Bendición mixta

El ADN de los neandertales afecta a la vulnerabilidad a la covid-19

Un legado genético es protector, mientras que otro es dañino

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Imágenes art EconomistThe EconomistLa Razón

Según los científicos, los neandertales se extinguieron hace unos 40.000 años. Pero no desaparecieron por completo de la Tierra. En la última década, ha quedado claro que los neandertales se aparearon con los antepasados de los humanos modernos, y que al menos algunas de esas uniones produjeron descendencia viable. El resultado es que casi la mitad del genoma neandertal aún sobrevive, esparcido en pequeñas cantidades entre casi todo el ADN de la gente moderna. (La excepción son aquellos con antepasados principalmente africanos, ya que los neandertales parecen no haber vivido nunca en África).

Estos genes se han asociado con todo, desde la vellosidad hasta el metabolismo de las grasas. Muchos parecen estar relacionados con el sistema inmunológico y afectar el riesgo de desarrollar enfermedades como el lupus, la enfermedad de Crohn y la diabetes. Un par de artículos recientes sugieren que la covid-19 también pertenece a esa lista. Dos secciones largas de ADN, ambas heredadas de los neandertales, parecen conferir resistencia o susceptibilidad a la covid-19 severa, dependiendo de cuál esté presente.

El trabajo fue dirigido por Hugo Zeberg y Svante Paabo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, cuyos investigadores fueron pioneros en el estudio del ADN neandertal. Su primer artículo, publicado en “Nature” en septiembre, describió una cadena de ADN neandertal, conocida como “haplotipo”, que se asocia con un mayor riesgo de enfermedad grave. Tener una copia del haplotipo, que se encuentra en el tercero de los 46 cromosomas que poseen los humanos, duplica las posibilidades de un viaje a cuidados intensivos. Aquellos que tienen la mala suerte de poseer dos copias, una de cada padre, enfrentan un riesgo aún mayor.

Esa mala suerte genética no se distribuye de manera uniforme. La secuencia genética es más común entre las personas de ascendencia del sur de Asia, con el 63% de la población de Bangladés que lleva al menos una copia; y entre los europeos, donde la prevalencia ronda el 16%. Como era de esperar, prácticamente no existe en África. Más sorprendentemente, también es muy raro en grandes franjas del este de Asia.

No está claro exactamente qué hace el haplotipo. Un gen dentro de él codifica una proteína que interactúa con los receptores celulares que utiliza SARS-CoV-2 (el virus que causa la covid-19) para ingresar a las células y secuestrarlas. También se cree que el haplotipo está involucrado en la producción de proteínas de señalización, llamadas citocinas, que ayudan a regular el sistema inmunológico. Una respuesta inmune demasiado agresiva es un mecanismo por el cual la covid-19 mata.

Por otro lado, algunas de esas citocinas protegen contra el cólera. Los investigadores especulan que puede ser la razón por la que el haplotipo es común en Bangladés e India, donde el cólera ha sido un problema durante mucho tiempo. Y hay evidencia de que, aunque la evolución ha estado impulsando el haplotipo en algunas poblaciones, ha estado trabajando para eliminarlo de otras. “Las diferencias de frecuencia entre el sur de Asia y el este de Asia son tan dramáticas que no podemos evitar sospechar que la selección anterior es la responsable”, asegura el doctor Paabo.

El segundo estudio, publicado esta semana en “Proceedings of the National Academy of Sciences”, se refiere a otro haplotipo neandertal, que se encuentra en el cromosoma 12. Su efecto es protector, aunque también es menos potente: tener una sola copia se asocia con un 22% menos de posibilidades de enfermedad crítica.

Esta secuencia útil es más transitada que la dañina. Está presente en todas las partes del mundo excepto en África subsahariana. Entre el 25% y el 35% de la población de Eurasia lleva al menos una copia. En Vietnam y el este de China, más de la mitad de la población son portadores. También existe, a tasas mucho más bajas, entre las poblaciones estadounidenses de ascendencia principalmente africana, muchas de las cuales también tendrán una ascendencia euroasiática más reciente.

Los científicos también tienen una mejor idea de lo que hace, ya que los investigadores lo conocían incluso antes de la noticia de su origen neandertal. El haplotipo dificulta la propagación de los virus de ARN, de los cuales SARS-CoV-2 es uno, al hacer que las células infectadas con ellos se autodestruyan rápidamente. Se sabe que proporciona al menos cierta protección contra el virus del Nilo Occidental, la hepatitis C y, curiosamente, el SARS-CoV-1, que causó el brote de SARS que comenzó en 2002.

Una vez más, la mano de la selección natural es visible. Los genes del haplotipo del cromosoma 12 se encuentran en otros mamíferos y se han perdido varias veces en otras especies. Eso sugiere que llevarlos tiene un costo significativo, lo que hace que se eliminen si no se usan mucho. El hecho de que sean comunes en la mayoría de las poblaciones humanas sugiere que los virus del ARN han sido una espina clavada en el costado de la humanidad durante gran parte de su historia evolutiva.

Los investigadores esperan que su trabajo pueda ayudar a aclarar por qué algunos países, y algunas poblaciones dentro de los países, parecen haber sido más afectados por la covid-19 que otras. Señalan, por ejemplo, que los británicos de ascendencia bangladesí sufren un severo covid-19 en aproximadamente el doble de la tasa de la población en general. Pero desenredar los efectos del ADN será complicado. La edad, la obesidad y el sexo, entre otras cosas, influyen en la gravedad de la covid-19.

Las comparaciones entre países se complican por las diferencias de definición y la dificultad de realizar recuentos precisos, especialmente en los países pobres. A pesar de la prevalencia del haplotipo dañino, la tasa oficial de muerte por covid-19 en Bangladés es de solo 5,1 por 100.000, un orden de magnitud más bajo que en países donde el haplotipo es mucho más raro.

Aun así, un recordatorio de que la genética es importante junto con esos otros factores sigue siendo útil. Si la covid-19 se convierte en una enfermedad endémica, como parece probable, la secuenciación de genes barata puede, en el futuro, ayudar a los médicos a evaluar qué pacientes probablemente sean vulnerables a sus peores efectos. Comprender los mecanismos por los cuales los genes confieren resistencia o susceptibilidad puede ayudar en la búsqueda de fármacos. Y la historia sugiere que es poco probable que SARS-CoV-2 sea el último coronavirus nuevo en dar el salto a los humanos. Si es probable que algunas poblaciones sean más vulnerables que otras, vale la pena saberlo para la próxima vez.