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La lluvia no impidió que los hinchas madridistas celebraran el triunfo toda la noche

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MADRID- La diosa llevaba tres años sin recibir visita. Ayer, para compensar esa eterna espera, los jugadores blancos le obsequiaron con uno de los mejores agasajos que Cibeles podía esperar: la Copa del Rey y el calor de miles de madridistas celebrando la victoria. Ella, para devolverles el regalo, movió sus hilos en el Olimpo de los Dioses y logró que la lluvia diera un poco de tregua en la capital para no deslucir la celebración. Miles de aficionados del club blanco se echaron a la calle y festejaron la 18º Copa del Rey conseguida por el Real Madrid.
Los hubo que aterrizaron desde la capital del Turia tras haber visto el partido en directo en Mestalla y llegaron a la Cibeles prácticamente al tiempo que los jugadores, sobre las 2:30 horas de la madrugada. Pero la mítica fuente y sus aledaños comenzaron a convertirse en una auténtica «marea blanca» después de que el árbitro pitara el final del partido, justo cuando el reloj marcó la medianoche tras una prórroga de infarto. El goteo de los hinchas merengues entorno a la Diosa fue incesante. Llegaban desde todos los puntos de la región –algunos incluso se desplazaron de madrugada desde Toledo o Segovia– tras haber visto el partido en casa, con los amigos o en cualquier bar.

«Hacía mucho que la Cibeles no escuchaba el "alirón"», comentaba un padre de una familia madridista eufórico. Pero no sólo el clásico himno. El archiconocido «campeones, campeones» o el más refinado «We are the Champions» sonaron hasta primeras horas de la mañana por cada rincón de Madrid. Y es que, fueron muchos los aficionados que aprovecharon la festividad de hoy (Jueves Santo) para prolongar la celebración más de lo habitual. Eso constataba Javi, de 34 años. «Han jugado un partidazo, se lo han merecido y ahora, a disfrutar de la fiesta que mañana no hay que trabajar». Y, entre tantos aficionados, también había turistas extranjeros que disfrutaron de la fiesta como un atractivio turístico más de la capital. «El fútbol español es increíble», comentaba un turista de Virginia.

A pesar de tal aglomeración de hinchas, el medio millar de efectivos policiales y las medidas de seguridad preparadas para la ocasión por el Ayuntamiento de Madrid surtieron efecto y, a cierre de esta edición, no hubo que lamentar altercados de mayor importancia. De hecho, los agentes hicieron un cordón para que los aficionados no pudiesen acceder al recinto vallado entorno a la Cibeles con alcohol ni vidrio.

Desde que la Selección Española de fútbol ganara el pasado verano el Mundial, las calles de Madrid no habían vuelto a registrar tantos aficionados celebrando el triunfo de un equipo de fútbol. Y lo cierto es que ayer hubo muchas escenas que a más de uno le recordaron al Mundial. Ríos de gente bajando por las calles (desde Alcalá, el Paseo del Prado y Recoletos) y pitando con el coche, tirando petardos para celebrar la victoria y cantando consignas que ya se escucharon este verano, como el «yo soy español, español, español». Las gotas que comenzaron a caer cuando el capitán madridista, Iker Casillas, recogió la copa en Valencia, no lograron apagar las ganas de fiesta de los merengues. Los aficionados bajaron a celebrar la victoria con paraguas, chubasqueros y, por supuesto, la camiseta del Madrid debajo. «Nos da igual que llueva, hoy no pasamos frío», decía Rafa, de 27 años. Los comentarios acerca de cómo habían jugado el partido consiguieron calmar la interminable espera hasta que los jugadores hicieron acto de presencia en Cibeles. Y todos, cámara en mano, no quisieron perder la oportunidad de inmortalizar el momento con la fuente de fondo. Tampoco faltaron las críticas al rival, ya que el de ayer sólo fue el segundo de los cuatro encuentros que ambos equipos juegan en menos de mes, y el enfrentamiento entre «blancos» y «blaugranas» está más tenso que nunca. «Esto es para que los del Barça se anden con "ojito"porque también les vamos a ganar la Champions», pronosticó Guillermo, de 22 años. Avisados quedan. 

La llegada del preciado trofeo a la plaza fue un tanto accidentada, ya que cuando era mostrado a todos los asistentes por Sergio Ramos desde lo alto del autobús, a éste se le escapó de las manos y fue a parar al asfalto, donde fue "atropellado"por el autobús, lo que le provocó algunos daños.

Los jugadores del Real Madrid llegaron al madrileño aeropuerto de Barajas procedentes de Valencia sobre las tres de la madrugada del jueves. De ahí se trasladaron hasta el Santiago Bernabéu para abordar el autobús descubierto e iniciar su recorrido triunfal por el Paseo de la Castellana hasta la Plaza de Cibeles.

Cumpliendo con la tradición, los jugadores saludaron a los miles de aficionados desde una pasarela montada alrededor de la fuente, aunque fue el capitán del equipo, Iker Casillas, el único autorizado a subir a lo más alto de la escultura por colocar alrededor del cuello de la diosa una bandera de España con el escudo madridista, mientras por los altavoces sonaba el consabido "We are the champions"de Queen.

A continuación, los jugadores volvieron al autobús para regresas al Santiago Bernabéu y retirarse a descansar, ya que el sábado deberán afrontar un nuevo compromiso del campeonato de Liga.

Tras retirarse el equipo, los aficionados fueron abandonando poco a poco la plaza de Cibeles para poner punto y final a una celebración que no registró incidentes graves.