Cooperación
Draghi: “Echaremos de menos a Merkel”
Tanto la canciller de Alemania como el primer ministro italiano defendieron la necesidad de reforzar la cooperación de la comunidad internacional
Angela Merkel se despidió de la política después de 16 años al frente de la mayor economía de la zona euro, pero antes de retirarse definitivamente, viajó a Roma este jueves para reunirse con el papa Francisco y almorzar con el primer ministro Mario Draghi, con quien trabajó mano a mano cuando el economista dirigía el Banco Central Europeo (BCE) durante los años más difíciles de la crisis del euro.
En vista de la próxima reunión virtual de los países del G20 para analizar la crisis afgana, organizada por el primer ministro italiano el 12 de octubre, Merkel y Draghi defendieron la necesidad de reforzar la cooperación de la comunidad internacional, especialmente entre los miembros de la Unión Europea, para evitar un “desastre humanitario” en el país asiático tras la toma de los talibanes. “Debemos impedir que Afganistán se convierta en foco de terrorismo”, subrayó el primer ministro italiano durante una rueda de prensa conjunta.
Durante los ocho años en los que Mario Draghi presidió el BCE, ambos mandatarios mantuvieron una estrecha relación y sintonía, a pesar de las críticas internas a las que se tuvo que enfrentar Merkel por su apoyo a la política monetaria dictada por Frankfurt. “Es una líder extraordinaria, una auténtica europea, inteligente, preparada, amable. Entre nosotros ha habido un gran respeto y confianza recíproca”, confesó el actual jefe del Ejecutivo italiano en una entrevista a Massimo Nava publicada en el libro ‘Angela Merkel. La mujer que ha cambiado la historia’.
Draghi se despidió de ella este jueves reconociendo que la canciller alemana había sido una política valiente y un ejemplo para otras mujeres interesadas en la política. “Ha sido una campeona del multilateralismo y ha tenido el valor de defender los valores de la democracia durante las crisis en Siria y en Ucrania. La echaremos de menos, pero estoy seguro que tendremos la oportunidad de verla a menudo en Italia”.
La canciller alemana, que sigue en funciones hasta la formación de un nuevo Gobierno en Berlín, tampoco escatimó en elogios hacia ‘Super Mario’. Con Draghi en Palazzo Chigi, la colaboración entre Italia y Alemania ha sido muy cercana, reconoció Merkel, al mismo tiempo que recordó que el trabajo del economista al frente del BCE durante la crisis fue “una garantía para el euro”.
En su última visita oficial como jefa del Gobierno, Merkel hizo un último guiño al exbanquero al valorar positivamente el plan de reformas presentado por Roma para acceder a los fondos de recuperación europeos, y confió en que los casi 200.000 millones que el país transalpino recibirá de la UE sean gastados “muy bien” en favor de la población italiana.
La salida de Merkel ha dejado un vacío de poder dentro de la UE y algunos analistas apuntan a Draghi como un posible sustituto. Cuestionado sobre la posibilidad de que el país transalpino –y él mismo-- pueda adquirir mayor peso con la despedida de la líder alemana de la política, Draghi defendió que “Italia siempre será Italia”, pero subrayó la necesidad de una mayor colaboración entre los estados miembros.
La apretada agenda de Merkel en Italia comenzó con una audiencia en el Vaticano en la que se despidió como jefa del Gobierno alemán del Papa Francisco, con quien se ha reunido siete veces en los últimos ocho años. Durante casi 45 minutos –mucho más de lo que suele dedicar el Pontífice a los mandatarios extranjeros en visita oficial--, ambos líderes abordaron los desafíos políticos internacionales y la protección del medio ambiente.
Merkel aprovechó su visita al Vaticano para conocer el trabajo de la Universidad Gregoriana, donde se imparten cursos para prevenir y proteger de los abusos dentro de la Iglesia a menores y personas vulnerables, una lacra que también afecta a las instituciones católicas en Alemania, actualmente concentradas en un profundo debate interno tras la publicación en 2018 de un informe independiente que documentó más de 3.600 casos de abusos sexuales a manos de sacerdotes entre 1946 y 2014. “Los creyentes deben poder confiar en su Iglesia”, zanjó.
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