Dinastía

Farah Diba: la emperatriz de Irán que sobrevivió al exilio, la tragedia y el olvido

Fue símbolo de modernidad en Irán, vivió el esplendor del trono persa y pagó el precio del poder con el exilio y la pérdida de dos hijos. Hoy, a sus 87 años, Farah Diba es memoria viva de una era que se desvaneció entre lágrimas y seda

Farah Diva
Farah DivaGtres

Hay mujeres que encarnan una época. Y luego está Farah Diba, que encarnó el auge y la caída de un imperio. Fue emperatriz, musa, madre, viuda, exiliada. La última shahbanou de Persia, coronada con un aura de modernidad que deslumbró a Occidente, terminó sus días en palacios prestados, con el corazón deshecho por la muerte de sus dos hijos menores. Pero sigue en pie. A sus 87 años, su figura aún fascina: por lo que fue, por lo que perdió, por lo que simboliza.

Farah Diba pasó de los fastos de Teherán -donde el zoo privado y los vestidos de Dior eran parte del paisaje- al exilio perpetuo. Cuando la revolución islámica de 1979 expulsó a su esposo, el Sha Mohammed Reza Pahlavi, del trono, el esplendor se convirtió en tragedia. Enfermo de cáncer y rechazado por sus antiguos aliados, comenzó un periplo casi fantasmal: Marruecos, Bahamas, México, EE.UU., Ecuador, Egipto. En El Cairo, donde murió el Sha en 1980, el presidente Sadat les ofreció refugio. Allí, Farah fue regente durante breves meses. Luego, más destierro.

Pero lo peor aún estaba por llegar.

Primero fue Leila. Hija menor de la pareja imperial, princesa de cuentos rotos, belleza frágil con nombre de leyenda. Se la encontró muerta en una habitación de hotel en Londres en 2001. Tenía 31 años. Rodeada de pastillas y silencios. Creció entre algodones, pero arrastró una tristeza que ni los focos de Valentino pudieron disimular. Nunca superó la muerte de su padre. Ni el exilio. Ni la sensación de haber perdido su lugar en el mundo.

Una década después, el golpe final: Alireza, el hijo culto, discreto, apasionado por la historia de Irán, se quitó la vida en Boston. También él -según la familia- fue víctima del desarraigo. Dos hijos muertos por suicidio. Un dolor que no cabe en ninguna biografía real.

Y sin embargo, Farah sigue. En una reciente entrevista en "Town & Country", confesaba: "Pensé: tengo que ser fuerte por mis otros dos hijos, por mis nietos, y por las madres en Irán que han perdido lo mismo que yo". No hay trono, ni corona, ni imperio que se compare con esa frase. Porque Farah Diba ya no es solo la última emperatriz de Persia. Es algo más raro: una mujer que lo tuvo todo, lo perdió todo y eligió seguir adelante.