Rechazo
Qué pasará en Chile tras el “no” a la “Constitución más progresista”
El presidente Boric tendrá que negociar la redacción de una nueva carta magna o reformar la actual, heredada de la dictadura de Pinochet
Los chilenos rechazaron abrumadoramente este domingo una nueva constitución progresista para reemplazar a la carta magna vigente de la dictadura de Pinochet, asestando un duro golpe al joven presidente Gabriel Boric, quien ahora debe negociar acuerdos para elaborar otra constitución o cambiar la actual.
Aunque se esperaba que la carta propuesta fuera rechazada en el plebiscito del domingo, la victoria de casi 24 puntos por parte del campo del rechazo fue una derrota enorme para un documento que tardó tres años en elaborarse y que había sido anunciado como un esfuerzo democrático para reemplazar la constitución impuesta por el general Augusto Pinochet hace 41 años.
Con el 99,9% de los votos contados, el “no” sumaba casi el 61,9% en comparación con el 38,1% de aprobación en medio de una gran participación con largas filas en los estados de votación.
El presidente Boric, quien había presionado para que se votara a favor del “si”, dijo que los resultados ponen de manifiesto que el pueblo chileno “no está satisfecho con la propuesta constitucional que la convención presentó a Chile”.
El presidente reveló que ahora probablemente habrá “ajustes en nuestro equipo de gobierno” mientras busca encontrar un camino a seguir. A pesar de la derrota, la gran mayoría cree que la constitución actual debe cambiarse.
Boric dejó claro que el proceso para enmendarla no terminaría con la votación del domingo y señaló que es necesario que los líderes “trabajen con más determinación, más diálogo, más respeto” para llegar a una nueva propuesta de carta “que nos una como país”.
Celebraciones en la capital
En Santiago, la capital de Chile, las bocinas sonaron en celebración mientras grupos de personas se reunían en numerosas intersecciones para celebrar los resultados. “Estamos contentos porque, de verdad, todos queremos una nueva constitución, pero bien hecha y esta no cumplió con las expectativas de la mayoría”, dijo Lorena Cornejo, de 34 años, mientras ondeaba una bandera chilena. “Ahora hay que trabajar por uno nuevo que nos una, este no nos representó y eso quedó claro en la votación”.
Incluso algunos que estaban a favor del documento propuesto, le dieron un giro positivo a la derrota. “Si bien es cierto que yo quería que se aprobara, esta es una nueva oportunidad para reformar todo aquello con lo que la gente no estaba de acuerdo”, dijo Alain Olivares, de 36 años. “Tendremos que esperar más para cambiar la constitución”.
Carlos Salinas, portavoz de la Casa Ciudadana por el Rechazo, dijo que la mayoría de los chilenos ven el rechazo como “un camino de esperanza”. A pesar de las expectativas de derrota de la carta propuesta, ningún analista o encuestador había pronosticado un margen tan grande para el campo de rechazo, mostrando cómo los chilenos no estaban listos para apoyar una carta que habría sido una de las más progresistas del mundo y habría cambió fundamentalmente al país sudamericano.
La constitución fue la primera en el mundo en ser redactada por una convención dividida en partes iguales entre delegados masculinos y femeninos, pero los críticos dijeron que era demasiado larga, carecía de claridad y fue demasiado lejos en algunas de sus medidas, que incluían caracterizar a Chile como un estado plurinacional, estableciendo territorios indígenas autónomos, y priorizando el medio ambiente y la paridad de género.
“La constitución que se escribió ahora se inclina demasiado hacia un lado y no tiene la visión de todos los chilenos”, dijo Roberto Briones, de 41 años, después de votar en Santiago, la capital de Chile. “Todos queremos una nueva constitución, pero necesita tener una mejor estructura”.
Italo Hernández, de 50 años, a la hora de votar en el Estadio Nacional, indicó que respalda los cambios. “Tenemos que dejar atrás la constitución de Pinochet que solo favorecía a las personas con dinero”. Hernández explicó que es “muy simbólico y muy emotivo” votar en un estadio que había sido utilizado como lugar de detención y tortura durante la dictadura militar.
Boric, de 36 años, es el presidente más joven de la historia de Chile y ex líder de una protesta estudiantil. Había vinculado su destino tan estrechamente al nuevo documento que los analistas dijeron que es probable que algunos votantes consideraran el plebiscito como un referéndum sobre su gobierno en un momento en que sus índices de aprobación se han desplomado desde que asumió el cargo en marzo.
Lo que viene ahora
Lo que sucede ahora equivale a una gran interrogación. Los líderes políticos chilenos de todas las tendencias están de acuerdo en que la constitución que data de la dictadura del país de 1973-1990 debe cambiar. El proceso que se elegirá para redactar una nueva propuesta aún debe determinarse y probablemente será objeto de arduas negociaciones entre los líderes políticos del país.
Boric ha convocado a los jefes de todos los partidos políticos a una reunión mañana para determinar el camino a seguir. La votación marcó el clímax de un proceso que comenzó cuando el país, visto en el pasado reciente como un modelo de estabilidad en la región, estalló en protestas callejeras lideradas por estudiantes en 2019. Los disturbios fueron provocados por un aumento en los precios del transporte público, pero rápidamente se expandieron a demandas más amplias de mayor igualdad y más protecciones sociales.
Al año siguiente, poco menos del 80% de los chilenos votaron a favor de cambiar la constitución del país. Luego, en 2021, eligieron delegados a una convención constitucional. La carta propuesta de 388 artículos, además de centrarse en cuestiones sociales y ambientales, también introdujo los derechos a la educación, la atención médica y la vivienda gratuitas. Habría establecido territorios indígenas autónomos y reconocido un sistema de justicia paralelo en esas áreas, aunque los legisladores decidirían qué alcance tendría.
En contraste, la constitución actual es un documento favorable al mercado que favorece al sector privado sobre el estado en aspectos como educación, pensiones y atención médica. Tampoco hace referencia a la población indígena del país, que representa casi el 13% de la población.
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