Mochi, el Gran Capitán que sostiene al Rey Juan Carlos I

Mochipisa por donde pisan los Reyes y Jefes de Estado. Lugares como la abadía de Westminster o la catedral de Atenas en los funerales de la Reina Isabel II y Constantino de Grecia. Y camina al ritmo que marca el Rey Juan Carlos I. A su vera y sin necesidad de mostrar galones, títulos o un puesto en la línea de sucesión para arrogarse tal derecho. Vicente García-Mochales –su nombre completo– ocupa desde hace un tiempo un espacio que trasciende a su cargo como teniente coronel de la Guardia Civil y jefe de seguridad del Emérito. Es su lazarillo, su apoyo y una persona de confianza. Fiel como el Gran Capitán para los Reyes Católicos y confidente como Lady Susan, 62 años al servicio de Isabel II.

No se van de nuestras retinas las imágenes de estos dos hombres durante la ceremonia fúnebre por el último rey griego. En la mano derecha, Don Juan Carlos sujeta un bastón y la izquierda es sostenida por Mochi. El bastón le aporta elegancia, aunque le haya costado asumir que esto no va de estética sino de estática. Pero como sostén se queda demasiado liviano para sus problemas de movilidad. Emocionado y con el cuerpo algo más quebrantado, el Rey llegó con sus dedos entrelazados a los de su acompañante como una prolongación natural de sí mismo. «Mon roi déchu», revalidaría su amiga y biógrafa Laurence Debray.

Mochi ya no pasa desapercibido y en LA RAZÓN hemos querido averiguar algo más de él. Su entorno, sin romper la discreción que le caracteriza y exige su cargo, confirma lo que se intuye en cualquier análisis gestual: «Don Juan Carlos está en buenas manos. Por su forma de guiarle y en el intercambio de miradas y sonrisas se aprecia que entre ellos se ha forjado una relación de amistad y complicidad». Cada fotografía caminando del brazo de Mochi transmite calidez, sencillez y un intercambio de generosidades que aliviará la preocupación de quienes le quieren y ayudará a dar respuesta a aquellos que todavía se preguntan por qué no es la Reina Sofía quien le lleva de la mano.

En los últimos años, Mochi hace el mismo recorrido vital que el rey emérito echándose al hombro una pesada alforja. Y no nos referimos a ese maletín del que es fácil suponer que transporta la medicación y todo lo que pueda precisar para unos auxilios básicos. Su nombre, por ejemplo, aparece de forma insistente en boca de Corinna Larsen cada vez que habla o declara contra el emérito.

Una carga pesada

Se ha visto también salpicado por algunas de las polémicas que afectan a Juan Carlos I, como el accidente en Botsuana, en 2012. Fue testigo directo y durante el vuelo de vuelta a España Mochi le comunicó a Corinna: «El Rey se nos muere. Tiene una hemorragia interna».

La anécdota, igual que todo lo demás, la contó sin comedimiento la empresaria alemana. Mochi mantiene sus labios sellados. Ni siquiera comparte con los amigos chascarrillos inocentes e inocuos. «Es un rasgo –nos advierten– que le ha caracterizado desde niño. En su trabajo, igual que en su vida personal, destaca por esa seguridad que transmite. Es leal, serio y firme en sus convicciones. Son los valores que le guían y los aplica sin esfuerzo». Madrileño, casado y padre de familia, admiten que a menudo desearía ser invisible para pasear por su ciudad y disfrutar cómodamente con su gente.

Quienes rodean a Mochi le apoyan y refuerzan, en la medida de sus posibilidades, esa vida necesariamente anónima que se hace extensible al resto de la familia. «No usan redes sociales y en su teléfono móvil ni siquiera aparece la foto de perfil», indican. Pero insisten en que lo lleva con alegría. «No hay nada que le aleje demasiado de esa reserva o sensatez tan suyas». Este carácter fue decisivo para acceder a la Unidad de Seguridad de la Casa Real en 2007. Pertenece a una familia de militares y es hijo de guardia civil, por lo que en su material genético ya llevaba inscritos el sentido del deber y la disciplina.

Viajes frecuentes a Abu Dabi

Desde agosto de 2020, es una de las personas más próximas al Rey y su cercanía se acentúa a medida que se agravan sus problemas de movilidad. Se desplaza frecuentemente a Abu Dabi y fue quien le acompañó en sus primeros meses. Aunque pasa largas temporadas con él, su residencia habitual está en Madrid. Actualmente dirige la seguridad del Emérito y se encarga de la protección y de la logística en sus desplazamientos. Cuenta con un equipo de guardias civiles que van rotando su estancia en los Emiratos. Además de los funerales, le ha acompañado a los toros, a la Fórmula 1 y a las regatas de Sanxenxo.