Crítica de cine

El huerto de Sol por Antonio PÉREZ HENARES

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De todo lo sucedido en la Puerta del Sol, que ha sido bastante menos de lo que ellos creen y algo más de lo que otros pretenden, lo que me ha enternecido es que se pusieran a plantar un huerto. Tomates, pimientos, calabacines y lechugas. Hasta me acerqué a verlo. Y no creo que madure nada. De esa hortaliza, digo. Vamos que trazas de hortelano no se les ve. Me parece que no saben ni lo que es un «caballón».
Pero el huertecillo dice mucho de la pulsión bucólica de estos urbanos acampados en el duro cemento y es casi una metáfora de su movimiento. Se les puede descalificar, y están haciendo en los últimos días muchas cosas que ayudan cada vez más a sus detractores, con la realidad y la obviedad de que no tienen ni idea de lo que se traen entre manos. No saben cultivar tomates, ni repajolera idea, vamos, y pretenden decir cómo ha de cultivarse España entera y hasta el mundo si se ponen. Pero aun sin saber hacer un «caballón», han plantado un huerto.
El duro sol de la realidad tiene toda la pinta de que agostar las lechugas y el pimiento es de lo más delicado. Tal vez los calabacines tengan alguna posibilidad. Puede que sea lo que quede si algún jardinero se apiada de las plantas porque puede que a no mucho tardar la pretensión de esos «hortelanos» de quedarse allí a vivir, como sus colegas por otras plazas, empiece ya a ser algo que no le quede más remedio que abordar a ese señor guarda del Gobierno que está en todo y en esto como que no quiere estar.
Yo volveré dentro de unas semanas por allí. A ver si queda algo de ese huerto.