
Opinión
Estoy en la mofa, colega
Leí hace tiempo que en Portugal había un grupo de cachondos que acudía a los actos para aplaudir entusiásticamente a los políticos, mofándose así de ellos

Jorge Bustos publica un libro, “La pena alegre”, y Madueño le entrevista. Sabroso titular: “Está el tablero inclinado. Los periodistas son de izquierdas”, dice Jorge. Tiene razón, aunque desconozco estadísticas al respecto. También desconozco a casi todos los periodistas de LA RAZÓN y creo que ellos me desconocen a mí. Trabajo en casa y eso no ayuda. Además, soy un tipo extraño con un pasado, un escéptico, un descreído que defiende el derecho a no ser nada, a no creer en casi nada, alejado de las etiquetas; un marxista de Marx (Groucho) más allá de eso que llaman izquierda y derecha y que hoy no significa nada. En mis buenos tiempos de vida integrada en una Redacción, se decía que un buen profesional era el que se adaptaba al medio que le pagaba a fin de mes. ¿Quiere usted un editorial contra Rusia? Ahí está. ¿Lo quiere a favor de Rusia? Ahí lo tiene.
Había que sobrevivir, y yo imaginaba que esa circunstancia sería el germen de una generación de escépticos, pero no. Ser de izquierdas es una tradición en este oficio; no ejercer como tal, también. Añade Bustos: “Sánchez no soportar que se rían de su solemnidad. El humor es lo más eficaz para desactivar a Sánchez”. Ahí estoy, le grito alegremente a Bustos, en la mofa y la befa, o sea, en la coña. Leí hace tiempo que en Portugal había un grupo de cachondos que acudía a los actos para aplaudir entusiásticamente a los políticos, mofándose así de ellos. Imagino que ha desaparecido: los políticos, que quizá se tomaron en serio los vítores, los nombraron asesores. Ahí estaba mi sitio. Me preguntan en la radio: “¿Y no formarías parte de un club en el que estuvieran Fernando Savater, Nicolás Redondo, Boadella, Félix Ovejero…?” Respondo: “Solo si estuviera liderado por Mario Vaquerizo”.
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