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La Liga se juega lejos de casa

La Liga llega al «momento Luis Aragonés». «El campeonato se decide en las diez últimas jornadas» es una de las frases que siempre repite el «Sabio». A esa teoría se une Pep Guardiola: «Habrá Liga hasta el final», dijo tras el empate contra el Sevilla, que ha dado nuevas esperanzas al perseguidor, el Real Madrid.

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Ambos equipos disputan ahora una mini-Liga de diez partidos en la que el Barcelona parte con una ventaja de cinco puntos, dos menos que antes del último fin de semana, y en la que entra en juego todo, desde lo que hagan ambos en la «Champions», hasta las lesiones (Alves y Pedro podrían ser baja el sábado ante el Getafe) pasando por el factor psicológico. José Mourinho lo lleva utilizando desde que llegó, con continuas referencias al rival sobre las supuestas ayudas de los árbitros o el calendario. Guardiola no se refirió al colegiado del Sánchez Pizjuán el domingo, pero sí dejó caer que el Real Madrid «tiene mucho poder en todos los sentidos».

Para el técnico del Barcelona, en realidad quedan dos ligas, una hasta el choque del Bernabéu, otra después. Salir de Madrid con una ventaja de tres puntos o más sería definitivo y hacerlo por delante, casi, porque a partir de ahí el calendario es teóricamente más favorable para el Barça. Todos los partidos excepto el derbi contra el Espanyol son contra rivales que están del décimo hacia abajo en la clasificación.

Hasta el encuentro que enfrenta a primero contra segundo (el 16 de abril), el Madrid pretende remontar más puntos porque confía en vencer en sus tres partidos y que el Barça se deje algo en Villarreal. Dada la fiabilidad ofrecida en casa por el conjunto madridista, las opciones de pelear por el título pasan por vencer al Barcelona, que ha ganado los cinco últimos duelos directos, y por lo que haga como visitante, donde sus prestaciones bajan: se ha dejado puntos en cuatro estadios y sólo tres veces ha ganado por más de un gol de diferencia. Las salidas del Madrid son Atlético, Athletic, Valencia, Sevilla y Villarreal, posiblemente las más complicadas junto con el Camp Nou.

 El Barcelona tiene como argumentos su juego y sus números, ya que sólo ha perdido un partido en todo el campeonato y ante el Sevilla tuvo una buena actuación pese al empate. Además está la experiencia, porque los dos últimos años ha sufrido una persecución similar y ha aguantado la presión. Desde que la Liga se juega a tres puntos sólo ha habido dos remontadas similares a falta de diez jornadas: en la campaña 2003/04 el Valencia de Benítez estaba cuatro puntos por debajo del Madrid «galáctico» y terminó primero con siete de ventaja. En la 2006-07, el Madrid de Capello se llevó el título tras recuperar al Barça cinco puntos.


«El fútbol español está limpio»
El Barcelona y el Valencia hicieron ayer dos comunicados en los que mostraron su indignación por las noticias que los vinculaban con presuntas actividades relacionadas con el dopaje e incluso anunciaron que están dispuestos y estudian tomar medidas legales. Jaime Lissavetzky fue rotundo, mucho más que, por ejemplo, con Marta Domínguez o Alberto Contador. «El fútbol español está limpio», afirmó el secretario de Estado para el Deporte. «En el vestuario del Barça sólo se consumen vitaminas y quien piense o diga lo contrario está jugando con fuego», aseguró el azulgrana Gerard Piqué.