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Ana María Aldón: el grito de la segunda esposa

Está harta de encontrarse con imágenes de Rocío Jurado en su domicilio

Ana María Aldón en la presentación de Gold Music Club en Madrid
Ana María Aldón en la presentación de Gold Music Club en MadridDaniel GonzalezGTRES

Los silencios de José Ortega Cano hacen demasiado daño a su esposa. Ana María Aldón pide por activa y por pasiva que le dé su lugar en un matrimonio que parece hacer aguas. Ella quiere un mayor protagonismo en la vida conyugal, abandonar la rutina diaria y vislumbrar nuevas ilusiones.

Es hora de tomar decisiones. La primera, parte de Ana, quien, según nos cuenta alguien de su círculo más cercano, «quiere alquilar un local o un piso amplio en el centro de Madrid para convertirlo en su taller de diseño. Necesita libertad de acción… ahora trabaja en el sótano del chalet conyugal, pero desea tener su propio espacio. «Su sueño es presentar su propia colección de ropa en un futuro no muy lejano». La periodista Marisa Martín Blázquez, compañera de Ana María en las tertulias de “Viva la vida”, nos adelanta que «ella ni ha alquilado ni se ha comprado un piso».

¿Cuál es la versión real, la que define los propósitos de la novel diseñadora? El problema es que a Ortega le cuesta entender que su mujer salga del redil, la quiere en casa, a la antigua usanza, ya tiene bastante con verla desvelar secretos familiares en «Viva la vida». Me desvelan que pone el grito en el cielo cuando su pareja deja entrever que las cosas no van bien en su matrimonio. Le cambia hasta el carácter. Por eso, se empeña en asegurar que «Ana María y yo no tenemos la menor intención de separarnos, nos queremos muchísimo y no hay problema en nuestro matrimonio».

Ortega Cano y Ana María Aldón en una imagen de archivo
Ortega Cano y Ana María Aldón en una imagen de archivoGtres

Pero si no existen desafueros, por qué se niega a aclarar con la madre de su hijo pequeño las dudas que la embargan. El silencio es el peor enemigo en una situación como esta. Muy dolida debe estar Ana María Aldón para soltar todo lo que soltó en el programa en el que colabora.

Harta de rutinas, de encontrarse con imágenes de la fallecida primera esposa, Rocío Jurado, en los rincones de su domicilio matrimonial, expresa entre lágrimas sus penas. Y lo hace públicamente, con lo que José queda en mal lugar, porque es como si tuviera encerrada a su mujer en una jaula de oro, de la que ella quiere salir para demostrar que no se resigna a ser «la mujer de…». Todo aderezado por con alguna escena desagradable, incluyendo insultos que no venían a cuento.

Ella perdona, no olvida. Y su marido se ve entre el cariño a la madre de su hijo y el de sus hermanos y cuñados. Las dos partes no se llevan bien y lo ponen en un dilema difícil. De lo que no hay duda es que Aldón seguirá elevando la voz alto y claro.

La esposa contrariada es tajante en sus sentimientos: “mi matrimonio es cosa de dos”, avisando que no le gustan las presiones externas. Vengan de quien vengan.