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José María Aznar, la generación “Silver” a la caza de Instagram

El interés de su perfil recién estrenado aumentará ya que su costumbre de hablar con claridad nunca deja indiferente

El expresidente del Gobierno José María Aznar, durante su intervención en el I Foro Económico Internacional Expansión
El expresidente del Gobierno José María Aznar, durante su intervención en el I Foro Económico Internacional ExpansiónFERNANDO VILLARAgencia EFE

No se permite una sola cana, pero por edad –69 cumplirá en unos días–, José María Aznarrepresenta a esa generación Silver, también llamada plateada, que ha encontrado en Instagram una oportunidad. Quienes lo estudian dicen que el movimiento es imparable y él acaba de sumarse abriendo una cuenta que en pocos días ha alcanzado más de 1.670 seguidores. Responde a ese perfil que acumula años, pero también experiencia, estilo, pautas de comportamiento muy definidas y unas ganas enormes de disfrutar.

Su estreno es reciente, pero es fácil adivinar que un uso estratégico le puede dar poder. Se presenta como presidente del Gobierno de España de 1996 a 2004 y encabeza su cuenta con la frase «La libertad es mi convicción, mi preocupación y mi objetivo». Su primera publicación es un discurso que ensalza este valor: «La libertad es la razón de ser de mi vida política».

Él sigue a Díaz Ayuso, Casado, Martínez Almeida, su yerno Alejandro Agag, Rafa Nadal, Álvaro Uribe, Macri, Juan Guaidó o George W. Bush. Y pocos más. En una imagen promociona sus libros y otra es un emotivo recuerdo a su asesor Pedro Arriola, recientemente fallecido. También aparece un vídeo de su fin de semana en Valladolid apoyando a Fernández Mañueco en su campaña. Hasta ahora, el uso que le da es amigable y familiar.

Es de suponer que su interés irá creciendo, puesto que sigue presente en la vida política y su costumbre de hablar con claridad y sin complejos nunca deja indiferente. Isabel Díaz Ayuso respondía en seco esta semana en «Espejo Público»: «Siempre sienta cátedra porque es un hombre reflexivo y doctrinal». Y añadía que «si alguien quiere un discurso de palabras vacías que no le llamen, pero él cuando va nos sienta a pensar».

Si quisiera, el expresidente tendría todas las mimbres para convertirse en icono «fashion», con su estilo clásico y reivindicando, no el valor de las canas que tiñe, sino de la libertad. Hace años habría arrasado con sus entrenamientos diarios a las siete de la mañana junto a Bernardino Lombao, artífice de la tableta que lució durante años. Sus 3.150 abdominales el día de Nochebuena hoy serían virales. Buen ejemplo es el impacto de la imagen en la playa luciendo torso que publicó el Corriere della Sera. Su físico ha sido siempre objeto de análisis, memes y comentarios.

Por lo que deja ver, todavía hoy sigue aplicando esa filosofía tan británica de «no pain, no gain» que él, con su irónico sentido del humor, traduciría en que tanto genio tiene un 1 por ciento de inspiración y 99 por ciento de sudor. Sus rutinas, sus lecturas o sus pensamientos pueden despertar curiosidad en una comunidad muy activa.

«Influencers» maduros

Está lejos de convertirse en uno de esos «influencers» maduros que arrasan en las redes, pero el tiempo dirá si su perfil se acerca más al modelo Anthony Varrecchia, arquetipo de belleza plateada y continuo reclamo para campañas de publicidad, o al científico David Attenborough. Con 95 años, este hombre destronó a Jennifer Aniston cuando el 4 de septiembre de 2020 abrió su cuenta y en cuatro horas y 44 minutos alcanzó el millón de seguidores. Cultiva un punto de coquetería que le permitiría encontrar en Instagram un buen hábitat. Y si decide publicar imágenes de su pasado, no podrá evitar que el público se regocije en su evolución. Desde aquel político que conocimos en 1983, de pelo engominado, bigote bien poblado y sonrisa socarrona, a la imagen más reciente, con las cejas más pulidas y afeitado, dejando al descubierto la rigidez de su labio superior. Salir a esta palestra implica soportar juicios tan insípidos como si la delgadez le pone o le quita arrugas.

El estudio pormenorizado de sus estilismos se ha convertido en costumbre, como si de un asunto de estado se tratase. En octubre de 2020, cuando inauguró unas jornadas telemáticas de la fundación FAES, el tono de su cabello incendió las redes. Que si había usado tinte o tratamiento natural. Que si era más claro o solo lo parecía. Es así desde aquellos primeros caracolillos detrás de sus orejas que después domesticó. A él también se le ha visto cómodo cincelando su aspecto, como se aprecia en las imágenes, y sus trajes de baño son la mejor expresión de su evolución. De los estampados de Oropesa a los de Menorca. Y de los de Ibiza a los pareos en Marbella. De político solemne y enseñoreado a maduro interesante, seguro y sin perder su compostura. A su favor juega el haber perdido cualquier miedo escénico hace años.