Bohemio en Madrid

Hannover a los 70 en Madrid: más Serenísimo

El príncipe austriaco, marido de Carolina de Mónaco, mantiene desde hace tres años una relación con Claudia Stilianopoulos,

Ernesto de Hannover
Ernesto de HannoverGAAGTRES

Su Alteza Real Ernesto de Hannover. Es el tratamiento que corresponde a este pintoresco príncipe, jefe de la depuesta Casa Real de Hannover. Lo de Serenísima, que se añade a otras dinastías, mejor ni mentarlo, por la guasa que pudiera ocasionar teniendo en cuenta que una jueza austríaca le sentenció como «peligro público». El príncipe austríaco cumple esta semana 70 años y, según cuentan a LA RAZÓN algunas personas que comparten sobremesas infinitas con él en el restaurante Richelieu, uno de sus favoritos en la capital, «ni cierra ya los bares, ni hace tantos excesos». En lugar de enredarse hasta la madrugada, remata con tardeos de copas. Y ahí le encontramos, con su cabello intencionadamente despeinado, delgado y despreocupado. Una excelente mixtura de «dolce vita» y bohemia madrileña.

Clo Stilianopoulos y Ernesto de Hannover en un montaje
Clo Stilianopoulos y Ernesto de Hannover en un montajeIG: @neo.bc / GtresLa Razón

Desde hace tres años, mantiene una relación con Claudia Stilianopoulos, de 51 años, hija de la aristócrata Pitita Ridruejo. En esta artista, de gran escultura y pequeña pintura, podría haber encontrado el descanso del guerrero y, sí, serenidad, pero sin superlativos. Ernesto de Hannover no sería tal sin esa personalidad histriónica que antes de Claudia enamoró a Chantal Hochuli y a Carolina de Mónaco. A la primera, traicionó, y a la segunda, decepcionó más de una vez.

Aunque mantiene su delgadez, ya no luce esa imagen desaliñada y desmejorada de hace unos años. A la discreta Clo, como la llamaba Pitita, le aporta ese gramo de locura que acompaña al talento. Y esta le corresponde con su equilibrio. Quienes disfrutan del tardeo con él no niegan su carácter seductor, provocativo, de gesto inapropiado y cambios bruscos en sus emociones, pero resaltan su optimismo y esa bonhomía que le hace encantador. «Es teatral y exagerado, sobre todo si siente presión, pero un magnífico conversador, educado, amable y alegre. Nada que ver con la imagen que se describe de él». Y de la que se queja. Está convencido de que, si ayudara a una anciana a cruzar la calle, la Prensa informaría de que su intención era robarle.

No son prejuicios periodísticos, como él cree, sino hechos. Es uno de los personajes más controvertidos de la realeza europea. No quedan tan lejos sus disputas con su primogénito a cuenta de la herencia y la cesión del castillo familiar al estado de Baja Sajonia. O sus altercados con evidentes signos de embriaguez. O sus ingresos originados por su estilo de vida.

Parecía a la deriva y es difícil explicarse cómo su organismo ha sobrevivido a tanto sobresalto. No olvidemos que Clo, esa mujer discretísima que le cede el centro de atención, es hija de Pitita, musa de los milagros que curó la faringitis a Umbral imponiéndole las manos.