obviamente hay de todo como en “la viña del Señor”. Es fabuloso que a pesar de estar rodeados de agua y vivir sobre ella, cosa que a los que somos urbanitas de nacimiento (como la que escribe) que para llegar a un río, necesitaba 4 horas de camino desde mi casa de la Ciudad de México ya, ese simple hecho, me desalentaba para hacer algo, a ellos en cambio, no les echa para atrás casi nada, ni embarcarse, ni el embrollo de cargar y descargar mercancías en barcos, canoas, góndolas o lo que se tercie, ni el tiempo para llegar a otro destino, ni todo el esfuerzo que tienen que hacer, inclusive, para hacer cada día la compra y llevar el pan, los huevos y la leche a sus casas, y eso marca, marca para siempre. Coin hace años que no vive en Venecia, aunque sigue siempre cerca, va y viene constantemente. Su base está en Vicenza pero lo veneciano se le nota por los cuatro costados.

Esta ciudad que está a 40 minutos en tren desde la estación de tren de Santa Lucía en Venecia, es un lugar tranquilo, nada que ver con el ir y venir de turistas ni de las góndolas, pero, no por ser tranquila y pequeña, deja de tener importancia, y esto radica en algo muy importante, es decir, es la zona del Veneto en donde hay oro. La web de la ciudad propone un itinerario para descubrir el oro de Vicenza.

Roberto Coin en su despacho de Vicenza
Roberto Coin en su despacho de VicenzaAlicia Romay

Y como no podía ser de otra manera, Roberto Coin cuando decidió convertirse en joyero, se trasladó sin pensarselo y voilà, aquí tenemos el resultado: su marca es una de las más conocidas en varios países del mundo.

Él dice que con la creatividad se nace porque aunque se estudie en la universidad, si no naces con este “don”, poco se podrá hacer si lo que se quiere es dedicarse al mundo de la moda, del diseño o de las joyas. Soñaba con llegar a ser campeón del mundo como deportista, practicaba la gimnasia, el fútbol y el rugby no le faltó durante su vida en Inglaterra, le daba también al squash con el que consiguió ser campeón en su entorno y también probó con la esgrima, “yo lo único que buscaba era ser un campeón” confirma. No ha sido campeón en los deportes pero su éxito como joyero internacional no tiene lugar a dudas.

Una de las piezas más laboriosas, el león "con la melena que baila"
Una de las piezas más laboriosas, el león "con la melena que baila"Alicia Romay

Se marchó de Venecia y estudió en hotelería en Suiza, a los diez y nueve años, compró una cafetería en la isla de la Manica en las Islas Anglonormandas en el Canal de la Mancha, después se animó con la idea de tener un restaurante y también lo compró junto con otros socios, no estaba satisfecho y adquirió el hotel, que ahora es famoso, el Duke of Richmond. Entre sus huéspedes estaban Tom Jones y Charles Aznavour, esto le encantaba y le sigue gustando lo de la hotelería, pero ser hotelero, según confiesa, tiene un problema: “siempre tienes que estar allí y yo tenía necesidad de recorrer el mundo”.

A la fecha ha visitado ciento once países. No se arrepiente de haber aceptado vender su hotel a buen precio e iniciar una nueva vida, aunque con lo que hacía antes también era feliz. “Pero eso sí,- aclara- una cosa es tener el deseo, otra es tener la capacidad y por último hacerla”.

Cuando en la vida estás solo, te vuelves fuerte y no tienes miedo de nada.

Se siente orgulloso de dos o tres cosas, de estar en la junta directiva del Consejo Mundial del Diamante, la Bolsa de Valores de Diamantes de Panamá y la junta directiva de la Bolsa de Valores de Dubái, de tener tres hijos y cuatro nietos. Mi suerte nació de una historia de pura mala suerte, aprendí de alguien bueno, supe escuchar”.

Pilar, mi esposa española, es también muy buena en su trabajo, trabajamos muy bien juntos, llevamos casados 32 años.

Ya me decía Pilar Coín durante nuestro encuentro en Roma , publicado en La Razón, cómo han conseguido en todos estos años crear esta empresa que es imparable. Desde que volví de Vicenza no había vuelto a entrar en la web de Roberto Coin y hoy que lo he hecho, ya tienen novedades. ¡No paran nunca!