Desde que zarpó de Cádiz el pasado enero, la princesa Leonor ya ha pasado por Canarias y Brasil a bordo del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. Esta última parada vino acompañada de polémica tras la publicación de las fotografías en las que aparecía disfrutando de la noche de Salvador de Bahía acompañada de un chico.

Un compañero con el que habría intercambiado algún que otro beso. informaciones que se desmintieron categóricamente para dejar claro que, pese a los necesarios momentos de distracción y ocio, la heredera del trono está totalmente volcada en su formación militar sin que ningún otro asunto la distraiga.

Este jueves 5 de marzo, la princesa Leonor ha llegado junto al resto de la tripulación al puerto de Montevideo, en Uruguay, justo unos días después de que su padre, el Rey Felipe VI, visitara el país latinoamericano para asistir a la toma de posesión del presidente electo, Yamandú Orsi, y reforzar así los lazos que unen a los dos países.

Como manda la tradición, la princesa Leonor y sus compañeros han saludado con su reglamentario lepanto, el gorro de los marineros, en la mano.

Tras su paso por Montevideo, el Juan Sebastián de Elcano continuará su ruta por El Callao (Perú), Ciudad de Panamá (Panamá), Cartagena de Indias y Santa Marta (Colombia), Santo Domingo (República Dominicana), Nueva York (EEUU), Gijón, Ferrol y Marín.

Un trayecto similar al que realizó su padre, el Rey Felipe VI, en 1987, cuando era príncipe de Asturias. Como su hija, él también recaló en Estados Unidos, y allí fue recibido por el entonces presidente de la república, Ronald Reagan. Tuvieron un encuentro en la Casa Blanca el 26 de mayo y charlaron sobre las relaciones entre ambos países, una cita que, dadas las tensiones que en los últimos días se han hecho patentes entre Donald Trump y la Unión Europea, parece lejos de repetirse.

La infanta Sofía, ¿tras los pasos de su hermana?

La Infanta Sofía no disfrutará de esta suerte de tranquilidad que conlleva la ausencia de libre albedrío. Con lo bueno y con lo malo, Su Alteza Real tendrá que elegir, y ante ella se abre un amplio abanico de posibilidades. Parece claro que se retrasará lo máximo posible su salto a la vida pública, que se hará de forma paulatina. Una buena forma de conseguirlo sería que, como ha hecho hasta ahora, siguiera los pasos de su hermana mayor y recibiera formación militar. En el caso de otras monarquías europeas, esta opción no se limita solo al heredero, sino que el resto de hijos del soberano también se instruyen en las artes militares.