Opinión

El nuevo Ecuador

Los retos de Lasso serán traer vacunas, reactivar la economía y mostrar que lo suyo es la reconciliación nacional, no la revancha

Un grupo de indígenas en la toma de posesión de Guillermo Lasso esta semana
Un grupo de indígenas en la toma de posesión de Guillermo Lasso esta semanaDolores OchoaAP

Hace unos días asumió la presidencia de Ecuador el empresario conservador Guillermo Lasso. Luego de tres intentos por llegar a la Presidencia de su país lo ha logrado. Antítesis del correísmo y convencido de un nuevo modelo económico para su país, Lasso ha reafirmado la necesidad de la unidad nacional; precisamente, como antídoto de lo que Rafael Correa sembró durante diez años y lo que Lenin Moreno en cuatro no logró paliar: la división.

Una de las muestras más claras para procurar dicha unidad ha sido la designación de la nueva presidenta del Congreso, la diputada Guadalupe Llori, del partido de izquierda e indigenista Pachakutik. La lideresa, ideológicamente distante del partido de Gobierno liderado por Lasso, Creando Oportunidades (CREO), recibió los votos de esta fuerza política de derecha para conquistar la presidencia del Poder Legislativo, un gesto que –al no contar con mayoría parlamentaria– le permitirá al nuevo presidente mitigar la posibilidad de enfrentarse a eventuales boicots políticos dentro del Congreso y por parte de las fuerzas opositoras.

Al mismo tiempo, el nuevo jefe de Estado ha roto su vínculo con el histórico líder de la democracia cristiana Jaime Nebot, también de derecha, con historia en Guayaquil, segunda ciudad más importante del país, pero con una imagen desgastada. En ese contexto y en una conversación con Rafael Correa a mediados de mayo donde éste le propuso ciertos pactos, Lasso no ha titubeado en desplazar e ignorar cualquier acercamiento con el correísmo, una izquierda manchada de corrupción y con un prontuario dudoso en lo que respecta al cumplimiento de valores fundamentales como la libertad de expresión y los derechos humanos.

En su cuenta de TikTok, Lasso dejó claro que su «único pacto sería con la gente», no con la izquierda correísta. Con este gesto, el presidente ecuatoriano envía un mensaje político sin velo aclarando que la unidad nacional más allá de posturas ideológicas no contempla a cualquier fuerza política, sino a aquellas que buscan construir un Ecuador más justo, con una agenda social y una de libre mercado que vayan de la mano, atacando a la pobreza, defendiendo los derechos de los trabajadores y estimulando la inversión extranjera para crear empleos y reactivar una economía actualmente golpeada por la pandemia.

«Hoy termina la era de los caudillos», feliz anuncio de Lasso en su discurso de investidura y que, por el bien de Ecuador y de América Latina, se espera que se convierta en una sentencia real, duradera en el tiempo y creíble en democracia. Dentro de este contexto, el gran reto de Lasso en lo inmediato será traer vacunas al país andino, seguidamente reactivar la economía con un Ecuador más inserto en el mundo y, por último, dar muestras claras de que lo suyo no será la revancha, sino realmente la reconciliación, ésa tan necesaria para la gobernabilidad y el bienestar de un país que ha decidido clamar en las urnas que quiere un verdadero cambio.