Castigo

Los Veintisiete imponen nuevas sanciones a Lukashenko tras el “secuestro” del avión

Los líderes europeos prohíben a las aerolíneas bielorrusas operar en el espacio europeo y ultiman castigos económicos adicionales en represalia por el desvío de un vuelo para detener a un periodista

Los líderes de la UE, que se reunieron este lunes en Bruselas en un encuentro que se prolongará hasta hoy, quieren que esta cita sirva para enviar un rotundo mensaje al régimen de Alexander Lukashensko. El domingo, un avión de la compañía irlandesa Ryanair procedente de Grecia y que sobrevolaba el país rumbo a Lituania fue obligada a un aterrizaje de emergencia en Minsk ante lo que parecía un problema de seguridad. Poco después, Roman Protasevich, bloguero conocido por su oposición a la dictadura y que viajaba en este vuelo, fue detenido junto con su novia, Sofia Sapega, y podría ser condenado a pena de muerte.

El opositor tiene 26 años y es co fundador de la plataforma Nexta, uno de los medios que ha denunciado con mayor valentía los atropellos del régimen bielorruso. «Secuestro de Estado» o «acto de piratería aérea» han sido algunas de los expresiones utilizadas durante las últimas horas por parte de las cancillerías europeas.

Aunque esta reunión extraordinaria ya estaba prevista de antemano y pensaba abordar todos los puntos calientes de la agenda internacional (desde el alto al fuego en Oriente Medio a las difíciles relaciones con Rusia o el cumplimiento por parte de Reino Unido del acuerdo post Brexit), la respuesta a Bielorrusia se convirtió en el tema principal.

Los veintisiete líderes europeos demandan una investigación sobre lo sucedido llevada a cabo por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI) y piden la liberación inmediata del disidente y su pareja.

Según el consejero delegado de la aerolínea, Michael O’Leary, Ryanair sospecha que había agentes bielorrusos del KGB entre la tripulación. Se sabe que cinco pasajeros no llegaron a su punto de destino y se quedaron en Minsk y uno de los grandes interrogantes es hasta qué punto la Rusia de Vladimir Putin pueda estar implicada en lo sucedido.

Mientras llegan las respuestas, esta vez la UE no quiere tan solo palabras. Ante lo insólito del episodio, el Consejo pide a Alto Representante, Josep Borrell, que proponga sanciones económicas adicionales, así como contra personalidades e instituciones del régimen, que pueden acabar derivando en el aislamiento del país. Más concretamente, los dirigentes comunitarios aprobaron una batería de medidas que incluyen la suspensión de los sobrevuelos de las compañías aéreas europeas al territorio bielorruso, así como la prohibición de que la compañía nacional, Belavia, aterrice también en los aeropuertos europeos. Algunos países como Polonia y Lituania, siempre partidarios de la mano dura contra Rusia y sus países satélites, han pedido también que esta prohibición se extienda a los trenes. En este sentido, el Consejo expresó su solidaridad con Lituania, destino del avión.

Mientras tanto, algunas compañías aéreas como Wizz Air, Autrian Airlines y Air Baltic decidieron este lunes cambiar sus rutas para sortear el espacio bielorruso y Lituania cerró todos sus aeropuertos a los aviones provenientes de este país. Según el organismo Eurocontrol, en la semana que terminó el 19 de mayo, 2.500 vuelos sobrevolaron Bielorrusia y de ellos 419 fueron llevados a cabo por Belavia. Reino Unido también pidió hoy a las aerolíneas británicas que desvíen sus itinerarios para evitar el espacio aéreo bielorruso.

Antes de la reunión, el servicio de Acción Exterior convocó al embajador bielorruso ante la UE «La acción intolerable de las autoridades bielorrusas constituye otro intento descarado de silenciar a todas la voces de la oposición en el país», según la nota de prensa difundida por la Comisión Europea.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó lo sucedido como un «comportamiento escandaloso e ilegal». El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, también se ha sumado a las voces que piden una investigación internacional y tacha este suceso como «un incidente grave y peligroso».

El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también calificó como «absolutamente inaceptable» el desvío del avión, pidió la liberación de todos los tripulantes y nuevas sanciones.

Las tensiones entre los Veintisiete y Bielorrusia han ido «in crescendo» en los últimos meses, después de que Lukashensko se proclamara vencedor, con el 80% de los sufragios, de las elecciones celebradas el pasado 9 de agosto. Ante las sospechas de pucherazo, las cancillerías europeas decidieron no reconocer la legitimidad de estos comicios y cerrar el grifo de la ayuda directa que el régimen recibía de la UE.

Desde entonces y, ante la severa represión desatada contra los opositores, los Veintisiete han impuesto tres rondas de sanciones contra el régimen que ahora mismo incluyen a 88 personalidades y 7 entidades. En esta lista aparece el propio Lukashensko, considerado el dictador más longevo de Europa al llevar en el poder desde 1994 ,y su hijo y asesor de seguridad nacional, Viktor Lukashensko. Los sancionados no pueden viajar e territorio comunitario y sus bienes les han sido congelados. Ya antes de que se produjera el «secuestro» del avión, el servicio de acción exterior europeo estaba preparando un nuevo paquete de sanciones personales que se acelerarán tras las últimas circunstancias.

Los castigos contra el régimen bielorruso comenzaron en 2004, cuándo las cancillerías europeas impusieron el embargo de armas y la prohibición de exportar material que pudiera utilizarse para la represión de las fuerzas opositoras. Tras años de presiones que no consiguieron ningún resultado tangible, se produjo un punto de inflexión: en el año 2016, los Veintisiete apostaron por el diálogo y decidieron suspender gran parte de los castigos vigentes hasta el momento después de que Luhashensko anunciara la liberación de todos los presos políticos.

A pesar de que esto podía ser interpretado como un mero gesto de carácter estratégico, Bruselas veía con buenos ojos las negativa de Bielorrusia a apoyar a Moscú tras la anexión ilegal por parte de Vladimir Putin de la península de Crimea. Durante estos últimos años, el mandatario bielorruso había nadado entre dos aguas, poniendo una vela a Dios y otra al Diablo, ya que Minsk siempre ha temido las ansias expansionistas del Kremlin. Pero una vez más, Bielorrusia ha caído en las garras de Moscú. Putin y Luhanhensko vuelve a ser aliados y cualquier posibilidad de aperturismo por parte de Minsk parece ya una quimera.