Golpe de Estado

La junta birmana extorsiona a soldados para evitar deserciones

Un capitán que huyó asegura que “secuestran” a los familiares de los militares para que estos no se vayan

Militares birmanos dispersan una manifestación prodemocracia en Yangon en marzo pasado
Militares birmanos dispersan una manifestación prodemocracia en Yangon en marzo pasadoLYNN BO BOEFE

Un capitán que desertó del Ejército birmano para unirse al movimiento de oposición al golpe de Estado asegura que la junta militar extorsiona a los soldados para evitar deserciones dentro de sus filas. Lin Htet Aung, quien huyó de cuerpo castrense en marzo, dice que la junta mantiene “secuestrados” a los familiares de soldados que viven en los barracones militares para evitar las fugas, recoge el portal de noticias Myanmar Now. El insurrecto asegura que un 75 por ciento de los soldados estarían dispuestos a abandonar las filas si no fuera por la extorsión que ejercen los mandos sobre sus familiares. ”Los que viven en recintos militares básicamente han sido secuestrados. Utilizan a los familiares de los soldados para controlarlos, de modo que no puedan actuar libremente. Si un soldado quiere huir, tiene que llevarse a su familia con él”, comenta el antiguo capitán.

Según su testimonio, muchos soldados rechazan los crímenes ordenados por la junta militar durante la brutal represión contra las protestas en favor de la democracia, que han costado la vida a al menos 714 personas, conforme a los datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP). AAPP también denuncia los arrestos arbitrarios -de más de 3.000 personas- y las torturas a las que han sometido a muchos de los detenidos. “Saben que no es justo, pero deben cuidar a sus familias. Son conscientes de la injusticia y estoy seguro de que se sienten incómodos al respecto. Y, sin embargo, tienen que cerrar los ojos”, apunta el desertor, ahora refugiado en un territorio controlado por una guerrilla étnica.

Pintura roja para denunciar la muerte de manifestantes

A pesar de la intimidación y la violenta represión, las manifestaciones continúan a lo largo del país. Este miércoles, centenares de estudiantes marcharon por la ciudad de Mandalay, la segunda más poblada del país, y arrojaron pintura roja por el asfalto para denunciar la muerte de manifestantes pacíficos a manos de la junta militar. Para evitar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, otros optan hoy por fórmulas variopintas como publicar mensajes en las redes sociales junto a un popular postre birmano preparado durante el Año Nuevo tradicional o Thingyan, que comenzó ayer.

El Ejército birmano justifica el golpe de Estado por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la líder depuesta Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, con el aval de los observadores internacionales. EFE