
Opinión
Diez años después de su muerte, el recuerdo de Lina Morgan sigue muy vivo
Se fue en silencio, sin sobresaltos, alejada del mundo en el que tanto brilló como artista

Este martes 19 de agosto se cumplen diez años de la muerte de Lina Morgan. Su recuerdo es muy vivo entre aquellos que la conocimos en profundidad y fuimos sus amigos. Lina no quería que se supiera que estaba enferma, por eso optó por aislarse de todoy de todos en su último año y medio de vida. Ya no cogía el teléfono ni quería visitas. Estuvo ingresada durante nueve meses en el hospital madrileño Beata María Ana de Jesús, y posteriormente aislada en su domicilio de la calle Samaria, donde contaba con la necesaria ayuda sanitaria.
Se fue en silencio, sin sobresaltos, alejada del mundo en el que tanto brilló como artista. Recuerdo nuestra última conversación. Fue en ese teatro de La Latina, su segundo hogar, y estaba enfadada conmigo porque quedé en telefonearla para comer juntos y no hice esa llamada. Así era ella, combinaba la alegría con la seriedad a partes iguales.

Dicen que su voluntad postrera fue que no se le hiciera un homenaje multitudinario, un deseo imposible de realizar, porque nada más filtrarse la noticia de su muerte en el teatro de La Latina se organizó la capilla ardiente. Miles de personas se acercaron a darle el adiós definitivo. Vi a gente llorar frente al féretro, eran lágrimas cargadas de dolor y de pena.
La Lina que yo conocí era una mujer cariñosa y simpática, sensible y sincera, muy amiga de sus amigos, pero con un pronto imparable cuando hacía falta. Mejor no tenerla cerca cuando explotaban sus enfados. Se fue la amiga, pero quedó en nuestras mentes el mejor recuerdo de la persona y la artista. Imposible olvidarla. El próximo 25 de octubre el ayuntamiento de la capital madrileña le dedicará una placa homenaje en la fachada de la casa donde vivió.
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