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Herederos al pie del cañón

Trabajar con la familia puede suponer algún quebradero de cabeza por las tensiones laborales que se originan, pero también tiene sus ventajas como es el hecho de combinar la experiencia de la gente más veterana experiencia y la innovación e ilusión que aportan los novatos. Las empresas familiares suponen el buque insignia del sector servicios.

kina fernández y María álvarez: Al acabar COU María se marchó a Italia a estudiar moda. Allí pudo trabajar mano a mano junto a Giorgio Armani hasta que hace año y medio volvió a España para trabajar junto a su madre, la diseñadora gallega Kina Fernández
kina fernández y María álvarez: Al acabar COU María se marchó a Italia a estudiar moda. Allí pudo trabajar mano a mano junto a Giorgio Armani hasta que hace año y medio volvió a España para trabajar junto a su madre, la diseñadora gallega Kina Fernándezlarazon

En España hay cerca de tres millones de negocios regidos por familias que proporcionan empleo a trece millones de individuos. Tales cifras representan las tres cuartas partes del total de afiliados a la Seguridad Social, por lo que su supervivencia se antoja básica. La nueva generación de emprendedores tiene una gran responsabilidad: continuar el negocio que un día lanzaron sus progenitores.

Kina Fernández puede presumir de genes. Su hija y futura sucesora al frente de la firma de moda, María Álvarez, es su mano derecha. No obstante, la actualidad difiere mucho de sus pensamientos iniciales ya que cuando acabó sus estudios «no quería trabajar con mi familia, eso lo tenía muy claro». La indecisión de María sobre su futuro profesional era importante: «Cuando acabé el COU no había ninguna carrera que me interesase y no sabía a qué me quería dedicar».

Influencia materna

Mucha culpa de su éxito laboral la tiene su madre, cuya insistencia fue decisiva en su elección final. «‘‘¿Por qué no estudias moda?'', me preguntó. La verdad es que era algo que nunca me había planteado a pesar de que era el pan nuestro de cada día». Tras superar esa fase de indecisión, María se fue a estudiar a Milán y tras acabar su carrera comenzó a trabajar para Armani. «En la escuela de moda conseguí una matrícula en la tesis y me llamaron de Armani. Me comentaron la posibilidad de venir a trabajar a España para ellos, pero les dije que no, que prefería quedarme en Italia. Allí era diseñadora de la primera línea y mi jefe directo era el propio señor Armani».

María se quedó en el país transalpino quince años. En Italia trabajaba como freelance y uno de sus clientes más importantes era la firma de su madre, Kina Fernández. «Me daba tanto trabajo que no podía abarcar todos los encargos que me solicitaban. Progresivamente fui dejando todos esos pedidos y me convertí en una pequeña delegación de la firma en Milán. Así empecé a trabajar en la empresa y por eso me vine a España».

Seguir a «la jefa»

Kina Fernández empezó con una pequeña tienda confeccionando vestidos hace 38 años. Hoy en día opera en países como Francia, Rusia, China o Dubái. «Esa apertura internacional ha sido clave para que la crisis no nos hundiera», apunta María, que reconoce el «gran esfuerzo» que ha hecho su madre durante toda la vida para sacar adelante este negocio. Al hablar de su madre, a la que se refiere como «la jefa», se deshace en elogios: «Es increíble la moral que tiene. Siempre te da fuerzas para tirar del carro en los momentos malos, como el que ahora estamos viviendo». Kina agrega que la clave ha sido «trabajar como una hormiguita» y el hecho de sentir la firma «como algo tuyo» la impulsa a sobreponerse a las adversidades.

«El Obrador de Isabel Maestre» es otra empresa de estirpe familiar que perdura en el tiempo desde hace varias décadas. Su dueña, que aporta el nombre al negocio, se inició en el mundo de la cocina haciendo postres para un restaurante que montaron unas vecinas francesas. El éxito fue rotundo y decidió marcharse a París para formarse. A su regreso montó la empresa de catering de alto standing que hoy dirige con la ayuda de su hija Marta. «Tener una hija que siga tus pasos es algo que te llena de orgullo», admite Isabel Maestre, Premio Nacional de Gastronomía en 2007.

Marta de Cárdenas ya apuntaba maneras desde pequeña. «Con siete años hizo un libro de recetas en el colegio», explica Isabel. A pesar de ello, en un principio Marta no siguió los pasos de su madre. Estudió Arqueología y tras realizar varias expediciones se incorporó a la empresa familiar, donde ya lleva diez años. «Opté por trabajar en ‘‘El Obrador'' porque es más estable, así que hice un máster para adquirir conocimientos del mundo empresarial y poder aportar en la empresa». Ambas admiten que son muy parecidas, aunque matizan pequeñas diferencias entre ellas que sirven de complemento a la otra. «Isabel aporta mucho en temas de gastronomía y es más perfeccionista que yo», espeta Marta, que rápidamente obtiene contestación de su madre: «Ella es más comercial y práctica».

La continuidad generacional de «El Obrador de Isabel Maestre» está asegurada. «Quiero estar aquí toda la vida porque me encanta. Cuando uno tiene una empresa su deseo es perpetuarla en el tiempo», admite Marta con una sonrisa que refleja su compromiso. Con la cabeza bien amueblada y una visión empresarial ambiciosa, Marta tiene claro por dónde pasa el futuro de esta firma de catering: «A parte del catering, que es nuestro origen, nos gustaría sacar otras líneas de producto, como bombones y montar un restaurante de comida ligera con una puesta en escena de lujo».

«Hemos trabajado día y noche y muchas veces mi marido y yo nos traíamos el cuco a la imprenta para que durmieran aquí los niños», relata Estefanía López, la presidenta del Grupo Forletter, dedicado a las artes gráficas. Sus palabras profesan las horas que ha tenido que dedicar a la imprenta cuyo origen se remonta a 1968 en un pequeño local.

La imprenta en los genes

El paso de los años ha permitido que sus hijos, David y Jorge, lleven la manija de la empresa. Ellos han mamado desde la cuna la esencia de la imprenta. «Nos hemos criado en ella. Cuando salía del colegio en vez de irme al parque a jugar, me venía aquí y trasteaba con los papeles» asegura Jorge Martínez, que a sus 27 está al mando del departamento creativo de Forletter. Su hermano mayor, David, es el director general del grupo y comenta que desde que nació ya existía la imprenta, por lo que siempre la consideró «una más de la familia».

Los hermanos Martínez tienen a sus padres como ejemplo a seguir. Jorge señala que de su madre ha aprendido «a trabajar en grupo». David, en cambio, habla de su padre y comenta que le enseñó «a perder» y argumenta que «es algo básico para afrontar los golpes que sufres cuando diriges una empresa».