Europa

Condenada una ex secretaria de un campo de concentración nazi de 97 años como cómplice de 10.500 asesinatos

Es el primer proceso así contra un empleado civil. La acusada se dio a la fuga el año pasado para evitar ir a juicio

Es el que podría ser último proceso contra los crímenes del nacionalsocialismo en Alemania y la condena llama la atención por lo leve: La anciana Irmgard F. de 97 años de edad ha sido condenada este martes por el tribunal regional de Schleswig-Holstein en la ciudad de Itzehoe a dos años de libertad condicional por su complicidad en el asesinato de 10.505 personas, así como en el intento de asesinato de otras cinco más. Sin embargo, el motivo es que la ahora anciana tenía entonces 18 años, por lo que ha sido procesada en un juzgado de menores. Desde 1943 a 1945 la mujer había sido secretaria del comandante del campo de concentración de Stutthof, cerca de Danzig.

Es la primera vez que se condena a una persona de la población civil por crímenes cometidos en campos de concentración y la justicia envía el mensaje con esta condena de que también la participación en un régimen injusto aunque no se tenga posiciones de responsabilidad debe ser penada. Para la acusación la pena es suficiente, ya que como ha declarado el abogado de las alrededor de treinta víctimas y que han denunciado, estas no buscaban una pena de cárcel o similar contra la anciana.

“Mis representados estaban interesados sobre todo en una condena que declarase la culpa”, explicaba dicho abogado, Hans Jürgen Förster, a la televisión pública ARD. “Querían que el Estado reconociese que había habido una culpa en forma de complicidad en este número monstruoso de asesinatos”.

Tras un proceso de cuarenta días de vista, en los que han declarado 31 testigos los horrores que vieron y vivieron en el campo nazi, los jueces han asegurado en la sentencia que los trabajadores del campo no podían no saber lo que allí ocurría porque habría sido inevitable no percibir el olor a cadáver quemado. Además, Irmgard F. como secretaria de la comandancia del campo, tenía que saber lo que allí ocurría y es coresponsable de los asesinatos que allí se cometieron. La acusada se limitó a declarar durante el proceso: “Lamento todo lo que pasó. Lamento haber estado en Stutthof en ese momento. Es todo lo que puedo decir”. Sus abogados defensores habían pedido la absolución. Durante el primer día del juicio la anciana no se presentó en el juzgado y se marchó sin avisar de la residencia para mayores en la que vive en la ciudad de Quickborn. La Policía la encontró horas más tarde en Hamburgo y estuvo cinco días detenida.

La acusación explicó durante el proceso cómo eran las condiciones en el campo en 1944. En el mismo había una instalación en la que se llevaban a cabo disparos en la nuca, una cámara de gas y el crematorio del campo estaba de tal forma colapsado que quemaban los cuerpos en pilas al aire libre. Las víctimas fallecieron por disparos, gaseadas, muertas de hambre, congeladas y por enfermedades. En total permanecieron unas 100.000 personas encerradas y según el historiador que ha presentado un informe en el juicio habrían fallecido unas 65.000, la mayoría de ellos judíos.

El semanario “Die Zeit” asegura que aún hay cinco procesos que están siendo investigados por la Fiscalía general del estado. Tan solo tres acusados estarían en condiciones de atender un juicio y ninguno de ellos tendría menos de 97 años de edad. Dicha publicación explica en un informe que la justicia ha mirado para otro lado desde el fin de la segunda guerra mundial en parte porque buena parte de los propios jueces habían sido magistrados durante el periodo nazi hasta finales de los 50. Con contadas excepciones, como el caso del fiscal Fritz Bauer, retratado en una película, tan solo se condenó a dos decenas de vigilantes, comandantes o médicos de campos de concentración. La primera condena por complicidad en el asesinato se produjo en 2011, ya que la jurisprudencia hasta entonces entendía que tan solo a quien se le pudiera demostrar la culpabilidad en un crimen concreto se le podía procesar.