En el episodio del 15 de octubre del podcast Call Her Daddy, Kim Kardashian calificó su relación de casi una década con Kanye West como “tóxica” y describió la sensación de “incertidumbre” que la acompañaba a diario. Recordó cómo su convivencia con West “creaba un ambiente impredecible” que terminó por afectar su salud emocional y la dinámica familiar. El episodio se convirtió en uno de los más escuchados de la temporada, y muchos valoran la combinación de fortaleza y vulnerabilidad con la que Kim ha relatado su pasado con el rapero.
“Tengo el problema de solo recordar lo bueno”, admitió Kardashian sobre relaciones pasadas. Aunque reconoció los “momentos divertidos” y el “intelecto excepcional” de su exmarido, subrayó que con la madurez aprendió a no tolerar comportamientos dañinos, y que desde su divorcio en noviembre de 2022 no ha enfrentado nuevas relaciones con “esa clase de toxicidad”.
Kardashian relató que, en medio de crisis emocionales, West regaló varios de sus Lamborghinis a amigos sin previo aviso. “Fue surrealista abrir el garaje y no encontrar ni uno”, comentó, destacando que tras esos gestos “nunca sabía qué me iba a pasar al despertar”.
Al abordar la crianza conjunta de sus hijos North, Saint, Chicago y Psalm, Kim admitió que los hijos complicaron la decisión de poner fin al matrimonio. “Cuando tienes hijos, definitivamente es más difícil irse que quedarse. Cambia la vida de todos, para siempre”, expresó, y añadió que actualmente establece límites claros por seguridad emocional, tanto suya como de sus pequeños.
En un momento especialmente significativo, contó que su hija mayor, North, la instó a “seguir adelante” y olvidar a West. “North me dijo: ‘Mamá, creo que vas a tu habitación a llorar por Kanye de nuevo. Deberías buscar a alguien que te haga feliz’”, relató, mostrando hasta qué punto la situación afectaba también a sus hijos.
La empresaria confesó que no detectó con antelación los indicios de inestabilidad de West. “Quizás no prestaba atención a esas señales negativas”, reconoció, aludiendo a su tendencia a “recordar solo lo bueno” de las relaciones pasadas y a retrasar su decisión de divorciarse hasta enfrentarse a la realidad del colapso mental de su exmarido. Kim señaló que su divorcio fue decisivo cuando se percató de que West no estaba dispuesto a aceptar “cambios que, en mi opinión, serían muy saludables y beneficiosos”. “Cuando alguien tiene su primer colapso mental, quieres brindarle todo tu apoyo y ayudarle, pero también necesitas proteger tu paz”, declaró durante la charla.
Contrario a los rumores de que su separación fuera un “fracaso”, Kardashian aclaró que su decisión responde a un proceso de crecimiento personal. “No considero mi matrimonio un fracaso; aprendí lecciones fundamentales sobre mis límites y mi bienestar”, afirmó para desmentir especulaciones sobre su vida sentimental. Al reflexionar sobre cómo eligió pareja, Kim destacó el ejemplo de sus padres: “Mi madre y mi padre fueron el mejor modelo que pude tener. En ellos vi cómo la vida puede verse bien y cómo manejar las diferencias”, explicó, atribuyendo a ese aprendizaje gran parte de su fortaleza actual.