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Muere Jesús Mariñas: La mala fama del buen periodismo

Se ha ido un amigo, se ha ido Jesús Mariñas, periodista de raza, compañero generoso, una persona vital… Y se ha ido en silencio, sin llamar la atención, cosa extraña en él

Album particular de Jesús Mariñas
Album particular de Jesús MariñasJesús MariñasJesús Mariñas

Se ha ido un amigo, se ha ido Jesús Mariñas, periodista de raza, compañero generoso, una persona vital… Y se ha ido en silencio, sin llamar la atención, cosa extraña en él. A su lado ha estado hasta el último segundo Elio, su marido, la persona que más le ha querido, que le ha cuidado, que ha tratado de dulcificarle la enfermedad y los últimos años de vida que Jesús ha apurado hasta la última copa.

Le conocí cuando abandoné la crónica política en el 87 para adentrarme en lo social. Desde el primer momento, me acogió como si nos conociéramos de toda la vida. Me facilitó teléfonos, me presentó a las grandes de la crónica rosa: Carmen Ordóñez, Rocío Jurado, Sara Montiel… Me asombraba su capacidad de seducción, que desplegaba sobre todo con aquellas a quienes criticaba ferozmente y que ante él eran incapaces de darle la espalda, de contestarle de malos modos por el daño que les había hecho desvelando secretos inconfesables y guardados bajo siete llaves.

Fue un gran compañero de viaje, porque podíamos pasarnos horas visitando museos, antros o las tiendas más lujosas de París o Marrakech. En el último que hicimos a Nueva York, de vuelta ya a Madrid, en el aeropuerto, le obligaron a abrir las dos grandes maletas que llevaba y que pesaban una barbaridad. Cuál no sería mi sorpresa cuando veo que dentro llevaba un montón de sartenes. Era un comprador convulsivo. Tenía todos los armarios llenos de ropa sin estrenar, con las etiquetas puestas. Disfrutaba como un niño en los outlets de las grandes ciudades, en los restaurantes, en la playa.

Album particular de Jesús Mariñas
Album particular de Jesús MariñasJesús MariñasJesús Mariñas

Un amor, anticuario él, a quien conoció en Barcelona, y con el que mantuvo una larga relación sentimental hasta que Jesús se vino a vivir a Madrid, le modeló sin que perdiera su esencia gallega, su fuerte carácter, hasta convertirle en un lector empedernido, admirador de los grandes escritores hispanoamericanos. Pese a que su mala fama se la debiera al altercado que tuvo con Camilo José Cela, mejor dicho, Cela con él y que le costó un fuerte golpe en la nariz y un buen baño en la piscina del Hotel Coral Beach de Marbella, nunca le guardó rencor, porque esa era otra de sus grandes cualidades: no era rencoroso, ni siquiera con quienes le habían hecho daño por envidia, por estar siempre en primera fila, con un cuaderno y bolígrafo en mano, tomando nota de todo, hasta de los más mínimos detalles. Tenía una memoria prodigiosa.

En mi última visita al Hospital de San Rafael, hace pocos días, hicimos un repaso de los famosos que habíamos conocido en la época dorada que no volverá, como no volverán los periodistas como Mariñas, hechos así mismos, y a quien vamos a echar en falta porque sin él ya nada será igual.