
Aniversario
Grace Kelly: la belleza intacta 43 años después
La princesa murió el 14 de septiembre de 1982, a los 52 años, tras un fatídico accidente de tráfico en Mónaco el día anterior

El 13 de septiembre de 1982, Grace Kelly conducía con su hija, la princesa Estefanía, por una carretera de Mónaco cuando perdió el control del coche. El vehículo se salió de la carretera y se desplomó por una empinada ladera en la Costa Azul. Falleció un día después, a los 52 años. En este terrible accidente, Estefanía sufrió una fractura cervical.
La memoria colectiva guarda aquella solemne ceremonia del príncipe Rainiero y sus hijos Carolina y Alberto acompañando el féretro de la princesa Grace el 18 de septiembre mientras el cortejo fúnebre se dirigía a la catedral de Mónaco.

Pero la imagen más icónica sigue siendo la de su boda religiosa con el príncipe Rainiero III de Mónaco el 20 de abril de 1956, en la Catedral de San Nicolás de Mónaco. Su historia de amor, inesperada e improbable, fue un cuento de hadas. Grace Kelly había conquistado Hollywood en su época dorada con su belleza serena y un talento que sedujo a directores como Hitchcock. Conoció al príncipe a través de amigos en común durante el Festival de Cine de Cannes de 1955 y comenzó un relato que no habría escrito ni el mejor de los guionistas.

Tenían muy poco en común. Ella provenía de una familia estadounidense de clase media, se crio en Filadelfia y se ganaba la vida en la gran pantalla. Él era el jefe de Estado de un pequeño principado casi olvidado. Hubo algo que encajó y, un año después de su romance, la pareja anunció su compromiso. La actriz dejó atrás el cine pero llevó a Mónaco su aura de sofisticación, marcando para siempre el destino del principado.
Un equipaje de 80 maletas
A su llegada, fue recibida por 20.000 personas. Llegó con 80 maletas, repletas de elegantes conjuntos para su nuevo rol como princesa. El primer gran look que estrenó fue en la ceremonia civil del 18 de abril, con un traje hecho a medida por Helen Rose, diseñadora de vestuario de los estudios MGM. Con delicados bordados florales en tonos crema y rosa, personificaba el estilo elegante y refinado que fue, a partir de entonces, su sello real. Esa misma noche, la celebración se trasladó a la Ópera de Mónaco, donde lució vestido de seda de Lanvin.
El 19 de abril, estrellas de Hollywood y la alta sociedad se reunieron en la Catedral de San Nicolás de Mónaco: Aristóteles Onassis, Conrad Hilton, el ex rey de Egipto Farouk, Churchill o Ava Gardner. 30 millones de espectadores siguieron en directo el enlace desde sus casas.

El vestido de novia, otro diseño de Helen Rose, ha pasado a la historia como uno de los más inspiradores para las novias. Con cuello alto, mangas largas y una cola de 3,2 metros, el corpiño estaba confeccionado con encaje de Bruselas y botones con incrustaciones de perlas, mientras que la falda era de tafetán. Rompiendo con la tradición nupcial real, Kelly no llevó tiara; en su lugar, sujetó el velo con un birrete. Después del festejo, la pareja partió en un Rolls-Royce, regalo del pueblo, hacia su luna de miel a bordo del Deo Juvante II, regalo de Aristóteles Onassis.
Un destino truncado
Aquel fatídico 14 de septiembre de 1982, la princesa fue trasladada de urgencia a un hospital de Mónaco y sufrió una hemorragia cerebral leve. Falleció la noche siguiente después de que su esposo, el príncipe Rainiero III, ordenara a los médicos que desconectaran su soporte vital. Fue enterrada en la Catedral de San Nicolás y miles de admiradores se alinearon en las calles para despedirla, aunque la expresión de dolor fue mundial.

Su esposo fue enterrado junto a ella en 2005. Nunca superó la muerte de su esposa. Todavía hoy, cada imagen de Grace Kelly irradia belleza. Dejó una filmografía breve pero suficiente para encarnar la sofisticación de la edad dorada Hollywood. Como princesa, atrajo glamur al principado, ayudando a consolidar una imagen moderna de este pequeño país. Sus hijos y nietos continúan su legado a través de la Fundación Princesa Grace, que apoyando a artistas emergentes en teatro, danza y cine. Su nombre permanece imborrable como símbolo cultural e icono de moda y elegancia atemporal.
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