
Pendiente de juicio
Marius Borg, hijo de Mette-Marit, en tratamiento para superar sus adicciones
Mientras la princesa heredera lucha contra el agravamiento de su enfermedad, su primogénito afronta uno de los procesos judiciales más mediáticos de la monarquía europea, marcado por adicciones, polémicas y acusaciones de abuso

Todas las miradas se dirigen hacia la Familia Real de Noruega. No solo por la delicada salud de la princesa Mette-Marit, que atraviesa un nuevo empeoramiento de su fibrosis pulmonar crónica, sino también por el turbulento presente de su hijo mayor, Marius Borg. A sus 27 años, el hijastro del príncipe heredero Haakon se encuentra en el centro de una tormenta judicial y mediática sin precedentes: será juzgado el próximo 3 de febrero por 32 delitos, entre ellos violación, maltrato en relaciones íntimas y abuso sexual.
El juicio, que se celebrará en Oslo y se prolongará durante seis semanas, con 24 sesiones programadas, se anuncia como uno de los más mediáticos en la historia del país. La Fiscalía noruega ha presentado una extensa lista de cargos que incluyen violación con y sin coito, conducta sexual inapropiada y abuso en relaciones cercanas. La gravedad del caso es tal que incluso se ha barajado la posibilidad de que el propio príncipe Haakon tenga que declarar. Las penas a las que podría enfrentarse el acusado alcanzarían hasta los diez años de prisión.
Abuso de sustancias
Desde su primera detención, Marius Borg ha protagonizado un descenso vertiginoso en la opinión pública. El joven, hijo de Mette-Marit y fruto de una relación anterior a su matrimonio con Haakon, fue arrestado en tres ocasiones durante 2024. En una de ellas, se conoció su implicación en un incidente con su expareja en un piso del centro de Oslo. Tras su liberación, emitió un comunicado en el que pidió disculpas y reconoció sus problemas de adicción al alcohol y las drogas. "He luchado durante mucho tiempo contra el abuso de sustancias... Ahora voy a reanudar este tratamiento y me lo voy a tomar en serio", declaró entonces.

Ingresó en un centro de rehabilitación en Londres, pero abandonó el tratamiento antes de cumplir una semana. Meses después, sus abogados, Ellen Holager y Petar Sekulic, han confirmado que el hijo de la princesa se encuentra de nuevo en terapia farmacológica para abordar sus adicciones, aunque han evitado dar detalles sobre su evolución.
La Casa Real noruega, tradicionalmente reservada en sus declaraciones, ha manejado la situación con extrema prudencia. Sin embargo, Mette-Marit rompió su silencio hace unos meses para reconocer la dureza de este proceso familiar: "Hemos recibido ayuda profesional del sistema sanitario durante mucho tiempo. No habríamos podido soportar una situación así sin esa ayuda. Juntos, como familia, y cumpliendo con nuestras obligaciones hacia el pueblo noruego, estamos increíblemente agradecidos".
El caso de Marius Borg llega en un momento especialmente delicado para la monarquía noruega, que enfrenta la paradoja de mantener su imagen institucional mientras atraviesa una crisis personal sin precedentes. Para Mette-Marit y Haakon, el desafío es doble: preservar la estabilidad familiar y, al mismo tiempo, sostener la confianza de una nación que observa, con mezcla de compasión y desconcierto, cómo el joven que creció en los pasillos del palacio de Skaugum se enfrenta ahora al mayor juicio de su vida.
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