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Petra: la ciudad de piedra

La tallaron los nabateos hace 2.000 años sobre una de las cordilleras rocosas más imponentes del orbe. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Petra es, con sus templos, tumbas y tesoros, el destino estrella de Jordania y una de las Siete Maravillas del Mundo. Pero no es el único: el desierto de Wadi Rum, por el que cabalgó Lawrence de Arabia, los lugares bíblicos de Nebo y el Monte Elías, los mares Muerto o Rojo, o la Reserva Natural de Mujib hacen de este país tranquilo y seguro un enclave perfecto para cualquier viajero, particularmente en esta época del año en la que el calor aún no aprieta como en verano 

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Las revueltas árabes no han llegado a Jordania mas que de forma colateral. La gente sigue por radio y televisión lo que pasa en Libia, en Siria y en Egipto, pero se siente cómoda por vivir en un país tranquilo en el que el turismo sigue siendo el principal modo de vida. Amán no es El Cairo, y mucho menos Damasco o Trípoli. Sus calles están más limpias, cuidadas y serenas.

El rey Abdala ha sido listo promoviendo reformas, reduciendo el precio del petróleo, anticipándose a las protestas, subiéndole el sueldo a los funcionarios. Las manifestaciones callejeras casi no han existido aquí y no han logrado romper la tranquilidad de un régimen que se parece más a una democracia suave que a una feroz dictadura. Incluso se dio la curiosidad de que la policía repartía zumos en las escasas manifestaciones que se produjeron al comienzo de la crisis árabe. «Aquí no se vive mal, es seguro salir a la calle con los niños, irte a bailar a cualquier sitio, comer magníficamente bien, tomarte una cerveza o trabajar desde tu ordenador en una cafetería», declara una española residente que recuerda cómo ella fue al país con algo de miedo, pero que se ha terminado enamorando de una nación en la que no siente el más mínimo temor al salir a la calle o a que sus hijos vayan solos al colegio.

Cultura a raudales
Viajar a Jordania desde España es cómodo. Royal Jordania, la compañía aérea de bandera, socia de la prestigiosa alianza One World de Iberia, tiene cinco vuelos directos desde Madrid y dos desde Barcelona. Un viaje rápido de cinco horas que nos adentra de golpe en un país que desborda cultura con enclaves como Petra o Jerash; lugares bíblicos como Betania o el Monte Nebo; espacios naturales como el desierto de Wadi Rum, la reserva de Mujib o el Mar Muerto y ciudades coloristas de mucho ambiente como Aqaba o Amán. Con clima cambiante, del frío y las nieves de las montañas a la sequedad del desierto o a las temperaturas más que agradables de la costa. Existe la posibilidad de pasar por la frontera del sur a Israel o a Egipto en nada de tiempo, a comprar o a pasear, de visita o de negocios.

Jordania es un destino formidable con enclaves espectaculares que todo el mundo debería visitar alguna vez en la vida. El más fascinante es Petra, sin duda, antigua ciudad de piedra en la que llegaron a vivir 50.000 personas. Situada a mil metros de altitud, fue antiguo fortín de los nabateos y hoy Patrimonio de la Humanidad y una de las Siete Maravillas del Mundo.

De dimensión inabarcable, visitar el 60 por ciento de su perímetro puede llevar cinco días, aunque los turistas realizan una ruta intensiva de un día de duración en la que hay que andar varios kilómetros bajo un intenso sol, o bien ayudarse con caballos, camellos, carros o burros, dado que a los coches les está prohibida la entrada al lugar.

Petra es un mundo de otro mundo y de otra época, con templos tallados sobre piedra a golpe de martillo y cincel, con casas escondidas en rocas inaccesibles, con un acantilado que corta dos cadenas de montañas y por el que se llega al Templo del Tesoro, donde Harrison Ford grabó «Indiana Jones y la última cruzada», u otro enclavado en lo alto de la montaña que no puede uno ni tan siquiera imaginar cómo pudo ser construido. Sus lugares sagrados y tumbas estuvieron escondidos durante siglos hasta que en 1812 fueron destapados para el mundo por un descubridor suizo.

Dormir en el desierto
Pero Jordania es también el desierto de Wadi Rum, reserva natural con rocas monolíticas de casi dos mil metros de altitud, petroglifos milenarios y dunas interminables por las que cabalgó Lawrence de Arabia y donde vivió durante años. Dormir en uno de los campamentos levantado por los beduinos en este desierto es toda una experiencia, igual que visitar el Mar Muerto, sus balnearios de barro grisáceo que embellecen la piel, y tener la posibilidad de darse un baño flotante en sus aguas hipersalinas. Un agua nueve veces más salada que la del Mar Rojo con elementos curativos como el magnesio, el potasio, el calcio, el bromuro y el sodio, situada en un escenario histórico impresionante, cuna de ciudades bíblicas como Sodoma y Gomorra.

La pena del Mar Muerto es que pierde un metro de profundidad cada año, y ya está a 423 metros bajo el nivel del mar, calculándose que podría secarse casi por completo en 70 o 100 años.

Muy cerca del Mar Muerto queda la Reserva Natural de Mujib, en el profundo cañón del Wadi Mujib, parada obligatoria para todos los viajeros que llegan al impresionante mar salado por carretera. En poco tiempo se pasa de los 900 metros de altitud a los 423 bajo el nivel del mar, un contraste de vértigo en un escenario propicio para la contemplación, morada habitual de más de cuatrocientas especies de plantas, aves y todo tipo de animales.

La visita a Jordania puede acabar con unos días de playa y tranquilidad en Aqaba, ciudad costera limítrofe con Israel y Egipto, ideal para bucear explorando los colores del Mar Rojo con sus arrecifes de coral o perdiéndose por las estrechas callejuelas de su casco urbano, perfecto para comprar especias, telas, pañuelos, pastelería o los excelentes dátiles del desierto, que se ofrecen al visitante en todo tipo de tamaños, sabores y tonalidades. Aqaba vive un gran auge inmobiliario y turístico, con modernos hoteles como el Kempisnski y el Intercontinental, entre otros, y puja por competir con el enclave egipcio de Sharm el-Sheikh o la ciudad israelí de Elat.

Jordania es un destino ideal para un fin de semana largo o para una semana completa. En apariencia lejos, pero apenas a cinco horas de Madrid o de Barcelona en vuelo directo. Una manera ideal de romper con la rutina explorando mundos desconocidos.

Barros y aguas
El barro negro del Mar Muerto es curativo para la piel por su abundancia en sales, magnesio, potasio, calcio y bromuro. Sus aguas son hipersalinas y en ellas se han bañado emperadores, reyes, profetas, peregrinos y ahora miles de turistas


 

>> Cómo llegar: Royal Jordania, aliada de Iberia en One World, tiene 5 vuelos semanales directos a Amán desde la T4 de Madrid y 2 desde Barcelona.
 
>> Más información: Decida el itinerario, las excursiones y el alojamiento con la ayuda de la Oficina de Turismo (www.visitjordan.com) o su agente de viajes habitual.

>> Gastronomía: No deje de probar sus ensaladas y purés (el más famoso el de hummus, por ejemplo) que se mojan con el delicioso pan árabe caliente. De segundo triunfan el pollo y el cordero a la parrilla. Los dulces son excelentes, igual que los dátiles, de todos los tipos y tamaños. Y al final, el inigualable café arabe o el té del desierto.