Europa

Roma

Un mundo feliz

Siete años entre la plebe de la Liga de Campeones, entre los que se quedan en el camino de los octavos de final; finalmente, el Real Madrid retorna a la elite del fútbol europeo. Vuelve a vivir en un mundo feliz.

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Desde Vicente del Bosque –técnico de la «Octava» (2000) y la «Novena» (2002), y al que, precisamente, el club va a hacer socio de honor– hasta Mourinho, profeta de la «Décima», y salvando a Carlos Queiroz, que sí alcanzó los cuartos –eliminatoria en la que el Madrid quedó apeado por el Mónaco de Morientes–, han desfilado por el banquillo madridista seis entrenadores –Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Juande y Pellegrini– , seis proyectos fútbolísticos y seis grandes ciclos de inversiones en fichajes. En total, han hecho falta 765,2 millones de euros para que el Real Madrid vuelva a estar entre los más grandes de Europa. Una media de 109,31millones por cada una de estas seis temporadas.

Naufragó a manos de la Juve el «cuadrado mágico» del tecnológico Luxemburgo (por aquello del pinganillo que le conectaba con alguno de sus jugadores de campo) con una inversión de 41,7 millones de euros para añadir a los «galácticos», entre otros, al Balón de Oro Michael Owen. El Arsenal se llevó por delante las bicicletas de Robinho, un proyecto de 95 millones puestos a disposición de López Caro, que tuvo otras joyas como Sergio Raos y Baptista, procedentes del Sevilla.

Con Capello, el Madrid siempre se ha asegurado una Liga, pero no una Liga de Campeones, y pese a los 103,5 millones de euros gastados en sus peticiones –Van Nistelrooy, Diarra, Gago, Emerson, Higuaín, Marcelo y Cannavaro; tres de ellos en el mercado de invierno para afrontar las eliminatorias europeas– sucumbió frente al Bayern.

La remodelación del Madrid que se le encargó a Schuster costó casi 120 millones de euros, para fichar a Pepe, el central más caro de su historia, Robben, Sneijder, Heinze y Drenthe, tampoco evitó el desplome en Europa, esta vez, ante la Roma. También cayeron en saco roto los 80 millones invertidos por Huntelaar, Lass, Van der Vaart... en la campaña 2008-09, que heredó Juande Ramos del destituido Schuster.

El nuevo ciclo de Florentino Pérez al frente del Real Madrid arrancó de la forma en que uno se propone partir de cero. Borrón y cuenta nueva. Los 250 millones para fichar a Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema, Xabi Alonso, Albiol, Granero y Arbeloa no dieron tiempo a que maduraran con Pellegrini. Por el camino, Florentino intuyó que si algún técnico podía ser profeta de la «Décima» y sacar jugo lo más rápido posible a un equipo en construcción, ése era el poseedor de dos Copas de Europa con dos clubes distintos, José Mourinho. Con 76 millones este verano, el presidente del Real Madrid siguió completando la confección de una plantilla (ahora con Di María, Özil, Khedira, Carvalho, Pedro León, Canales y, en invierno, Adebayor) que devolviera al Madrid al olimpo de la Liga de Campeones.

Florentino Pérez contrató a Mourinho, grandilocuente y follonero, reprobado muchas veces por sus formas, pero un gran gestor de plantillas, egos, rendimientos, compromisos, entornos y, sobre todo, eliminatorias. Para alivio de la parroquia madridista, el técnico portugués ha roto ya dos maldiciones: la de Copa y la de «Champions». Ambas duraban siete años. El Madrid, de la mano de «Mou», está en la final de la Copa del Rey, en la que no estaba desde 2004 y perdió con el Zaragoza. No la gana desde 1993 y, aunque el rival es el Barça, se sueña con volverla a conquistar más que nunca. Es el poder que tiene «Mou», la misma confianza que se tiene en que logre la «Décima» tras, por fin, pasar a cuartos.