Vida privada

Corinna, con un misterioso caballero en el Londres Vip

Estaba en la lujosa cafetería del Hotel Emory con un acompañante desconocido

Corinna Larsen
Corinna LarsenEPA/NEIL HALL EFE

Me la encontré en el restaurante del Hotel Emory, un establecimiento que solo contempla suits y que tiene su propio servicio de helicóptero para la privacidad de los desplazamientos de sus clientes, situado en Belgravia, con vistas a Hyde Park… una pareja de ascética pero implacable distinción almuerza con parsimonia, como si las obligaciones mundanas no fuesen cosa que les incumbiese. Son las 15:00 horas de un neblinoso y deprimente martes cualquiera en la vieja Inglaterra. Más elegante y decadente que nunca, Corinna Larsen almuerza y conversa sosegadamente con un atractivo y maduro caballero. Sin exhibirse, sin esconderse, como una bella tigresa en la planicie siberiana, sin aparente intención, pero contagiando a todos de su innegable presencia. ¿Una madame Pompadour aparentemente destronada? ¿Tal vez una Yolande de Polignac que ha salvado milagrosamente el pellejo?

German-born Danish entrepreneur Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn
German-born Danish entrepreneur Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn LR

Corinnacayó de puntillas en el reino de España allá por inicios de la década de 2000. Su aparición fue calculadamente progresiva: aquella mujer de fuerte magnetismo físico fue causando honda y gradual impresión en el suculento universo del cotilleo español; su gravitar incesante alrededor del campo magnético de la Monarquía la convirtió en satélite indispensable en la Institución.

Corinnaes alemana, con sangre danesa y húngara por parte de padre. De origen burgués, su formación no reglada (unida a su aplastante don de gentes) parece destinarla fatalmente a las relaciones públicas. El contorno de sus ojos levemente rasgados es –dicen– un talismán hipnótico difícilmente resistible. Corinna pone en contacto a todo el mundo con todo el mundo. No hubo negocio que se le resistiese, voluntad que no doblegase ni firme propósito que no llegase a torcer. Procreó con quien creyó conveniente, usó títulos nobiliarios sin heredarlos ni merecerlos ni ser conveniente usarlos pero supo convencer e impregnar al respetable público de su majestuoso pijerío internacional. Se convirtió en la obsesión favorita del Borbón, que jamás se había vinculado demasiado con mujer alguna, llegando a poner en peligro no solamente a la Institución sino a la Seguridad Nacional. Y Corinna consigue escapar, como madame de Polignac. Y aquí está, regia, en un ambiente chic, conversando con un distinguido caballero.