Italia

Italia se viste de largo para la «riapertura»

Tiendas, bares y restaurantes, peluquerías, balnearios y museos retoman la actividad. En los lugares cerrados el uso de mascarillas será obligatorio

En los últimos días han estado sacándole brillo a los mármoles de Bernini. Un equipo de operarios vestidos con monos blancos desinfectaban, como en esas películas de plagas apocalípticas, los grandes mastodontes que siempre seguirán en pie. Han estado poniendo a punto el Vaticano. También el Coliseo, la Fontana de Trevi o las escaleras de la Plaza de España. Escribir que lo ponían bonito para la ocasión sería mentir, porque Roma nunca había estado tan bella como ahora.

Primero Roma para nadie y, con la desescalada, sólo para los romanos. Los turistas seguirán en sus casas, pero, al fin, este lunes la Ciudad Eterna y el resto de Italia volverán a tener un aspecto mucho más parecido al de hace tres meses.

El mito de la regeneración siempre ha acompañado a este país. Italia es la cuna del Renacimiento y cuando hubo que unir una amalgama de reinos, repúblicas y territorios enfrentados para conformar una nación se inventó la palabra «Risorgimento». Este lunes todo eso volverá a tener una nueva acepción. Y aunque quizás el vocabulario nos esté llevando a un terreno demasiado elevado, la gramática y el ánimo de este país no sólo lo permiten, sino que lo propician.

También la curva epidemiológica, por dejar caer el léxico con todo el equipo. Italia lleva dos días registrando mínimos en el número de fallecidos desde que explotó la epidemia -ayer 145-, por lo que entiende que ha llegado el momento de anticipar el calendario previsto.

Vayamos con el acta notarial. Este lunes reabren tiendas, centros comerciales, bares y restaurantes –ya con clientes en los establecimientos–, peluquerías, establecimientos balnearios y museos. En todos los lugares cerrados será obligatorio el uso de mascarillas y guardar una distancia de un metro. En un principio iban a ser dos, pero las quejas de los comerciantes por limitar al extremo la clientela ha provocado que el virus tenga que frenarse en ese metro.

Será la separación que habrá entre las mesas de los restaurantes o entre quienes acudan a renovar el vestuario para un verano que llega sin que nos haya dado el sol.

También vuelven las misas, con gel desinfectante en lugar de agua bendita, o se podrá visitar ya a los amigos. En la práctica, esto lo estaban haciendo ya todos los italianos, que sí tenían consentido reunirse con sus familiares o parejas. Pero, o mucho se han ampliado las relaciones estos días o la cantidad de grupos que se ven por las calles no se explica de otra manera. No se impondrá un número máximo de personas, sino que rige la prohibición generalizada de evitar concentraciones.

Desde hace un par de semanas, también corría otro mito en Italia: el del documento firmado por uno mismo para justificar los movimientos. En el mundo real la gente lo había olvidado ya en el cajón, por lo que el Gobierno ha decidido que los ciudadanos dejen de gastar tinta de sus impresoras para aparcarlo definitivamente.

A partir de este lunes se permiten circular libremente por una misma región. Y eso implica acudir a segundas residencias si no hay que traspasar fronteras internas. Quienes vivan en una región costera tendrán la suerte ya de poder ir a la playa. Aunque en Italia, más de la mitad del litoral está en manos de establecimientos privados, que deberán dejar dos metros de separación entre tumbonas. También se aplica, por supuesto, para quien coloque su toalla en la arena.

Para quien no pueda disfrutar del mar, a partir del 25 de mayo tendrá el consuelo de las piscinas. También de los gimnasios, aunque al calor se añadan las complejas medidas de precaución que regirán aquí.

No se podrán pisar con calzado que haya pasado por la calle, se desinfectarán periódicamente y habrá que intentar mantener el sudor también a un metro de los demás. En todos estos establecimientos cerrados es obligatorio el uso de mascarillas.

Nos habíamos quedado en que hoy lunes la última línea divisoria la marcaban los confines de las regiones. Un límite que a partir del 3 de junio también se borrará. En ese momento los italianos no sólo podrán moverse por todo el territorio nacional, sino que el Ejecutivo ya ha aprobado la apertura de sus fronteras. Quienes vengan de otros países de la Unión Europea no tendrán que guardar una cuarentena de dos semanas, como había sucedido hasta ahora y como ha planteado el Gobierno español.

Las presiones del turismo, que representa un 13% del PIB nacional, son fuertes, pero también las del Gobierno por relanzar una economía que se despeña. Este lunes los ministros de Exteriores de Alemania, Italia, España y otros países tradicionalmente turísticos mantendrán una reunión por videoconferencia para unificar criterios y Roma utilizará la reapertura de sus fronteras como un mecanismo de presión para que también permitan a sus ciudadanos moverse por la UE. Además, Italia se anticipa así al resto de destinos turísticos, mientras otros países se ingenian corredores seguros para el desplazamiento de viajeros.

Todo este programa tiene su última parada el 15 de junio, si la curva no lo impide. Ese día volverán a abrir cines y teatros, con un aforo limitado. En los espacios cerrados no podrá haber más de 200 personas y en los abiertos no se superará el millar de personas. Habrá que reservar por internet, sentarse en butacas alternas y usar guantes, además de mascarillas.

La alcaldía de Roma con la bandera italiana
La alcaldía de Roma con la bandera italianaAlberto LingriaReuters

Pero el espectáculo continuará. «Los datos son esperanzadores, pero empezaremos con cautela», había dicho la noche del sábado el primer ministro, Giuseppe Conte, mientras presentaba ante la prensa la nueva hoja de ruta. Sería por dar ejemplo y desconfinarse a sí mismo, pero se trató también de la primera comparecencia con periodistas en muchas semanas. No en un lugar abierto, sino en un patio del Palacio Chigi, la sede del Gobierno. La noche y la solemnidad que le pone Italia a estos actos también acompañaban. Nunca Italia había estado tan bella. Nunca se había presentado tan espléndida a una apertura de gala.

Disputas entre regiones

El Gobierno ha marcado las pautas, ahora deciden las regiones. Es decir, sobre la base firmada por el primer ministro, los diferentes territorios pueden establecer modificaciones, como retrasar fechas o imponer medidas de seguridad más estrictas. La reunión entre Giuseppe Conte y los dirigentes regionales se prolongó hasta las 3 de la madrugada del pasado domingo, según reconoció Giovanni Toti, presidente de Liguria. Se produjo un atisbo de revuelta, que más o menos se sofocó, aunque hubo quien no quedó satisfecho. El más ruidoso fue una vez más el presidente de Campania, Vincenzo De Luca, un personaje histriónico que ha protagonizado una buena lista de declaraciones satíricas no exentas de crítica. “No sé qué significa ‘todos libres’, pero yo mañana no abro ni restaurantes, ni pubs, ni nada, por seriedad”, dijo ayer en televisión. De Luca se queja de que su región, cuya capital es Nápoles, es una de las que mejores datos presenta y menos presupuesto tiene, por lo que no quiere asumir un rebrote provocado por ciudadanos de otras zonas.