Opinión
Los sábados de Lomana: Es la hora de la revolución de la edad: no soy una "vieja"
"Esta semana mi crónica debería haber sido política ante cómo ha faltado a la dignidad y al respeto que debe a España y la Constitucion el Señor Sánchez, que nos arrastra a no creer para nada en esta democracia"
Últimamente parece que a las feministas de nuevo cuño se les llena la boca con el término «empoderamiento femenino». Lo repiten como un mantra. ¿Empoderamiento de qué? Una mujer con poder es la que lo ejerce desde un puesto de trabajo, alguien que esté aportando algo interesante a la sociedad, que se mantiene ella solita, que no necesita para ser feliz ir colgada del brazo de un hombre, que ese hombre solo merezca formar parte de su vida siempre que la respete y se traten de igual a igual. Estas reflexiones las hago porque estoy un poco harta de que llamen «empoderada» a una mujer por llevar determinado vestido, tacones de aguja o un maquillaje agresivo. No, no es eso. El poder lo da la libertad de pensamiento, la información, la cultura, el criterio propio, la actitud universal sin prejuicios, sin sectarismos, sin tener que ocultar la edad para trabajar y triunfar, aceptarla como un valor en tu vida por la experiencia. Compruebo en las redes cada día que la mayoría de los ataques que recibo son por mi edad, por no haberla ocultado nunca y porque mi mayor valor es haber llegado hasta aquí reinventándome, con capacidad de ilusionarme y emocionarme, sin pensar jamás «esto no lo puedo hacer a mis años». Pero lo más triste es que todos esos ataques crueles llamándote vieja, abuela, etcétera, en la mayoría de los casos provienen de mujeres cercanas a mi edad, supongo que producto de la frustración de sus vidas, envidias, o otros múltiples motivos que no alcanzó a comprender.
Señores y señoras, la gran revolución que nos queda por hacer es la de la edad. Increíble que mujeres jóvenes de 40 ya empiecen a quitarse años, a sentir como una losa cada cumpleaños, en vez de como una alegría por seguir aquí, de ser capaces de vivir sin pensar en algo que es solo un número, de amar con pasión. Por supuesto que a partir de ciertos años, al menos a mí, lo único que me importa es exprimir la vida, ya que vamos hacia lo inexorable, a la única certeza que tenemos al nacer, que es la muerte. No es un plan divertido y lo vemos cada día, no sabemos cuándo nos puede sorprender. Indudablemente la vida y los años nos desgastan a unos más que a otros, dependiendo de cuánto nos hayamos cuidado o agredido a nuestra salud. Deberíamos darnos el cariño, cuidados y respeto que merece nuestro cuerpo. Hay que reivindicar campañas como la que ha hecho Maggie Smith con Loewe. Esta mujer que tiene una enorme personalidad, todos la recordamos en películas y series fantásticas como Downtown Abbey, donde era la abuela y «la jefa» de toda la familia.
No tener complejos para desfilar como acabo de hacer yo en la pasarela más «cool» y transversal, como es la O80 Barcelona, cerrando la Semana de la Moda. Me sentí feliz, plena, querida, como si tuviese 20 años y así salí . Nunca había querido desfilar, aunque desde muy joven, viviendo en Londres, me lo habían pedido. Lo hice porque Dominico, el diseñador y las personas que allí estaban, era gente muy joven, inclusiva, sin prejuicios, modernas, por eso quise estar ahí y que fuese mi debut en pasarela.
Yo considero que una mujer o un hombre a mi edad no es un viejo o una persona mayor. Es una persona que está estupenda. Trabajo y una actividad intelectual que le guste es la mejor receta.
A veces, cuando me miro al espejo, me devuelve una imagen que mi cabeza no procesa. Es la hora de comenzar una revolución más allá de la agenda feminista. Me gustaría haceros comprender que el cuerpo está en la cabeza y cuando lo entiendan les contaré mi vida.
Esta semana mi crónica debería haber sido política ante cómo ha faltado a la dignidad y al respeto que debe a España y la Costitucion el Señor Sánchez, que nos arrastra a no creer para nada en esta democracia. A base de cesiones y agravios comparativos al resto de Comunidade vamos a ser los españoles los que acabemos pidiendo la independencia de Cataluña. Mal negocio va a resultar si se les condona la deuda y al resto no.
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