Acto solidario
Richard Gere, implacable, en Barcelona: "En seis meses, Donald Trump casi ha destruido nuestro país"
El actor viaja para arropar a Open Arms en su X aniversario y deja en la Llotja de Mar una llamada urgente: salvar vidas en el Mediterráneo es también un acto político
La montaña de chalecos salvavidas que presidía el atrio de la Llotja de Mar no era atrezzo: era un epitafio silencioso. A su alrededor, anoche, desfilaron rostros conocidos y voces comprometidas para arropar el décimo aniversario de Open Arms; pero fue la presencia de Richard Gere -leyenda de Hollywood con verbo directo y gesto humanitario- la que otorgó a la velada un matiz casi profético.
Gereno vino de turista solidario: llegó acompañando a su esposa, la española Alejandra, y con la autoridad moral de quien ha visto la tragedia en Lampedusa y supo poner nombre a la culpa colectiva. "Conocí la tragedia en Lampedusa y sentí una gran responsabilidad", recordó, mientras contemplaba la performance de La Fura dels Baus que envolvía la montaña de salvavidas. "Debéis estar orgullosos de este grupo de personas que hace tan durísimo trabajo ayudando a quienes más lo necesitan. Están haciendo el trabajo de Dios".
La gala de homenaje a Óscar Camps reunió a un repertorio de adhesiones: Serrat, Buenafuente, Sílvia Abril, Sergi López, Rigoberta Bandini, Rozalén, Rossy de Palma, Gerard Quintana y ministros como Yolanda Díaz y Ernest Urtasun. Pero los datos que arrojó la noche helaron cualquier atisbo de celebración: 35.000 muertos en el mar en la última década y 3.500 niños fallecidos. "Uno cada día", enfatizó Camps, que no ocultó su dolor y su denuncia: "Que sigamos aquí significa que Europa ha fracasado".
"Un presidente loco"
Interpelado sobre la deriva política de su país, Gere fue terminante y contundente: "Tenemos un presidente que está completamente loco. Es una presencia muy, muy oscura: en seis meses casi ha destruido nuestro país". Y no se quedó ahí: al ser preguntado por Benjamin Netanyahu, lanzó un mensaje seco y sin concesiones: "Debe marcharse. Ya". También reclamó la liberación de Marwan Barghouti, a quien describió como "un verdadero líder" del pueblo palestino.
La noche fue un pulso contra la indiferencia. Buenafuente recordó sus experiencias en Lesbos y la dificultad de mantener un proyecto como Open Arms a flote; Rossy de Palma, conmovida, evocó su obra La fragilidad de migrar; y Paula Ribó (Rigoberta Bandini) calificó a la ONG como "una de las pocas cosas bonitas" que han ocurrido en años. En un momento con uno de los organizadores, Ernest Urtasun denunció incluso una petición reciente de Santiago Abascal de "hundir el barco de Open Arms" y reclamó proteger las embarcaciones que salvan vidas: "Lo que hay que hundir es al fascismo que los persigue".
Óscar Camps, como siempre, combinó estadística y furia moral: la inacción deliberada de gobiernos y la criminalización de la solidaridad son, para él, las dos caras de la misma tragedia. Esta noche en Barcelona hubo aplausos, sí, pero sobre todo una advertencia: mientras los chalecos sigan apilados en los atrios, no hay motivo para la complacencia. Y, como dijo Gere con voz grave, la defensa de la dignidad humana -en el mar o en la política- no admite neutralidades.