Tensión bilateral

Estos son los retos de Joe Biden en Venezuela

El dictador venezolano vio el cambio de administración como una posibilidad de relajar la crisis entre ambos países, pero Antony Blinken explotó la burbuja de su sueño totalitario

Antony Blinken, Secretario de Estado de Estados Unidos y Joe Biden
Antony Blinken, Secretario de Estado de Estados Unidos y Joe BidenJOSHUA ROBERTSREUTERS

Nicolás Maduro pudo pensar que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supondría un poco de aire fresco para el régimen que lo sostiene en el poder. Sin Donald Trump al mando, el dictador venezolano creyó que la tensión entre el país caribeño y la nación norteamericana se relajaría.

Pero fue el nuevo Secretario de Estado, Antony Blinken, quien acalló estas expectativas de Maduro. El 19 de enero, antes de la inauguración presidencial, Blinken anunció que la nueva administración demócrata mantendría la línea de política internacional establecida por Trump respecto a Venezuela, a través de una estrategia de sanciones contra dirigentes chavistas y el respaldo que otorga el reconocimiento de Juan Guaidó por parte del presidente Biden.

No obstante, ayer se sabía que la administración Biden relajaba la sanción impuesta a las empresas estadounidenses que estableciesen intercambio económico a través los puertos y aeropuertos venezolanos. Básicamente se trata de permitir las transacciones con puertos y aeropuertos de Venezuela. No obstante, fuentes del ejecutivo estadounidense señalan que no se trata de rebajar el impacto de las sanciones sino de evitar más consecuencias en la actividad portuaria de Venezuela.

Sin duda alguna el autoritarismo de Maduro podrá suponer un importante reto para la administración Biden, puesto que el dictador ha recrudecido su hostilidad política y ha ampliado su poder con la instalación de una Asamblea Nacional que, a pesar de no ser legítima y carecer de reconocimiento internacional, pone a Juan Guaidó en una situación aún más compleja. Además, los persistentes ataques del régimen a la libertad de expresión y la censura de los medios de comunicación dejan clara cuál es la línea a seguir por parte de quien se ha apoderado del mando y cuenta con un hipotético respaldo militar.

Una vez se confirmó el triunfo electoral de Biden, Nicolás Maduro envió un mensaje al nuevo presidente estadounidense, en el que le decía al exsenador que quería hablar con él confiando en un nuevo camino para las relaciones bilaterales.

La presión internacional

Si hay una acción conjunta que ha determinado la respuesta de la comunidad internacional ante la crisis venezolana, han sido las sanciones impuestas desde distintos países y a diferentes escalas. El factor común de todas estas es el carácter individualísimo de las sanciones, que en ningún momento están destinadas al país o a instituciones públicas sino a los principales perpetradores de la crisis humanitaria que afronta el país latinoamericano.

Y es en este asunto, específicamente, sobre el que más incertidumbre hay en tanto y cuanto la gestión de Biden acaba de comenzar. Ya no solo desde Venezuela, sino que a través de distintos portavoces -encabezados por el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero- se ha pedido que la nueva administración disuelva cualquier sanción impuesta por Donald Trump.

No hay que olvidar que uno de los grandes núcleos latinos en Estados Unidos es Florida, donde la población dominante es cubana y venezolana, y donde además, aunque por una brecha bastante ajustada, ganó Donald Trump. Su gestión y respaldo a Guaidó es una de las razones que se aducen a este apoyo al exmandatario. Sin embargo, muchos críticos del magnate señalan que fueron más promesas que acciones, por lo que esperan la rotundidad de Biden en este sentido.

En el informe “Recalibrando la política de Estados Unidos sobre Venezuela: Aprender del fracaso y aprovechar las oportunidades”, realizado por WOLA (Washington Office on Latin America), se proponen algunos retos a los que se enfrenta Biden de cara a un horizonte respecto a Venezuela.

En primer lugar, se plantea la necesidad de establecer una línea de diálogo con los socios europeos y latinoamericanos de Estados Unidos para organizar un encuentro con los países que han promovido la dictadura de Maduro: China, Cuba y Rusia. La finalidad primordial es encontrar áreas de interés mutuo en Venezuela que permitan canalizar una salida democrática.

“El prolongado estancamiento de Venezuela se ve reforzado por intereses geopolíticos más amplios, especialmente en relación con los abundantes recursos petrolíferos de Venezuela. Establecer líneas claras de intereses mutuos entre todas las grandes potencias implicadas podría ser la clave para avanzar”, señala el informe.

Ayuda Humanitaria organizada a través de la legítima Asamblea Nacional, coordinada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que fue un gran logro durante la primera fase de la pandemia y demuestra que tales acuerdos son posibles en pro de la sociedad que tan afectada está por el recrudecimiento de la crisis.

Convocar un grupo de trabajo interinstitucional para revisar las sanciones a Venezuela y que al mismo tiempo debería recomendar formas de avanzar en una estrategia más coordinada a nivel internacional. Además, este grupo debe garantizar que cualquier acusación de figuras clave del régimen no suponga un obstáculo para la transición.

El ejecutivo de Joe Biden ya ha anunciado que aprobará una TPS (estatus de protección temporal) para dar cobijo legal a los venezolanos más allá de lo que había prometido Trump con la acción ejecutiva de su último día en el Despacho Oval.