Anabel Pantoja se guarda un gran secreto, pero da pistas con su nueva rutina en Madrid

Anabel Pantoja se puso muy misteriosa a la hora de anunciar el inicio de una nueva etapa en su vida. Lo hacía en sus redes sociales, para amenizar el día a sus más de dos millones de seguidores. Un vídeo de ella saliendo de su casa de Gran Canaria, con mucha emoción, era la única pista que daba. “Muchas emociones por lo que viene, pero feliz por lo que viene”. Después, silencio. ¿Pero qué viene? Dejó que se cociese el revuelo antes de dar la buena nueva: se ha instalado en Madrid.

No se trata de una mudanza definitiva. No deja su paraíso en Gran Canaria para volver a la capital y sentirse de nuevo seguida por los paparazzi. Al menos no por mucho tiempo, pero sí tiene que pasar por el aro por ahora. Y es que un nuevo proyecto requiere de su presencia en Madrid. Algo de lo que aún no se ha pronunciado, acrecentando el interés de todos por lo que se trae entre manos. Está muy emocionada, pero debe morderse la lengua. Mientras llega el momento de poder gritarlo a los cuatro vientos, se conforma con detallar cómo le está yendo los días en la gran ciudad.

Anabel Pantoja, nueva etapa en Madrid

A la influencer le van muy bien las cosas en lo profesional y parece que está trabajando muy duro para dar un nuevo bombazo. Aún se lo guarda a modo de secreto, pero ya va dando pistas sobre el esfuerzo que debe emplear. De primaras, por los madrugones que se está pegando, despertándose muy pronto para maquillarse y arreglarse para su proyecto misterioso. También presume de estar comiendo muy saludable y dice estar “agradecida es poco, por vivir y luchar por nosotras”.

Aunque en la vida de Anabel Pantoja, y de toda su familia ya que estamos, la felicidad y los momentos idílicos duran poco. Siempre hay algo que le amarga el dulce. Al instante positivo que presume la influencer se le retuerce un poco por temas de salud. Y es que ha tenido la mala suerte de contraer una gripe: “Hacía años que no tenía, no recuerdo tener tantos mocos”.

Y al insomnio, algo que creía haber dejado atrás en los meses de embarazo, pero ha tenido “una de las peores noches que he pasado en este mes. Ayer dormí alfo de siesta para recuperar y ha sido lo peor que pude hacer: contar, literalmente, segundo, ovejas, ver el móvil cada 30-40 minutos, escuchar todos los ruidos posibles, cambiar de postura cada cinco minutos, llorar de la impotencia de no poder coger el sueño, pensar, abrir y cerrar la ventana por calor y frío, organizar cosas en mi cabeza. El día que tenía que descansar más, ya que a las ocho empezaba la movida… pues nada a tirar hielo a la cara, la mejor sonrisa, aunque por dentro solo quiero meterme en la cama y no salir hasta mañana”.