Bolivia

Luis Arce, ¿títere de Evo Morales o un presidente con agenda propia?

El ganador de las elecciones de Bolivia gobernará con la sombra del ex dirigente indígena, que ha anunciado que volverá al país desde su exilio argentino

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Ahora que Luis Arce ha ganado la presidencia de Bolivia en la primera vuelta de las elecciones, muchos dentro y fuera del país se preguntan qué clase de presidente será y hasta qué punto Evo Morales marcará las riendas del mandato, ya sea desde el exilio en Buenos Aires o instalado en Bolivia tras un regreso que él mismo ha anticipado en los últimos días.

Arce ha prometido que liderará “el proceso de cambio sin odio” y que gobernará para todos. “Vamos a construir un gobierno de unidad nacional”, ha dicho en las últimas horas. A pesar de que aún no ha concluido el recuento oficial, su principal rival en los comicios, el centrista Carlos Mesa, ya ha reconocido la victoria del MAS, el partido de Arce y Morales.

Las transiciones entre gobernantes del mismo partido político en América Latina no siempre han sido fáciles. A menudo, los ex presidentes quieren mantener una cuota de poder y capacidad de decisión sobre sus sucesores, en ocasiones designados a dedo por ellos (no es el caso de Arce, elegido por 50 delegados del MAS), por lo que pronto pasan de ser estrechos aliados a enemigos declarados. Cabe recordar los casos de Álvaro Uribe con Juan Manuel Santos en Colombia, o el binomio ecuatoriano formado por Rafael Correa y Lenin Moreno, ambos a la gresca.

“No sabemos cómo actuará”, responde el analista boliviano Mario Torrico sobre el grado de independencia que tendrá Luis Arce como jefe del Estado con respecto a su mentor Morales . “La desventaja de Arce es que él no tiene peso autónomo en el MAS”, añade.

La nominación como candidato presidencial en 2019 generó malestar dentro de su partido. Arce, representante de la clase media urbana boliviana, no procede de organizaciones sindicales y campesinas que forman la base del MAS. “El núcleo duro del MAS son los campesinos cocaleros. Y ese sector es de Evo”, añade Torrico, quien cree que el triunfo de Arce en las presidenciales “fue gracias a la estructura del MAS”.

A los antecedentes de Ecuador y Colombia se añade uno más reciente en Argentina, con la victoria en las urnas del peronista Alberto Fernández al lado de Cristina Fernández Kirchner como vicepresidenta. “Alberto Fernández es un comunicador de las decisiones que toma Cristina Kirchner. Ella gobierna y él comunica las decisiones”, asegura a LA RAZÓN la profesora Constanza Mazzina, quien se pregunta en qué medida “Arce dará un giro de 180 grados, como hizo Lenin Moreno con Correa, o en cambio seguirá el modelo argentino”.

El periodista boliviano Raúl Peñaranda considera que el vencedor de las urnas no será un dirigente “independiente” y cree que Evo Morales gobernará desde la sombra. En contra de Arce está su perfil técnico y la falta del carisma que demostró su antecesor. Morales, además, que ascendió a la presidencia en 2006, manifestó su intención de mantenerse en el poder otros cuatros años, incluso tras ser derrotado en el referéndum de 2017 en el que se preguntó a los bolivianos por su continuidad como presidente.

La victoria de Morales en las elecciones de octubre de 2019, en las que según la OEA hubo fraude, marcaron su salida abrupta del Gobierno y su exilio primero en México y después en Buenos Aires. El líder indígena, que dejó un país dividido y sumido en protestas a finales del año pasado, podrá reclamar como suya la victoria de Arce, que para los analista consultados es una victoria del partido.

Aunque Arce fue un discutido candidato dentro del MAS, finalmente se le consideró el hombre capaz de “garantizar la economía nacional” y crear los consensos necesarios para hacer competitivo al partido. El nuevo presidente boliviano fue ministro de Hacienda en 2006 y después de Economía, e impulsor de la nacionalización de sectores estratégicos. Muchos le consideran el artífice del milagro económico boliviano, un periodo marcado por el auge del precio de las materias primas que permitió al Gobierno de Morales una gestión macroeconómica alabada incluso por el Fondo Monetario Internacional.