Nueva agenda UE-EE UU
Borrell insta a Europa a aprovechar la «oportunidad única» que supone Biden
El vínculo transatlántico y la independencia estratégica de la UE enfrentan a Merkel y Macron
A veces los dioses son tan crueles que escuchan nuestras plegarias. Tras el alivio y euforia por la victoria de Joe Biden y el fin de la era Trump, han comenzado los problemas en la UE. París y Berlín discrepan sobre el futuro de las relaciones transatlánticas y como si fuera una madre que intenta reconciliar a los hijos en pos del bien familiar, Bruselas cree que debe mediar ante estas desavenencias. El máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, alertó este miércoles sobre el peligro de «caer en la trampa de falsos debates enfrentados entre una Europa más fuerte y una asociación transatlántica más solida» e instó a las cancillerías europeas a dejarse de disquisiciones estériles y comenzar a recomponer las relaciones con Washington.
«Con el cambio de Administración en EE UU, una Europa más firme y la necesidad de diseñar el mundo postcorona, tenemos una oportunidad única en una generación para diseñar una nueva agenda trasatlántica para la cooperación global», defendió Borrell mientras presentaba una nueva estrategia europea que será discutirá por los Veintisiete el lunes en la reunión de los ministros de Exteriores. El presidente del Consejo, Charles Michel, ha estado esta últimas semanas manteniendo contactos bilaterales con las cancillerías sobre este tema y Biden ya ha sido invitado a una cumbre a Bruselas con los Veintisiete, después de que tome posesión. La OTAN también quiere celebrar otro encuentro con los aliados el año que viene. En resumen: alfombra roja para el próximo morador de la Casa Blanca.
«Una presidencia de Biden, aunque restauraría los canales diplomáticos transatlánticos y fomentaría posiciones comunes ante asuntos clave de la agenda internacional, podría resultar contraproducente si los europeos esconden la cabeza bajo la arena respecto a sus promesas de mayor autonomía estratégica», escribía de manera profética Pol Morillas, director de CIDOB, antes de los comicios estadounidenses.
Como si hubiese escuchado estas palabras, Emmanuel Macron lleva batallando las últimas semanas para que los europeos no pierdan esa sensación de vértigo que han sentido durante los últimos años. El presidente francés pretende que los Veintisiete sigan avanzando en aspectos como una política de defensa más soberana respecto a EE UU ante el peligro de que la Casa Blanca vuelva a albergar un inquilino que, al igual que Trump, amenace con dejar de extender el manto protector sobre el club europeo, vigente desde la Segunda Guerra Mundial. Alemania también está dispuesta a aumentar su gasto en defensa y cumplir sus deberes, pero sigue prefiriendo que ésta se siga enmarcada dentro de la OTAN ya sea por pragmatismo o como forma de responder a su fantasmas históricos.
«Las ilusiones sobre una autonomía estratégica deben acabar: los europeos no serán capaces de remplazar a América en su rol crucial como suministrador de seguridad», escribió la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer en un artículo publicado en el digital «Politico» en noviembre. Macron contraatacó mostrando su desacuerdo y acusando a AKK de «malinterpretación histórica».
Bruselas cree que es compatible que los Veintisiete avancen en materia de defensa de manera coordinada con la OTAN y apunta que la «autonomía estratégica» abarca otros ámbitos como las redes de alta velocidad 5G, la gestión de los datos, el papel del euro como moneda mundial o el suministro de bienes esenciales. Prácticamente no hay iniciativa europea en la que no se mencione el concepto que Borrell define como «hablar el lenguaje del poder».
En la estrategia presentada hoy por Borrell, se menciona la necesidad de que EE UU coopere en la reforma de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) y vuelva al marco del Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático o al pacto con Irán para promover la desnuclearización del país.
El fin de los aranceles a ciertos productos europeos o las discrepancias sobre una tasa a gigantes estadounidenses como Google también son temas que los europeos quieren tratar con Biden, con la esperanza de que la nueva Administración cambie de rumbo tras los problemas con Trump.
Aunque Borrell siempre ha defendido la necesidad de que la UE cuente con una voz propia en la guerra fría entre Washington y Pekín, el análisis a ambos lados del Atlántico es bastante similar. «Como sociedades democráticas abiertas y economías de mercado, la UE y EE UU están de acuerdo en el desafío estratégico que presenta la creciente firmeza internacional de China», aseguró el Alto Representante. Tras una etapa marcada por la ingenuidad, Bruselas ha pasado a considerar al gigante asiático como «un competidor económico y un rival sistémico» global.
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