Desapariciones
La madre de Madeleine McCann vuelve a trabajar 14 años después para luchar en primera línea contra la covid
Kate, médico de cabecera, ha decidido retomar su carrera para ayudar a combatir la pandemia
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Kate, la madre de Madeleine McCann, ha decidido dar un paso más para regresar a la normalidad y ha decidido regresar al hospital de Leicester para luchar en primera línea contra el coronavirus. Kate dejó su trabajo hace 14 años, después de que su hija Madeleine desapareciera de los apartamentos Oceans Club de Praia da Luz, en El Algarve portugués, donde fueron a pasar unos días de vacaciones con un grupo de amigos. Kate es médico de cabecera y hasta ahora había colaborado con su marido Gerry, profesor universitario y un reconocido cardiólogo.
Leicester es una de las zonas más afectadas por el coronavirus y Kate ha decidido reincorporarse para ayudar a combatir la pandemia. Un amigo de la familia elogió su decisión de “reincorporarse a tiempo completo para ayudar a otros necesitados”.
Kate, de 53 años, estudió medicina en la Universidad de Dundee antes de convertirse en médico de cabecera, mientras que su esposo Gerry, de 53 años, estudió en la Universidad de Glasgow y es cardiólogo consultor. La pareja se conoció en 1993 en Glasgow, mientras cursaban sus estudios de Medicina.
Tras la desaparición de Madeleine, Kate renunció a su trabajo y se convirtió en embajadora de varias organizaciones benéficas en favor de los niños, pero nunca había vuelto a realizar un trabajo a tiempo completo ni había tenido contacto con el mundo de la medicina.
Un amigo de la familia explicó a “The Sun” cómo ha sido su incorporación laboral: ‘Kate ha vuelto a trabajar como médico. Está ayudando en los hospitales locales. Se ha reincorporado a tiempo completo para ayudar a los más necesitados. Existe una gran demanda de médicos durante esta situación sin precedentes. Kate disfruta ayudando”.
La ciudad entró en bloqueo el 23 de marzo de 2020 y fue el único lugar de Inglaterra que mantuvo algún tipo de bloqueo durante más de un año debido a la alta tasa de contagios, una situación que se mantuvo hasta el pasado mes de abril.
Desaparición de Madeleine
El 3 de mayo de 2007, Kate y Gerry McCann dejaron a sus tres hijos en el apartamento para ir a cenar con unos amigos al restaurante “Tapas”, ubicado en el mismo complejo. A pesar de haber hecho varios turnos para ir a ver a los niños, sobre las 22:00 horas Kate entró en la habitación de Madeleine y no estaba. Sus hermanos gemelos dormían plácidamente en sus camas. No había nada forzado, ni la habitación estaba revuelta.
En ese momento comenzó una búsqueda desesperada que dura hasta el día de hoy. Después de muchos años de investigaciones frustrantes en busca de alguna pista y tras interrogar a cientos de personas, las autoridades alemanas señalaron a Christian Brueckner, de 44 años, como principal sospechoso. El fiscal Hans Christian Wolters dijo en junio de 2020 que el caso estaba cerrado al 90 por ciento y que tenían la certeza de que Brueckner había matado a la niña y se había deshecho del cuerpo en Portugal antes de regresar a Alemania.
Lo cierto es que después de muchos meses de trabajo y choques con los investigadores portugueses y británicos, no existe ninguna prueba que sustente el caso y que permita a Wolters llevar a juicio a Brueckner. Todo lo que tienen son indicios. El sospechoso es un depredador sexual condenadocuyo teléfono móvil lo situaba cerca de los apartamentos de Praia da Luzel día de la desaparición. También tienen el testimonio de uno de los amigos de los McCann que vio a un hombre alejarse de los apartamentos con un niño pequeño en brazos, cuyo físico es compatible con el del sospechoso, pero al ser de noche y estar alejado no pudo verle la cara ni a él si al menor, del que sólo acertó a decir que iba en pijama.
Brueckner llegó a Portugal después de cumplir condena por abusar de un menor y vivió de pequeños trabajos, de trapicheos y, sobre todo, de robos a pequeña escala en los apartamentos de los turistas. Era conocida su habilidad para colarse dentro de las casas, incluso cuando estaban ocupadas. En una de esos robos, abusó sexualmente de una mujer norteamericana de 72 años y por la que actualmente cumple condena en Alemania.
También se le imputan varios ataques sexuales más, incluido el de una niña de 10 años y el asesinato de una adolescente en Bélgica.
Pero no hay pruebas contundentes contra él, que hace unos meses rompió su silencio en una carta que envió al diario alemán “Bild” en el que denunciaba que las autoridades le habían utilizado como chivo expiatorio, que estaban obsesionados por buscar pruebas contra él, pero que en realidad no tienen ninguna prueba. Junto a la carta, envió unas caricaturas en las que se burlaba por el equipo de fiscales.
El violador se encuentra en una prisión de alta seguridad en Oldenburg, cerca de Bremen, en el norte de Alemania y el equipo de Wouters sigue insistiendo en que el caso estará resuelto en unos meses.
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