Estados Unidos
La semana “horribilis” de Biden
El aumento de contagios por la resistencia a vacunarse, el retraso del plan de infraestructuras y la caótica salida de Afganistán paralizan a la Casa Blanca
Sin haber anunciado todavía sus vacaciones de verano, ni haber trascendido cuándo y a dónde tiene pensado ir, el presidente de Estados Unidosse ha visto obligado a empezar el mes de agosto encerrado en la Casa Blanca viendo cómo aumentan drásticamente los contagios de COVID19, mientras la mitad de los estadounidenses aún no ha completado la pauta de vacunación.
Pero esta alarmante situación, que ha forzado a las autoridades sanitarias a dar marcha atrás en el levantamiento de restricciones de los últimos meses, no ha sido la única preocupación de Joe Biden.
Otros acontecimientos inesperados que han visto la luz esta semana han puesto fin a la luna de miel de su primer medio año de mandato, dando lugar a la que ha sido, hasta ahora, la peor semana del demócrata desde que asumió la presidencia.
La variante Delta y los no vacunados
La pandemia está, contra todo pronóstico, fuera de control en Estados Unidos. A la nueva variante Delta, que está produciendo ya el 90% de las nuevas infecciones del país, se suma el fracaso de la campaña de vacunación a causa de los escépticos que no quieren vacunarse.
La nueva cepa, procedente de la India, es mucho más infecciosa (hasta un 60% más, según los expertos) y está generando el triple de infecciones este verano, con una media de 130.000 casos al día tan sólo esta semana. Desde que dio comienzo la pandemia, el país ha registrado más de 35 millones y medio de casos de COVID19, dejando a su paso un trágico balance de 615.000 personas fallecidas.
Joe Biden se había marcado el objetivo alcanzar la inmunidad de la población el pasado 4 de julio, coincidiendo con el Día de la Independencia, pero el presidente no pudo cumplir con su promesa. Todavía hoy, un mes después, siguen sin vacunarse la mitad de los estadounidenses. Y no es un problema de falta de vacunas, sino de creer en ellas. La mayoría de los hospitalizados y muertos por COVID19 no estaban inoculados.
Es la llamada “epidemia de los no vacunados”. Las autoridades sanitarias alertan de las graves consecuencias para la apertura económica del país y el retraso de la vuelta a la normalidad, incluyendo establecimientos, escuelas y oficinas. Restricciones como el uso de mascarillas, aforos limitados o distanciamiento social se han vuelto a poner en marcha estas últimas semanas.
En algunos estados, como Virginia, será obligatorio que los empleados estén vacunados o, por el contrario, se sometan a test semanales. Y en otros, como Nueva Jersey, los estudiantes deberán asistir a clase con mascarilla. Además, en ciudades como Nueva York, el alcalde, Bill de Blasio, anunció la puesta en marcha de incentivos como cheques de 100 dólares para quien reciba la vacuna.
Cuomo: de gobernador estrella a acosador sexual
También en Nueva York, un escándalo sexual ha puesto en el punto de mira a los demócratas, quienes se han visto obligados a apuntar con el dedo, incluso sus aliados más cercanos, al gobernador Andrew Cuomo después de un informe de la Fiscalía General confirmando que el gobernador cometió acoso sexual contra una docena de mujeres.
Biden y otros pesos pesados del Partido Demócrata, así como sus rivales políticos, han dicho públicamente que Cuomo debería dimitir. Algo que, al no haber sucedido todavía, podría derivar en un proceso de “juicio político exprés” contra él por el resultado del informe de la Fiscal General de Nueva York este martes.
La investigación de cinco meses concluía esta semana dando la razón a doce mujeres que trabajaron con el gobernador demócrata y que habían presentado denuncias contra él por acoso sexual. Una de las víctimas, además, acaba de presentar cargos criminales, dejando un futuro incierto para el que fue, durante la pandemia, uno de los políticos estadounidenses con mayor índice de popularidad.
Su presencia mediática, con informes diarios televisados en directo cuando Nueva York se convirtió en el epicentro de la COVID19, le posicionaron durante meses como uno de los líderes demócratas.
Tiroteo mortal en el Pentágono
Se calcula que en Estados Unidos hay cerca de 310 millones de armas, cuando el total de la población supera por poco esa cifra: 350 millones de habitantes. Es decir, en Estados Unidos hay una media de 9 armas de fuego por cada 10 ciudadanos. Es el país del mundo con más armas de fuego en manos de civiles.
Bajo ese contexto, no es de extrañar que cualquier alteración en la criminalidad, especialmente agravada por la actual crisis sanitaria y sus devastadores consecuencias económicas, vaya ligada a un dramático incremento de los tiroteos masivos. La pandemia ha agravado una situación ya de por sí alarmante.
Tan sólo en la primera mitad de este año se habían registrado un total de 300 tiroteos masivos en todo el país. Desde grandes ataques en lugares públicos con víctimas desconocidas, hasta accidentes caseros o incidentes aislados por tener al alcance un arma en mano de menores o hacer de ella un uso inadecuado. La llamada “epidemia de las armas”. En 2017 murieron, por armas de fuego, 1.800 estadounidenses, que poseen el 48% de los 650 millones de armas que hay en el mundo en poder de civiles.
El avispero de Afganistán
La amenaza de una inminente guerra civil en Afganistán ha encendido todas las alarmas en Estados Unidos, que ya está preparando, desde el 1 de mayo, la retirada definitiva de sus tropas después de casi dos décadas de presencia militar en el país. La fecha definitiva de salida será el simbólico 11 de septiembre, coincidiendo con el veinte aniversario del mayor atentado terrorista sufrido por los estadounidenses en su historia.
Pero la violencia de los talibanes, desde que se dio a conocer el anuncio de la retirada de soldados, está poniendo a las fuerzas de seguridad afanas y a toda la población civil al límite. En apenas tres meses, el grupo extremista islámico ha logrado dominar las fronteras, aumentar su control en núcleos urbanos, además de las zonas rurales, y capturar hasta 125 centros de distrito, el mayor alcance en veinte años de guerra.
Las oposición del Senado y del ala más progresista demócrata
Aunque, sin duda, uno de los grandes desafíos de la Administración Biden será alcanzar acuerdos bipartidistas para sacar adelante reformas y aprobar, en el Congreso, decisiones trascendentales de su presidencia que requieran de consenso.
La Cámara de Representantes, al contar con mayoría demócrata, podrá pasar desapercibida. Al menos hasta las próximas elecciones de mitad de mandato, las Midterms, previstas para noviembre de 2022. El Senado, sin embargo, con empate de 50 a 50 entre demócratas y republicanos, no lo tendrá tan fácil para poner a los legisladores de acuerdo a la hora de votar.
El reciente plan de infraestructura de Biden ha sido un buen ejemplo de ello. Las negociaciones han durado semanas y a los demócratas les ha tocado ceder en puntos tan relevantes como el factor humano o el medioambiental pero, a cambio, el acuerdo podría derivar en el primer gran logro bipartidista desde que llegó a la Casa Blanca.
Pero, antes de alcanzar cualquier consenso con la oposición, los demócratas deberán ponerse de acuerdo entre ellos. Y ése será otro de los grandes retos de la presidencia de Biden.
El ala más progresista del Partido Demócrata, encabezada por Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortéz y Elizabeth Warren, dista años luz de la más moderada y conservadora, con desencuentros especialmente llamativos en áreas como la inmigración, la sanidad o la educación. El Partido Demócrata de 2020 demostró, en plena carrera presidencial hacia la Casa Blanca, que los mayores rivales en terreno ideológico están en su propia casa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar