Italia

Italia aún espera al turismo europeo

El Gobierno Conte adelanto la apertura a los extranjeros para sacar ventaja a sus competidores pero el movimiento se ha visto frustrado por la falta de reciprocidad

Civis Civitas Civilitas exhibition on Italian Republic Day
Una mujer visita Civis Civitas Civilitas el pasado 2 de junio en RomaANGELO CARCONIAgencia EFE

Una cadena de maletas vacías poblaba esta semana la Piazza del Popolo de Roma. No las había olvidado nadie, sino que las llevaban agentes de viajes de toda Italia como señal de protesta. “Nosotros también existimos”, rezaban sus pancartas.

El Gobierno de Giuseppe Conte abrió sus fronteras exteriores y permitió la libre circulación de movimientos por todo el país el pasado miércoles, pero el turismo continúa congelado y el sector se queja de la falta de apoyos.

Necesitamos una intervención del Estado para las pequeñas empresas y que se acuerden de nosotros cuando aprueben un nuevo plan para el turismo con dinero de la Unión Europea”, señalaba Luca Patané, presidente de la Federación de Turismo Organizado, una de las principales patronales de las agencias de viajes italianas.

Sin la reciprocidad de otros países, la apertura anticipada de Italia todavía no tiene demasiados efectos. La UE plantea que a mediados de junio los Estados comiencen a levantar las barreras de sus fronteras comunitarias, aunque España no lo hará hasta principios de julio. Precisamente esta semana Pedro Sánchez y Giuseppe Conte enviaron una carta conjunta a la Comisión Europea para pedir una acción coordinada. Italia quiso adelantarse al resto de sus competidores, pero si el resto de países no permiten salir a sus ciudadanos o les imponen una cuarenta al volver -como hace España-, su movimiento sirve de poco.

En el aeropuerto de Fiumicino en Roma, una de las principales puertas de entrada a Italia, los movimientos se han duplicado en comparación con la semana anterior. Pero simplemente se ha pasado de unos 50 vuelos diarios a un centenar, de los que sólo una cuarta parte proceden de otros países del espacio Schengen. Mientras, Ferrovie dello Stato, la compañía nacional de ferrocarriles, informa de que el número de trenes interregionales se ha triplicado desde que se levantaron las restricciones para la movilidad nacional. De unos 8.000 viajeros se ha pasado a22.000, un dato todavía lejano al de la etapa pre-Covid.

La baza del sector, no sólo en Italia sino en el resto del mundo, será el mercado nacional. La organización de consumidores de Codacons prevé que uno de cada dos italianos saldrá este verano de vacaciones y que el 80% de ellos permanecerán en territorio nacional.

“El perfil que pensamos que se moverá es el de un turismo familiar y también de chicos jóvenes, ya que ellos tienen menos temor por la situación sanitaria”, afirma Giuseppe Roscioli, vicepresidente de Federalberghi, la principal asociación hotelera italiana.

Roscioli añade que todavía “el 60% de los hoteles del país continúan cerrados”. “Ahora mismo apenas hay diferencias entre ciudades muy turísticas como Venecia, Florencia o las islas. Los únicos que ya han ido recuperando la actividad son los alojamientos rurales. Sin embargo, entre julio y agosto esperamos una ocupación del 40% en los destinos de playa, que serán los favoritos, mientras que ciudades como Roma o Milán permanecerán por debajo del 20%”, sostiene.

Un paseo por alguna de las calles de mayor concentración hotelera en Roma confirma sus declaraciones. En la Via Cavour, que une la estación ferroviaria de Termini con la avenida de los Foros Imperiales, apenas se ven hoteles abiertos. Ésta es una de las zonas preferidas para los grandes grupos que vienen a la capital con un paquete para visitar otras ciudades italianas y también para quienes acuden de otras partes del país para participar en ferias o congresos.

El Hotel Genova, un cuatro estrellas, ubicado al principio de la calle, es uno de los pocos que no han cerrado en todo este tiempo. “Ahora mismo tenemos cuatro clientes hospedados. Ha venido algún político que tenía que acudir desde otra ciudad al Parlamento, pero poco más”, señala el recepcionista. Al margen de la presencia de este hombre, el edificio presenta un aspecto fantasmagórico.

Los cálculos del sector es que se han perdido ya unos 65.000 millones de euros y que de junio a agosto llegarán del exterior unos 235.000 turistas, por los más de 60 millones de visitantes que recibió Italia en todo 2019. “Sabemos que será un año muy malo y por eso muchas empresas han salido a protestar”, asegura Ivana Jelinic, presidenta de la asociación de touroperadores Fiavet. Para ella, el principal problema es que “las ayudas que puede otorgar el Gobierno siempre chocan con la burocracia y finalmente el dinero no termina llegando”. Su previsión es que “un sector de clase media-alta de la población, que se interesará por los destinos de playa pueda servir como sostén” ante una campaña nefasta.

El turismo representa un 13% de la economía italiana y, aunque el país no es tan sumamente dependiente de este sector como España, sí que supone una de las principales fuentes de ingresos.

El Ejecutivo ha aprobado una serie de medidas, como exenciones fiscales para las empresas turísticas o un bono por un máximo de 500 euros para que las familias se paguen su estancia en un hotel. Sin embargo, muchas de las ayudas no han llegado aún y los bonos sólo se podrán canjear a partir de julio.

Algunas regiones del sur se presentan como “libres de Covid”, mientras que el norte acarrea el estigma de haber sido el epicentro de la pandemia en Europa. Mientras, islas como Sicilia o Cerdeña, uno de los grandes reclamos de playa, se debaten entre apostar por el turismo internacional o mantenerse aislados durante una temporada, ya que la incidencia del coronavirus allí ha sido baja. Primero pidieron un pasaporte sanitario para entrar y, descartada esta medida, simplemente harán un mayor seguimiento de los visitantes.