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REÑIDA lucha: ZP y Sánchez compiten en su carrera hacia la beatificación

Pedro Sánchez
Pedro SánchezEstonian Goverment Press HANDOUTEFE

Aspira a la santidad. Ya dejó clara ZP su vocación de querubín o serafín al afirmar que no había mejor destino que el de supervisor de nubes en una hamaca. Como un profeta «wonderful life» siempre dispuesto a cantar al lado bueno de la vida como los crucificados de Monty Python en «La vida de Brian». Recordemos sus beatíficas palabras: «Otegi es hombre de paz» y «la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento». Y mi preferida, cumbre de su franciscana humildad: «No sabes, Sonsoles, la cantidad de miles de españoles que podrían gobernar». Ahora ha dicho en este periódico que «al catalán hay que abrazarlo aún más». Bien, pero, ¿a qué catalán? Servidor podría abrazar a Albert Boadella, Inés Arrimadas o Arcadi Espada, por ejemplo. Y a Nuria Espert cuando dice: «El nacionalismo hace pequeños a los pueblos y a las personas». ZP quiere, eso parece, que Sánchez insista en los abrazos. Pero, ¿a qué catalán puede abrazar Él con más fuerza, amor y generosidad? Lleva tiempo abrazado al catalán como a un clavo ardiendo, quemándose vivo, para así redimirnos a todos con su sufrimiento.

No hay duda: va a alcanzar en el camino de la beatificación al mismísimo ZP. Un duelo entre cirios e incienso. Recuerdo el chiste de la monja que agoniza y pregunta al confesor: «¿Iré al cielo, padre?». «Seguro, hija, pero suelte un coño, que se pasa». Ninguno de los dos se atreve, de momento, a soltar un coño al catalán. Ni un mecachis. Es más, últimamente Él está haciendo un alarde de paciencia que ni el santo Job. El diputado indepe Joan Canadell, quien dijo en su día que la bandera norteamericana está inspirada en la señera catalana, ha dejado escrito para la historia que Él, el Sánchez que abraza al catalán como un San Jorge entrenando a su dragón, es un FDGP, acrónimo de «hijo de la gran puta» en catalán. ¿Y qué ha respondió Él? Nada. Está con Jesús: «Bendecid a los que os maldicen, amad a los que os odian…». Lo veo capaz de poner la otra mejilla, pero no la de su lado bueno, claro. Aunque también es posible que Iván le haya convencido de que esas siglas corresponden a «Feliz Día, Gran Presidente». O algo así.