
Futura reina
Amalia de Holanda sorprende: la princesa heredera iniciará formación militar
Contra todo pronóstico, la primogénita de Guillermo y Máxima se suma a la tradición castrense de las casas reales europeas

No estaba en la agenda, ni se había deslizado siquiera como rumor en los mentideros cortesanos. Y sin embargo, la Casa Real holandesa sacudía este lunes las portadas con un anuncio inesperado: la princesa Amalia de Orange, heredera al trono de los Países Bajos, comenzará a finales de septiembre su formación militar. Una decisión que la alinea con el camino ya recorrido por sus homólogas europeas -Elisabeth de Bélgica, Ingrid de Noruega y Leonor de Borbón- y que la sitúa en el tablero de la realeza con un perfil cada vez más comprometido con su futuro papel institucional.
El rey Guillermo firmaba, el pasado 30 de septiembre, el decreto real por el que su hija mayor pasa a formar parte del personal de reserva de las Fuerzas Armadas. No se trata de un gesto simbólico: Amalia ostentará el rango de marinera de tercera clase en la Marina Real, así como el de soldado de tercera clase en el Ejército de Tierra y la Real Fuerza Aérea. En otras palabras, la joven princesa de 20 años entra oficialmente en la estructura militar del país, aunque con un matiz importante: no recibirá remuneración por ello y el tiempo dedicado se considerará de carácter estrictamente privado.

La noticia llega apenas unas semanas después de que viéramos a la heredera acompañar a su madre, la reina Máxima, en Washington y Nueva York, con motivo de la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas. Ahora, de vuelta en los Países Bajos, su agenda se nutre de un nuevo desafío: sus estudios en el Defensity College, institución que combina formación académica y prácticas en el Ministerio de Defensa. La princesa cursará módulos teóricos, entrenamientos y pasantías en el Estado Mayor, aunque su instrucción militar general tendrá que esperar. Amalia aún se recupera de la fractura de brazo que sufrió en junio y que requirió cirugía. Una vez completada esa fase, será ascendida a cabo.
Más allá de la sorpresa inicial, esta decisión refleja una tendencia clara: en las monarquías europeas, la formación castrense de los herederos ya no es opcional, sino casi obligatoria. El matiz en el caso neerlandés es que, a diferencia de España, el monarca no ostenta constitucionalmente el mando supremo de las Fuerzas Armadas. El papel es, más bien, representativo: inspecciones, maniobras y visitas a tropas en misiones internacionales. Sin embargo, el vínculo con el ejército sigue siendo una carta de legitimidad y compromiso para quien algún día reinará.
Amalia no se convertirá en comandante en jefe, pero sí en un rostro cercano a las Fuerzas Armadas y a la ciudadanía. Y ese es, al final, el objetivo del programa: reforzar la conexión entre la sociedad civil y el ejército, y ofrecer a los estudiantes una experiencia que combine disciplina, liderazgo y responsabilidad.
La princesa de Orange, que en los últimos meses ha ido asumiendo un perfil institucional cada vez más sólido, añade ahora un nuevo capítulo a su biografía pública. Un capítulo inesperado, que sorprende a propios y ajenos, y que deja entrever que la heredera holandesa está dispuesta a desafiar estereotipos. Porque si algo demuestra este paso, es que la corona neerlandesa sabe muy bien cómo reinventar su relato en pleno siglo XXI.
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