Polémica
Tamara Falcó: del viacrucis a la sanación en menos de un mes
Tras su ruptura, la aristócrata ha disparado su agenda religiosa: del congreso de las familias al Domund, hasta un retiro restaurativo y un voluntariado en Lourdes
Nunca antes había estado bajo tanta presión mediática. Ni tras el «boom» que supuso su victoria en MastercChef Celebrity, pero tampoco cuando este verano se dispararon las visualizaciones de su «reality» en Netflix. La ruptura en «streaming» con Íñigo Onieva ha catapultado a Tamara Falcó a una popularidad difícil de asimilar, aun cuando has reconocido públicamente que el álbum de tu familia se llama «¡Hola!». O «revista del saludo», según quien la cite. A punto de cumplirse un mes de que entrara en estado de «shock», lo que en principio irrumpió como un viacrucis para ella, lo ha reconducido con apoyo familiar como base –trasladándose a vivir con su madre, Isabel Preysler–, respaldo de sus amigos, sesiones de terapia como ella misma ha reconocido, cumpliendo estrictamente con todos sus compromisos laborales, pero, sobre todo, aferrándose a su fe como un verdadero proceso de sanación. A saber. Oración personal con el rosario como eje. Acompañamiento sacerdotal. Y un retiro que habría marcado un antes y un después para su salud interior: el Seminario de Vida en el Espíritu.
Animada a participar por sus amigas, las mellizas Casilda y Ani Finat, Falcó se embarcó en el fin de semana del 8 y 9 octubre en esta experiencia espiritual que, tal y como exponen sus organizadores, pone el foco en «la gracia del Espíritu Santo que sana, restaura y da nueva vida». Quienes han compartido con ella algún evento o conversación posterior a su escapada a la localidad toledana de Talavera de la Reina, han podido constatar «esa restauración de alegría que le habían arrebatado de un plumazo». «Ha sido un chute para ella. Hasta ese momento había aguantado el tipo, pero el Seminario le ha permitido hacer una especie de ‘’operación sanación’' que verdaderamente ha supuesto para ella una puesta a punto», explica una persona cercana a Tamara Falcó. Lo cierto es que la dinámica de estos retiros puede resultar algo llamativa para quien es ajeno al hecho religioso, especialmente a la espiritualidad de la Revocación Carismática, el movimiento que promueve estas iniciativas y que utiliza una metodología que incluye expresivos bailes y cantos de alabanza en la línea de los grupos evangélicos latinoamericanos.
Planes concertados
A ello se han sumado tres planes eclesiales que la marquesa de Griñón ya tenía concertados antes de que se vislumbra la crisis personal que estaba por venir en tres destinos dispares: México, Lourdes y Madrid. El primero, el XIV Congreso Mundial de las Familias en territorio mexicano, a primeros de octubre, donde compartió su conversión.
Más reciente ha sido su viaje de la mano de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Madrid que, cada año en torno al 12 de octubre, festividad del Pilar, organiza una peregrinación con voluntarias para servir y cuidar a un nutrido grupo de enfermos que desean acudir a uno de los principales santuarios europeos.
Falcó acudió como una más en el autobús con el resto de peregrinos y durante los cuatro días que duró el voluntariado, entre sus tareas, estuvo especialmente en cocinas, a cargo de las comidas y las cenas. También participó de las guardias de madrugada en la residencia donde se alojaron para atender a los pacientes más vulnerables. En todo momento, estuvo ataviada con el uniforme estipulado para las llamadas damas hospitalarias, con el fin de que sean fácilmente identificadas para la misión que realizan, así como para borrar cual signo de distinción en esta tarea solidaria. Como el resto de participantes, tuvo la oportunidad de asistir a distintas celebraciones que tuvieron lugar tanto en la célebre gruta donde la Virgen se apareció a Bernardette Soubirous, como en las basílicas de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señora del Rosario y la de San Pío X, que forman parte de todo el complejo de Lourdes. «Gracias a la Hospitalidad de Madrid por brindarme esta oportunidad única de peregrinar a Lourdes. ¡No la voy a olvidar jamás y espero que sea la primera de muchas! Vuelvo a Madrid feliz», confesó después.
Este miércoles por la tarde remataba su periplo confesional en la Colegiata de San Isidro, donde ejerció como pregonera del Domund, Jornada Mundial de las Misiones. Dentro del templo se la vio como pez en el agua. Pareciera como si el tsunami catódico se hubiera quedado aparcado fuera, donde se encontraban apostadas las alcachofas del corazoneo y los objetivos de los paparazzi. Dentro, se la percibió algo nerviosa al tomar la palabra desde el altar del templo donde reposan los restos del patrón de Madrid. Fue solo el arranque. Aunque deslizó que había rematado su discurso apenas una hora y media antes, lo cierto es que aquello no era fruto de la improvisación. Falcó fue hilando uno a uno los mensajes que quería lanzar. Ni ella pretendía dar una lección de misionología, más propia de la Facultad de Burgos, ni se esperaba de ella una disertación teológica sobre el discurrir de la misión «ad gentes» en las dos últimas centurias. Eso no le eximió de citar a dos santas que tiene como referencia, reflejo de que el pregón venía trabajado. Por un lado, ahondó en la figura de Teresa de Lisieux, la religiosa carmelita descalza que fue reconocida por Roma como patrona de las misiones, a pesar de no haber salido nunca de su convento. Por otro, se encomendó a santa Teresa de Calcuta, fundadora de las misioneras de la Caridad.
Ovación cerrada. Fin del acto. O más bien no. Porque Tamara no hizo mutis por el foro. Saludó uno a uno a todos los que acudieron sin mirar el reloj, lo mismo a las misioneras Cruzadas de la Iglesia que a las de Cristo Jesús. Unos y otros buscaban un posado compartido a modo de reliquia con la hija de Isabel Preysler, darle un achuchón de ánimo y, de paso, soltarle un «Rezamos por ti».
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