
Batacazo
Alejandra Rubio y Carlo Costanzia graban su embarazo para un docureality… que nadie quiere ver
Ni plataformas de streaming ni televisiones han mostrado interés por el proyecto íntimo de la hija de Terelu y el hijo de Mar Flores, que ahora busca salida a la desesperada

A veces, la realidad supera al guion de cualquier docuserie. Alejandra Rubio y Carlo Costanzia decidieron grabar su experiencia como padres primerizos con la intención de compartirla con el mundo. El embarazo, el parto, las emociones, las discusiones, los nervios… todo quedaba registrado por las cámaras. El proyecto, producido por Cuarzo -una de las productoras más estrechamente ligadas al universo Campos-, prometía convertirse en contenido de éxito para plataformas de streaming. Pero la respuesta ha sido otra: ninguna plataforma lo ha querido.
La pareja, que ha tenido una relación tensa con la prensa rosa a pesar de vivir en sus márgenes, decidió abrir su intimidad para contar “una historia bonita”, según palabras del propio Carlo. El enfoque parecía claro: dos jóvenes herederos del famoseo español enfrentándose al mayor reto de sus vidas. Lo que no esperaban es que, a la hora de vender el producto, el mercado diera la espalda.
Ni rentable ni atractivo
Netflix, Amazon Prime o incluso Movistar han dado portazo a la propuesta. Según fuentes cercanas al proceso, el contenido "no resulta atractivo" ni "rentable". El docureality, lejos de generar expectación, ha activado todas las alarmas: desde el riesgo de críticas por la exposición excesiva hasta la incoherencia del relato, protagonizado por dos personajes que se quejan del acoso mediático mientras abren la puerta del paritorio a un equipo de grabación.

Para Cuarzo, tirar todo ese metraje no es una opción. Se barajan planes alternativos, como una posible emisión en abierto dentro del grupo Mediaset -aunque muy lejos del glamour de las plataformas- o incluso su publicación en Mitele, la plataforma online del grupo. No se descarta tampoco un programa especial en Telecinco con la participación estelar de Terelu y Carmen Borrego para vestir de evento algo que, hasta ahora, no ha interesado a nadie.
Una historia íntima, vendida como contenido premium, que ha acabado en el limbo del entretenimiento. Y quizá, lo más llamativo, es que su mayor obstáculo no ha sido la falta de recursos o de promoción, sino algo mucho más simple: la falta total de interés del público.
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