Aniversario

Ortega Cano y Rocío Jurado, 30 años después: el viudo añora a su gran amor

Hoy se cumple el aniversario más especial, el del enlace que le unió a la mujer que ha amado más allá de su muerte

Foto tomada en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) el 17-02-95 de la cantante Rocío Jurado. En la imagen, el día de su boda con el torero José Ortega Cano y su hija Rocío Carrasco durante el banquete posterior a la ceremonia religiosa de su enlace matrimonial, celebrada en la finca "Yerbabuena".
Foto tomada en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) el 17-02-95 de la cantante Rocío Jurado. En la imagen, el día de su boda con el torero José Ortega Cano y su hija Rocío Carrasco durante el banquete posterior a la ceremonia religiosa de su enlace matrimonial, celebrada en la finca "Yerbabuena". Agencia EFE

Hoy es un día muy especial para José Ortega Cano. El 17 de febrero de 1995 se casaba con Rocío Jurado, su gran amor, en la finca Yerbabuena. Un año antes empezó la relación. El paso de los años no ha mermado lo más mínimo el cariño hacia la mujer que le hizo más feliz y que fallecía, víctima de un cáncer de páncreas, el uno de junio de 2006,dejando a su marido completamente desolado.

El torero nunca dejó de quererla, unidos en vida y añorada tras la muerte, hasta el punto de que las fotografías y los recuerdos de «la más grande» estaban presentes en la casa de su viudo, incluso cuando se encontraba casado con Ana María Aldón.

Dicen que el recuerdo de la cantante pudo más que su amor por Ana María, y que eso supuso buena parte del detonante que destrozó este segundo matrimonio. Aldón no entendía que la figura de Rocío, a la que ella, por otra parte, admiraba, prevaleciera sobre su unión con José. Aseguran sus íntimos que la sanluqueña lloraba a escondidas al sentirse menospreciada por el padre de su hijo José María. No entendía que una gran imagen de la Jurado presidiera el amplio salón del chalet familiar.

La realidad es que el veterano torero nunca ha podido olvidar las caricias y los besos de la Jurado. En estos años de desconsuelo no ha faltado a ninguno de los homenajes y aniversarios dedicados a la madre de sus dos hijos adoptivos, Gloria Camila y José Fernando. La ausencia de Ana María indicaba la tensión que primaba en el matrimonio.

La ceremonia nupcial con Rocío no tuvo nada que ver con la de Ana María. Fue mucho más fastuosa, una boda religiosa con más de dos mil invitados, multitud de famosos y una celebración a lo grande. El segundo enlace, el 30 de septiembre de 2018, con apenas 170 asistentes, y por lo civil, más parecía un contrato para rellenar el vacío sentimental del novio que un amor verdadero.

Locos de pasión

Viví en vivo y en directo la boda en Yerbabuena, pude colarme en la capilla de la finca y presenciar las emotivas miradas que se cruzaban los contrayentes. Ortega estaba ensimismado, loco de amor por Rocío , y ella le correspondía plenamente. Parecían dos quinceañeros viviendo su primer amor.

Se conocieron hace 30 años en la consulta del doctor Claudio Mariscal, uno de los endocrinos más solicitados por los famosos. Ese día, José se acercó a su futura esposa y le dijo que era su más rendido admirador. En el fondo, estaba enamorado de ella y aprovechó la ocasión para intercambiar sus teléfonos.

A la artista le fascinó el porte, la educación y la amabilidad del diestro. De allí saldría la última gran boda entre una folclórica y un torero. Aquel 17 de febrero, Yerbabuena se vistió de gala. Nada hacía presagiar que diez años más tarde «la más grande» anunciaría, compungida, que sufría un cáncer de páncreas. Mujer profundamente religiosa, se encomendó a los médicos, pero, sobre todo, a su Virgen de Regla, de la que era devota.

En diciembre del 2005, seis meses antes de su muerte, me confesó: «No paro de pensar en la enfermedad, pero creo firmemente que me puedo curar, y así se lo pido cada día a mi Virgen del alma. Me duele ver a mi marido y a mis tres hijos tan preocupados por mi estado de salud. No quiero ni pensar qué será de ellos si yo falto». Valiente hasta el final. De aquel día conservo una fotografía, los dos abrazados. La mirada de Rocío denota su tristeza. Ortega me dijo que la situación de su mujer le afectaba muchísimo. Se volcaba con ella a base de caricias y palabras. Nunca la dejaba sola.

La tragedia destrozó a una familia

Tras el fallecimiento de Rocío Jurado salieron a la luz los desafueros familiares. Si la cantante levantara la cabeza se moriría de nuevo de pena al contemplar el profundo distanciamiento entre su hija primogénita, Rocío Carrasco, y sus hermanos, la soledad de su viudo tras su fracaso matrimonial, la nula relación entre sus hermanos y el mismo Ortega con Rocío, los enfrentamientos judiciales de ambas partes, los problemas de su hermano Amador con Hacienda... En fin, el destrozo de una familia que ella siempre quiso mantener unida. Jamás vaticinó que era una causa perdida.